La memoria de Humberto Baena, una lucha que no cesa

La viguesa Flor Baena protagoniza un documental rodado por Amnistía Internacional

Desea imprimir un nuevo impulso a su lucha por limpiar el nombre de su hermano, fusilado en 1975: “Quiero que reconozcan públicamente que era inocente”

Flor Baena durante el rodaje del documental.

Flor Baena durante el rodaje del documental. / Amnistía Internacional Vigo

M. González

M. González

La lucha de Flor Baena todavía no ha acabado. No cesará hasta que el Estado reconozca que su hermano, Xosé Humberto Baena, uno de los dos vigueses fusilados el 27 de septiembre de 1975 en las últimos ejecuciones de la dictadura de Franco, fue “un asesinado, no un asesino”. La viguesa vuelve a contar la trágica historia de su hermano, condenado tras un juicio injusto acusado de un delito que no había cometido, en un documental que está grabando Amnistía Internacional Vigo y que está dirigido por María Arias.

Aunque la Ley de Memoria Democrática promulgada en octubre de 2022 establece la nulidad de las sentencias y resoluciones impuestas por tribunales franquistas, declarados “ilegítimos” ya desde 2007 en la Ley de Memoria Histórica, la viguesa anhela una reparación pública. “Me daban un certificado personal en el que reconocían que había muerto injustamente y que su culpabilidad no había sido demostrada, pero a mí eso no me vale de nada. Yo ya sé que no era culpable, la familia ya lo sabemos. Lo que yo quiero es que reconozcan públicamente que era inocente”, proclama Baena.

Son ya 48 los años de lucha por la verdad, justicia y reparación por la muerte de su hermano, cuyo caso ya fue relatado en libros como el de “Mañana cuando me maten”, de Carlos Fonseca, o en trabajos audiovisuales como la película documental de Adolfo Dufour “Septiembre del 75” y que inspiró a Luis Eduardo Aute en el tema “Al Alba”. “Llevamos todos estos años luchando para que le devuelvan su honor, pero siempre te ponen piedras en el camino para que no puedas seguir avanzando”, se lamenta.

Flor Baena y su hermano Humberto, a principios de los años 70. Cedida

Flor Baena y su hermano Humberto, a principios de los años 70. / Cedida

“Nuestra idea es ser el altavoz de Flor y tener una forma de contar el caso de su hermano, Humberto, a través de ella misma, porque nadie mejor que ella lo puede contar,”, indica la directora, que en el trabajo documental incluye “otros testimonios y otros personajes que han vivido esto también de cerca”, aunque insiste en que “si te lo cuenta ella ves realmente lo que ha sufrido esta familia y te das cuenta de la injusticia que hay detrás”.

Flor es una mujer con una fuerza increíble, la bondad que transmite... A pesar de los años que han pasado, que siga intentando limpiar el nombre de su hermano, porque ella quiere que se reconozca que la acusación que sufrió su hermano fue irregular, es algo increíble”, prosigue María Arias.

“Una vez ocurrió el asesinato de Humberto Baena todavía no se podía hablar mucho y pese a todo la familia hizo presión. Cuando ya se pudo tratar del tema de forma más pública, empezaron a difundir todo lo que había ocurrido, a intentar reunirse con asociaciones y recurrir a la vía legal...”, rememora.

Apoyo de Amnistía Internacional

“Las respuestas negativas del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo y del Comité de Derechos Humanos la ONU desanimaron mucho a Flor”, prosigue Arias, “pero el apoyo de Amnistía Internacional le ayudó a coger un poco de fuerza y yo creo que esta idea del documental le ha insuflado energía para seguir ahí y poder contarlo. Es una historia muy emotiva, por ese amor con el que habla de su hermano, y es una historia que parece realmente de película. Parece mentira que haya pasado hace nada en España, es algo que mucha gente todavía no sabe, sobre todo las nuevas generaciones”.

Flor Baena está convencida que este documental, que verá la luz el próximo año, le dará un nuevo impulso a su causa: “Todo sea para que no se olviden de él”. Por eso participará también en otro documental que preparan en el IES Audiovisual de Vigo. “Cuanta más gente sepa lo que pasó, mejor; sobre todo la gente joven, porque todo esto no viene en los libros de historia, no está en ningún sitio”, dice con la intención de mantener viva la memoria de la injustica que llevó a su hermano a ser fusilado.

Su periplo ha sido interminable. Y no siempre ha sido un camino fácil. El Tribunal Constitucional se inhibió por ser un caso previo a la aprobación de la Constitución española de 1978; el de Estrasburgo dictaminó que en el momento de los hechos España no había firmado el Convenio Europeo de Derechos Humanos. “Fuimos a la ONU y nos contestaron que como ya lo había visto el Tribunal de Derechos Humanos ellos quedaban fuera de eso”, se lamenta: “Unos por los otros, fueron echando balones fuera”.

El caso llegó incluso a manos de la magistrada argentina María Servini, como parte de la querella presentada en Argentina sobre los crímenes del franquismo. “Llegó a venir a Madrid para hablar con los familiares de algunos de los represaliados”, dice la viguesa. Aunque finalmente la cita se canceló antes de que pudieran entrevistarse con ella. “A través de Amnistía Internacional nos reunimos en octubre con la diputada de Sumar Galicia Verónica Martínez Barbero, a quien le agradezco su empatía con el caso, y a quien pedí que hiciera las gestiones necesarias para que el Gobierno, antes de que se cumplan los 49 años de su muerte, nos reciba para que el presidente Pedro Sánchez reconozca públicamente que aquellos juicios fueron injustos y nos pida perdón en nombre del Estado”, declara Flor Baena, que apunta como posible fecha el acto que desde hace dos años el Gobierno celebra en Madrid el 31 de octubre, día de recuerdo y homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura, según la Ley de 2022.

“Con la ayuda de Amnistía Internacional, escribí de nuevo al Gobierno y en octubre nos dijeron que están elaborando un nuevo modelo de Declaración de Reconocimiento y Reparación Personal que mencione la nulidad de los juicios para incorporar esa declaración al expediente judicial de modo que la causa conste como anulada”, explica. Esa declaración previsiblemente se incluirá en el Reglamento de la Ley de 2022 pendiente de aprobación por el Consejo de Ministros, pero Flor no descansará hasta lograr ese gesto público que necesita para reparar la memoria de Xosé Humberto Baena. “Ya lo tenemos ahí, cerquita”, festeja: “No quiero que quede en la historia como un asesino, sino como un asesinado”.

Las cinco balas que acabaron con la vida de Humberto Baena

A lo largo de estos 48 años, incluso desde el primer año, “cuando todo estaba muy reciente todavía”, en la fecha del aniversario de su muerte se reúne en Pereiró un grupo de amigos de Humberto Baena para rendirle homenaje delante de su tumba. “Cantan canciones y suelen leer algo en su memoria y eso es muy importante para la familia, porque vemos que no le olvidan”, dice su hermana. Flor Baena prosigue una lucha que iniciaron sus padres. Fue en 1976 cuando su padre –fallecido en 1982– y su hermano fueron a Madrid para presentar la documentación para reabrir el proceso. “En cuanto vieron de qué se trataba, se lo rechazaron”, rememora.

Años de amenazas no pudieron frenar, sin embargo, su reivindicación. “En 2002 me llamó Doris Benegas (política y abogada fallecida en 2016) y me dijo que su marido estaba en deuda con él porque no había perdido el curso gracias a mi hermano, ya que eran compañeros de instituto y todos los sábados le llevaba los apuntes porque él había tenido un accidente y no podía ir a clase. La única forma que tenían de pagarle ese favor era ocupándose de su caso, sin cobrarnos nada”.

Han ido pasando los años y superando diferentes procesos, pero lo que nunca olvidará Flor Baena son las cinco balas en el cuerpo de su hermano el día que reabrió su tumba. “A los ocho días de que lo mataran quisimos traerlo para Vigo”, recuerda. “Tardaban dos días en embalsamarlo y teníamos que ir a esperar el coche fúnebre a las 12.00 de la mañana a O Porriño”, cuenta. “Como el chófer no sabía muy bien el camino, salió antes y llegó a las 8.00 de la mañana. La policía se enteró y le hicieron venirse y abrieron el cementerio para enterrarlo, sin avisarnos”, dice emocionada. “Mi madrina, al ver un coche fúnebre en la Avenida de Madrid escoltado por la policía, supuso que era él y fue a buscar a mi padre. Cuando llegaron allí, ya lo habían enterrado, ya habían cerrado el panteón. Mi padre tenía miedo de que no fuera él al que trajeran y murió con esa pena y con esa duda. Mi madre, igual”, apunta.

“En 2011 tuvieron que hacerme una operación seria de intestino y cuando iba para el quirófano no estaba pensando si me moría o no, solo pensaba que si me moría no sabría si era mi hermano o no el que estaba allí enterrado. Así que me prometí que si salía de la operación tenía que levantarlo y saberlo”. La operación salió bien y, en cuanto pudo, pidió los permisos pertinentes en el Ayuntamiento: “Fuimos mi hija y yo. Estaba entero, completamente. Se le notaban las balas: una en el brazo derecho, que se lo rompió por el codo, y cuatro en el pecho. Fue un momento muy duro, pero me saqué un peso enorme de encima”, confiesa.

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