Susana Rodríguez Gacio: “Sufrí acoso en el colegio y de adulta y es de lo más desagradable”

“Hoy por hoy no firmaría por poder ver. En ningún caso me gustaría ser distinta a como soy”, afirma la deportista y médica viguesa en su intervención en Afundación

Susana Rodríguez Gacio, ante el público que asistió ayer a su charla en la Sede de Afundación.

Susana Rodríguez Gacio, ante el público que asistió ayer a su charla en la Sede de Afundación. / ALBA VILLAR

Susana Rodríguez Gacio no vino con “Yellow” –la campeona paralímpica reconoció que a su perro lazarillo le incomoda la lluvia y ayer llovía con ganas–, aunque sí con la Medalla de Oro que obtuvo en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, 500 gramos de amarillo reluciente que para Gacio representan no sólo la recompensa al esfuerzo y la constancia, sino un recuerdo de una experiencia vital que, aseguró, deja tanto o más poso que el propio logro deportivo. “La medalla es algo que tienes ahí, pero la experiencia personal es el mayor premio”, afirmó.

La médica y deportista viguesa, Premio Nacional de Deporte 2022, puso todo el corazón en las dos conferencias que impartió en la Sede de Afundación de Vigo dentro del programa “Educación século XXI”. En la sesión dirigida a escolares, que se celebró de forma presencial y online –al auditorio acudieron medio alumnos del Colegio Plurilingüe Niño Jesús de Praga (Vigo) y usuarios de DOA, mientras que otros 1.300 escolares de centros de toda España–, Gacio explicó qué es el albinismo y la discapacidad visual que trae pareja, habló de sus carreras deportiva y médica, y relató las dificultades con las que se encuentran en su día a día las personas que, como ella, tienen una discapacidad visual grave.

En su charla, titulada “Constancia, cabeza e corazón”, la medallista hizo un llamamiento al respeto a la diversidad para acabar con los casos de acoso. “Cada persona puede tener sus dificultades y sus circunstancias, pero no hay nadie que no haya de ser respetado. Yo viví la situación de bullying en el colegio y también de adulta, porque el acoso lamentablemente no deja de existir cuando creces, y es de lo más desagradable”, afirmó.

Gacio estudió en un colegio común en un momento en que las personas con discapacidad visual comenzaban a integrarse en las aulas convencionales, algo que para ella fue una suerte. “Fui afortunada porque la educación inclusiva es una oportunidad para todos”, sostuvo. También agradeció que su familia siempre interpretara su discapacidad como una cualidad diferente y no como un impedimento, lo que le animó a perseguir sus sueños.

Durante la etapa escolar fue también cuando tuvo su primer contacto con el deporte, una actividad que reconoció que es tan exigente como gratificante, además de saludable, por lo que animó a los chavales a practicarlo. “Todo el esfuerzo que he invertido en el deporte me ha servido para avanzar en todas las facetas de mi vida”, aseguró.

Gacio explicó que desde niña le fascinó el cuerpo humano, por lo que, que tras acabar el instituto hizo Fisioterapia, entre otras razones, porque le permitía estudiar cercar de casa, en Pontevedra. Sin embargo, quería ir más allá y, tras comprobar que en Estados Unidos había personas con ceguera que habían conseguido ser médicos, se matriculó en Medicina en la USC. “Trabajar ahora en el Meixoeiro, en mi ciudad, es un sueño para mí”, comentó.

No negó que el periodo universitario no estuviera exento de dificultades. Cada nueva etapa tiene sus desafíos, aseguró. “La discapacidad visual es un handicap porque el mundo está diseñado para la mayoría, y la mayoría no tiene una discapacidad visual. Esto es así. Lo que hay que hacer es aprovechar los recursos que cada uno de nosotros tenemos para llegar lo más lejos posible”, afirmó.

Aun así, aseguró que hoy por hoy, no cambiaría sus circunstancias. “Si me dieran un contrato para que no tuviese albinismo y pudiese ver, hoy por hoy no lo firmaría. Tanta información visual me volvería loca y, además, si hoy estoy aquí es porque he nacido, crecido y he construido mi día a día con esto. Por eso, en ningún caso me gustaría ser distinta a como soy”, aseguró la deportista, que además del Oro de Tokio en triatlón (natación en aguas abiertas, ciclismo en ruta y carrera a pie) adaptado cuenta con cuatro campeonatos del mundo y tres de Europa, y que ya tiene plaza en los Juegos Paralímpicos de París.

La triatleta también relató su experiencia en las Paralimpiadas de Río de Janeiro y Tokio –en la primera quedó en quinta posición y en la segunda se trajo el Oro–, del recibimiento tan distinto que obtuvo cuando regresó de una y de otra –de la soledad absoluta en el primer caso a acaparar portadas en el segundo– y de cómo es vivir en la villa olímpica, que puso como ejemplo de solidaridad e inclusión. “Cada deportista paralímpico tiene sus circunstancias y sus dificultades, pero siempre hay alguien que te va a ayudar”, afirmó.

El confinamiento por la pandemia del COVID-19 avivó su pasión por el deporte y el entrenamiento se convirtió en su mejor aliado para hacer frente a una situación que Gacio vivió desde el lado más duro: el hospitalario. “Yo llegué tan a tope a Tokio porque no dejé ni un solo día de entrenar. Otros compañeros atletas se relajaron un poco”, reconoció.

Gacio se refirió también al equipo de profesionales que trabajan con ella, sin los cuales no podría haber llegado hasta donde está, afirmó, desde su entrenador y las deportistas que la han acompañado en las competiciones hasta su psicóloga. “Han respetado siempre mis días de exámenes y de trabajo y esto es muy importante. Un equipo que te quiere como persona es fundamental”, dijo.

También reconoció que ha vivido momentos bajos en el deporte. Paradójicamente el año que más triunfos cosechó (2022) fue el más duro. “Salía a ganar, pero no disfrutaba y descubrí que el triatlón había dejado de ser mi ilusión”, comentó. Para recuperarla y volver a disfrutar pidió ayuda profesional. “Ahora no podría seguir sin la ayuda de mi psicóloga”, dijo.

Gacio también explicó qué ayudas y cómo las reciben los deportistas, y aseguró que la gran asignatura pendiente es ayudarlos para que puedan a integranse en la vida laboral una vez que acaban sus carreras deportivas. “Hoy muchos deportistas estudiamos y competimos, pero aún así nos perdemos oportunidades laborales por el tiempo que nos exige el deporte de alto nivel”, dijo.