Rodrigo Cortés: “El humor dota de interés incluso a las cosas más crueles y tristes”

El director de cine y escritor presentó en Club FARO “Cuentos telúricos”, un libro de 23 relatos. “Huyo de la solemnidad y de las moralejas, son como explicar un chiste”, afirmó

Rafa Valero (i.) y Rodrigo Cortés.

Rafa Valero (i.) y Rodrigo Cortés. / RICARDO GROBAS

El escritor y director de cine Rodrigo Cortés presentó ayer en Club FARO su última obra, “Cuentos telúricos” (editorial Random House), un conjunto de 23 relatos casi fantásticos o realistas a duras penas que tienen tanto de magia como de humor. En el acto celebrado en la sala de conferencias del museo MARCO, el autor respondió a las preguntas de su presentador y entrevistador, el periodista Rafa Valero, y posteriormente a las que le formularon algunos de los asistentes.

Describió último título literario como un álbum musical de vinilo que propone un viaje sensorial con un orden de lectura recomendado, en el que cada cuento (como si fuera una canción) tiene su posición meditada en el conjunto, hasta llegar al momento en que se sube la aguja del tocadiscos y queda resonando el último tema.

Continuando como en símil musical, explicó que su libro de cuentos tiene “canciones arañadas hace años en una servilleta de un bar y otras compuestas recientemente”. “Cuando empiezo a escribir, siempre improviso a partir de una frase que se me ocurre , como un pintor ante un lienzo me voy , sin saber que va a venir después y dándome toda la libertad del mundo”, afirmó. Comentó que cada cuento lo elabora en dos fases: la primera “de pico y pala” en la va pergeñando una historia en un borrador y la segunda, la de la musicalidad y de tratamiento de la escritura, donde revisa “en qué partes te has enganchados cuáles sobran, cuáles son repetitivas, qué adverbio o adjetivos están de más; vas confiando en el lector, te cargas mucho de lo que has escrito, no renuncias a la complejidad pero intentas ser claro para que el lector navegue sin obstáculos”. Ese mismo proceso lo vuelve a realizar a la hora de componer libro de relatos.

Captar la atención del lector en 23 ocasiones “es posiblemente lo más difícil y lo que menos pienso”, afirmó. “Trato de generar imágenes clara desde la primera línea, no por ser descriptivo, para que el lector no se pierda averiguando si ese persona ya salió antes”, expuso.

Cuando el entrevistador de la charla coloquio destacó el carácter divertido de sus cuentos, Cortés sentencio que “el humor dota de interés a las cosas, incluso a las más crueles y a los pasajes más tristes; yo abrazo el contraste si a veces algo se pone demasiado divertido, puede que lleve un hachazo o al revés”. “Lo que sí huyo es de hacer cuentos solemnes como del diablo”, añadió. Y también de las enseñanzas, conclusiones, convicciones o reafirmaciones. “Las moralejas matan al cuento; es como contar un chiste y explicarlo. Si cuando acabas de contar algo y puede significar siete cosas a la vez y dices que la buena es la segunda, estás matando las otras siete” , afirmó.

“Hay que disfrutar de la lectura sin centrarse en qué hay detrás”, manifestó, narrando una anécdota de una asistente a una conferencia suya en Valencia que le dijo que el éxito de su literatura residía en que ella se había quedado con todo lo que había leído y, a la vez sin nada, y en las ganas de releer sus relatos. “Lo inverosímil es que quieran releer y seguir leyendo” , bromeó.

A lo largo de la charla fue hablando de alguno de los relatos que componen “Cuentos telúricos”: “Gente serpiente”, donde aparece un señor Silla, una niña llamada Ángel, un cura de nombre Consuelo y un niño aterrador que antes fue Manuel, Manu, Lolín y luego Loli, quien a sus nueve años interroga a un cartero preguntándole si le gusta su hermana de siete años y si es “mariquita”, para luego decirle que él es y sus amigos también lo son pero que a esa edad no se tienen ese tipo de impulsos aunque sí los de matar a una rana; las “Soutines”, donde imagina la vida de 32 personajes retratados por el pintor bielorruso Soutine, o “Las tres monedas”, que arranca y da posteriormente la vuelta a un cuento sufí de un padre que da monedas a sus hijos para que le compren algo que llene la casa y el menor de ellos leva una vela.

Pasando a su faceta de director de cine, habló de su próxima película, “Escape”, que se estrenará en octubre, producida por Martin Scorsese, el director que descubrió con trece años y por el que Cortés se dedica al cine. Lo conoció personalmente cuando tuvo que entrevistarlo al recibir el estadounidense el Princesa de Asturias de las artes. “Había visto todas mis películas; no caímos bien, me dijo que le mandara el montaje, se lo mandé en el confinamiento y pensé que yo me moriría y el seguiría con su carrera”. Pero no fue así. “Con el guión me puso la mejor nota de mi vida porque no puso ninguna nota” (de cosas a cambiar) y ‘al ver el montaje dijo ‘no toques ni un frame’””.

Gallego por “mandato materno”, con mala leche lúcida y admirador de Cunqueiro

Gallego por mandato materno, Rodrigo Cortés nació el 1 de mayo en 1973 en Pazos Hermos (Ourense) porque sus padres vivían en Madrid y su madre decidió volver a su casa natal para dar a luz. “Decidió que ser de Madrid es no ser de ninguna parte; luego con mi hermano menor ya vivíamos en Salamanca y le pareció que sí era un lugar para nacer”, comentó. Tal vez su origen gallego sea el motivo por el que sus profesores de literatura le decían que tenia “una mala leche lúcida”.

Por eso y porque Salamanca, donde vivió treinta años, “te labra a frío y piedra”. En la literatura de Cortés hay reminiscencias del realismo mágico al que el propio Gabriel García Márquez señalaba como padre a Álvaro Cunqueiro y añadía que a él le venía por vía materna. “La mejor prosa es gallega, y en el caso de Cunqueiro es de una belleza increíble que une cielo y tierra de una manera pasmosa”, aseguró Cortés.

“Galicia tiene plumas imbatibles, su exuberancia no tiene rival”, afirmó, citando una serie de autores como Cela, Valle Inclán, Rosalía, Emilia Pardo Bazán, Camba o Wensceslao Fernández Flórez.