Villanueva fue acribillada con armas de grueso calibre y luego un sicario le dio un tiro de gracia para asegurarse de su muerte, indicó la policía del estado de Nuevo León.

El suceso ocurrió sobre las 11.30 hora local (16.30 GMT), cuando la abogada se encontraba comprando en un mercado del centro de la ciudad junto con su hija adolescente.

Un grupo de sicarios le disparó varias ráfagas con un rifle AR15 y pistolas calibre nueve milímetros.

Villanueva sufrió el primer atentado de su vida en mayo de 1998, cuando fue lanzado un explosivo de fabricación casera contra su despacho.

Posteriormente, el 23 de marzo de 2000, las balas de los sicarios la alcanzaron cuando quedó atrapada en la puerta giratoria del Hotel Imperial en Ciudad de México, tras concluir una reunión con un ex comandante de la fiscalía federal, presunto protector del Cartel de Juárez, quien también resultó herido.

Los pistoleros la visitaron de nuevo el último día de agosto de ese mismo año, en su despacho. Tres hombres jóvenes, de entre 25 y 28 años de edad, le dispararon y la hirieron con cinco balazos de armas del calibre nueve milímetros.

Los sicarios volvieron a la carga, a pesar de los escoltas que la protegían, el 15 de noviembre de 2001, cuando la abogada salía de una diligencia en los juzgados federales ubicados en el centro de Monterrey.

Villanueva bajaba los escalones para dirigirse a su camioneta blindada, acompañada de tres guardaespaldas.

Repentinamente apareció sobre la transitada avenida un coche del que bajaron dos hombres, que le dispararon en dos ocasiones, a pocos metros de distancia, sin lograr dar en el blanco.

"La abogada de narcotraficantes", como se la conocía, se preparaba para contar sus memorias en libro que se sería publicado por la Editorial Random House.

"A mi me queda muy claro que yo debería estar muerta hace nueve años. Por eso creo que Dios tiene un propósito para mi y espero hacer lo correcto", señaló Villanueva en su última entrevista.