Día Mundial del Teatro

El teatro, un arte en crisis permanente

El teatro gallego saca pecho ante la merma de público por la pandemia, las nuevas tecnologías y la crisis

El profesor Ricardo Solveira, con sus alumnos de la ESADG.

El profesor Ricardo Solveira, con sus alumnos de la ESADG. / Alba Villar

“El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”, aseguraba Arthur Miller. Tal vez por esta razón, el teatro ha acompañado a la humanidad casi desde su inicio y ha sabido salir airoso de los escenarios más difíciles. Decir que ha resurgido de sus cenizas como el ave fénix tal vez sea exagerar un poco. O no tanto. En crisis permanente, ha sobrevivido a la irrupción de la radio primero y del cine y la televisión después, y en la época de las nuevas tecnologías continúa manteniendo el tipo, aunque aún se recupera del varapalo que ha supuesto la pandemia, que ha mermado la afluencia de público. ¿Cuál es el secreto? Quienes se dedican a él lo tienen claro: su naturaleza efímera e irrepetible, ya que cada función nace y muere el mismo día, y la comunión que se crea entre actor y espectador.

Vigo es, desde siempre, una de las grandes canteras del teatro gallego, ya desde las compañías aficionadas que proliferaron en la década de los setenta del pasado siglo. Desde entonces, el sector ha experimentado una profunda profesionalización, especialmente desde la apertura, hace ya 18 años, de la Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia (ESADG) de Vigo, centro dependiente de la Xunta que incluye las tres especialidades contempladas por la legislación vigente: Dirección Escénica y Dramaturgia, Escenografía, e Interpretación (textual y gestual). Por él han pasado artistas como Fran Lareu, Melania Cruz y Raquel Espada, y hoy forma a 167 alumnos.

El próximo 27 de marzo, el centro celebrará otro Día Internacional del Teatro con la mirada puesta en la aprobación de la nueva ley de Enseñanzas Artísticas, una de las principales demandas de la profesión durante años. “Confiamos en que esta vez salga adelante porque es necesaria: estamos ofertamos titulaciones superiores de grado, pero tenemos un régimen de secundaria”, explica el actor vigués Ricardo Solveira, profesor de Movimiento Expresivo de la ESADG desde su apertura.

Dos alumnos de la ESADG, en
una clase de interpretación.  // Alba Villar

Raquel Hernández y Pedro Fresneda (d.), con el resto del equipo de la sala Ensalle. / Marta G. Brea

En estos dieciocho años, la escuela ha ganado humedades –el lugar de construcción del edificio, se lamenta Solveira, no es el mejor– y ha perdido su ingenuidad. “Pasamos por muchas cosas, también por crisis internas que nos dieron madurez en la forma de dar clase y de entender nuestra función educativa. Ahora falta que la Administración nos vea de una forma más madura, que no nos abandone. Somos una casa muy grande y estamos en una situación muy precaria”, comenta.

También aboga por ampliar la oferta formativa. “Es una pena que Galicia no oferte las especialidades de técnico de escena, que sólo imparten sendas escuelas de Madrid y Barcelona, y de producción teatral, porque son necesarias y tienen una gran demanda”, dice.

"En Vigo está el potencial cultural de Galicia, pero no se apoya su cultura”

Pedro Fresneda

— Codirector de la sala Ensalle

Según Solveira, la salud del teatro es “siempre quejosa”. “Siempre nos duele algo. Aunque es cierto que cada vez se pone más en valor la cultura y hay un mayor cuidado, volvemos a vivir una crisis económica brutal y los recursos son cada vez menores”, opina.

Pero resiste, en su opinión, porque el teatro es, ante todo, un acto social, una actividad que sin el público pierde toda su razón de ser. Y este público, cada vez más diverso, está afianzado en Vigo, ciudad que además de ser sede de la ESADG, cuenta con una escuela municipal de teatro y con las dos salas independientes más señeras de la comunidad: Ensalle y Ártika.

Iris Darriba (i.) y Bea Gea, en
un montontaje de Fauna 113.

Dos alumnos de la ESADG, en una clase de interpretación. / Alba Villar

Teatro Ensalle es la sala en activo más longeva de Galicia. Dirigida por Pedro Fresneda y Raquel Hernández, desde su apertura, en octubre de 2003, ha conjugado teatro y danza, y ha asistido al nacimiento del bailarín y coreógrafo Daniel Andreu, premio nacional de Danza 2014 en la categoría de creación, y del Colectivo Glovo, espacio de creación que dirigen Esther Latorre (España) y Hugo Pereira (Portugal). En estos años, la sala ha sabido hacerse un hueco en el panorama del teatro alternativo nacional, donde goza de un gran prestigio. A pesar de ello, sus gestores se lamentan del escaso apoyo que tienen de la administración local.

“Estamos en una ciudad que no tiene ayudas a la cultura. De las 50 salas del Estado probablemente seamos la única que tiene una ayuda de su ayuntamiento que supone el 0,3% (5.000 euros) de su presupuesto, una ayuda que es, además, nominativa, es decir, no hay una comisión que estudie y apruebe los proyectos profesionales”, afirma Fresneda.

“Vivimos una nueva crisis y los recursos son cada vez más escasos"

Ricardo Solveira

— Profesor de la ESADG

Aun así, la sala celebró el pasado año su vigésimo aniversario arropada por más de una treintena de artistas y creadores de todo el Estado, y de los amantes del teatro alternativo. “En Vigo hay un público muy formado, que ha visto mucho, aquí y fuera, y que demanda más. Nosotros tenemos la suerte de tener un público muy fiel, a pesar de que la presencialidad ha bajado desde la pandemia, no sólo en Galicia, sino en todo el Estado porque se hizo mucho para que la gente se quedara enchufada a la pantalla. Lo raro es que la gente siga saliendo a ver espectáculos”, sostiene.

Pero a pesar de todo, el teatro en Vigo sigue muy vivo. “Las compañías están trabajando y los años de la ESADG se notan. En Vigo está el gran potencial cultural de Galicia, sobre todo en teatro, pero no apoya a la cultura. Todas las iniciativas culturales que había hace 20 años han desaparecido”, critica.

Un arte en crisis permanente

Iris Darriba (i.) y Bea Gea, en un montaje de Fauna 113. / FdV

Iris Darriba es actriz de Fauna 113, compañía de teatro aficionado que tiene su sede en Ártika y que dirigen Fernanda Barrio y Marcos Alonso, gestores de esta sala, que funciona también como escuela de interpretación. Darriba soñó siempre con ser actriz. “Siempre me gustó disfrazarme y vivir otras vidas”, dice la artista viguesa. Con siete años, adaptó para el teatro un cuento clásico y lo protagonizó en una función escolar. “Aunque era muy pequeña, recuerdo esos nervios antes de subir al escenario, que volví a sentir de nuevo estando ya en la Escuela Municipal de Teatro, con 17 o 18 años, y que descubrí que se debían al respeto al público. Ese nervio es el que te empuja a estar presente en escena, te hace estar vivo”, afirma.

Aunque aparcó el teatro para estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, un contratiempo con su titulación, que obtuvo en Brasil, hizo que retomara las clases de interpretación, a la que ahora se dedica de manera profesional, compaginando papeles en cine y teatro con el doblaje. En el aula de repertorio de la escuela municipal se conocieron los integrantes de Fauna 113, compañía con la que la actriz ha ganado varios premios. “La vida, de una forma u otra, siempre me ha llevado a la interpretación”,afirma la artista.

"El teatro es un sostén cultural: promueve la cultura y la lengua”

Iris Darriba

— Actriz de Fauna 113

Para la actriz, el teatro es algo único, aunque no existiría sin el público. “Hay una conexión en la que el actor da y el público recibe, pero éste también da al actor. Tú notas su energía, sabes en todo momento si está o no contigo”, afirma.

Darriba lamenta que el teatro aficionado no tenga el reconocimiento que se merece. “Siempre nos piden comedia porque creen que ejecutar un drama es más difícil y esto nos limita a la hora de escoger proyectos, aunque nosotros siempre intentamos que nuestras comedian tengan un transfondo porque creemos que el teatro es un sostén cultural: ayuda a promover la cultura y la lengua”, comenta Darriba, que espera que este concepto erróneo sea desbancado de una vez por todas.

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