La increíble historia de “Polio Paul”: 72 años en un pulmón de acero

El enfermo de poliomielitis que llevaba más tiempo en un pulmón de acero fallece por COVID

Paul Alexander, en el pulmón de acero, en una imagen de sus últimos años.

Paul Alexander, en el pulmón de acero, en una imagen de sus últimos años. / @kakape

Rafa López

Rafa López

Quienes duden del beneficio que las vacunas han reportado a la humanidad deberían conocer la fascinante historia de Paul Alexander, el enfermo de poliomielitis que llevaba más tiempo viviendo en un pulmón de acero. “Polio Paul”, como era conocido, falleció el pasado lunes, 11 de marzo, a los 78 años, después de depender durante 72 de esta máquina que le permitía respirar. Este afable tejano contrajo la polio cuando tenía seis años, en 1952. Faltaban tres años para la aprobación de la vacuna de Salk. El virus lo dejó paralizado de por vida, pudiendo mover solamente la cabeza, el cuello y la boca. Esto no le impidió estudiar Derecho y hacerse abogado.

“Terminó en un pulmón de acero y, aunque pudo vivir fuera de él durante largos períodos de tiempo, en realidad nunca lo abandonó”, contó el miércoles en X el biólogo molecular y periodista científico Kai Kupferschmidt, que lo entrevistó hace un par de años para un pódcast sobre la polio. “Nos habló de la vida plena que vivió, del horror de la enfermedad, de estudiar Derecho y ejercer como abogado, escribir un libro y mucho más”, señaló el reportero de la revista “Science”.

Paul Alexander escribió sus memorias en 2020, el año en el que comenzó la pandemia de COVID, la enfermedad que contrajo en febrero pasado y que, según Kupferschmidt, ha acabado con su vida. “Lo perdí todo: la capacidad de moverme, mis piernas no me sostenían y luego no podía respirar”, contaba.

Nacido en Dallas (Texas, EEUU) en 1946, Paul Alexander contrajo la polio en el peor brote de la enfermedad registrado en Estados Unidos, el de 1952, que mató a más de 3.000 personas. Por entonces, cientos de niños de Dallas fueron llevados al hospital Parkland, que nueve años más tarde se haría mundialmente célebre por recibir al presidente Kennedy herido mortalmente. Alexander estuvo a punto de morir, pero un médico reparó en que no podía respirar y ordenó que lo metiesen en un pulmón de acero. Gracias a la presión negativa que ejerce, esta máquina cilíndrica de más de 300 kilos permite respirar a este tipo de pacientes. Después de pasar 8 meses en el hospital, sus padres le llevaron a casa con el pulmón de acero.

“Polio Paul” aprendió por sí mismo la respiración glosofaríngea, lo que le permitió salir de la máquina durante periodos crecientes de tiempo. Estudió desde casa y se sacó la carrera de Derecho. Representó a sus clientes ante el tribunal con un traje de tres piezas y una silla de ruedas modificada que mantenía su cuerpo erguido. En enero pasado abrió una cuenta de TikTok en la que publicó vídeos sobre su vida y en la que tenía más de 300.000 seguidores. Estaba reconocido por el Libro Guinness de los Récords como la persona que ha pasado más tiempo viviendo en un pulmón de acero.

Le sobrevive Martha Lillard, alias Polio Martha, que a sus 75 años ha pasado a ser la única mujer de EEUU en utilizar ese aparato, aunque ella podía salir de él con más frecuencia. Contrajo la polio a los 5 años. “Si mi madre hubiera tenido la oportunidad de ponerme la vacuna, lo habría hecho”, declaró a la cadena estadounidense NBC.

Como recuerda en su libro “Pandemias” el médico gallego Juan Gestal, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, fue una epidemia de polio en Dinamarca, ocurrida también en 1952, la que dio origen a las actuales unidades de cuidados intensivos (UCI).

Gracias a las vacunas, muy rara vez se registran en el mundo casos de polio por el virus “salvaje”. Hay otros casos debido al virus debilitado que se usa en la vacuna. Esta es efectiva y segura, pero en áreas donde la cobertura de vacunación es baja, este virus debilitado de la vacuna puede evolucionar a un virus “fuerte” que puede causar parálisis, recuerda la OMS. De ahí que sea fundamental tener la vacuna. La que, por desgracia, no pudieron recibir ni Polio Paul ni Polio Martha.