Un terror que va “in crescendo” día a día

Romper el silencio es el primer paso para romper el ciclo de la violencia de género

Los abusos y humillaciones continuados van minando a la víctima hasta anularla como persona

Una mujer se protege de un golpe.

Una mujer se protege de un golpe. / Freepik

Natalia, Paula, Carmen, Paqui, Belén, Francy, Caterina... Ellas son sólo algunas de las 52 mujeres que han pasado a engrosar la vergonzosa lista de víctimas mortales de violencia de género por sus parejas o exparejas en lo que va de año –53 si se confirma que Judith Muñoz González, la vecina de Vigo de 37 años cuyo cadáver se encontró hace unos días en un polígono de Porriño, fue asesinada por su expareja, a quien en estos momentos busca la Policía–. A estas cifras, se suman dos menores asesinados por violencia vicaria y 51 que se han quedado huérfanos. Desde que existen estadísticas oficiales, en 2003, 1.237 mujeres han sido asesinadas por violencia de género. Estas vidas arrebatadas son sólo la punta del iceberg del infierno que sufren cientos de mujeres a diario y que no muestran al mundo.

La violencia de género tiene mil caras: física, verbal, psicológica, emocional, sexual, económica, de control, vicaria (aquella que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer)... todas con idéntico propósito: construir una relación vertical de poder en la que la mujer es sometida. Pero el infierno no se desata de repente. Al principio puede ser una simple crítica sobre la forma de vestir, un menosprecio a una opinión o actitudes y comportamientos misóginos, que van aumentando en periodicidad e intensidad según pasa el tiempo, aislando a la víctima y haciéndola cada vez más vulnerable hasta que pierde su capacidad de autodefensa y se ve inmersa en el ciclo de la violencia de género, un concepto desarrollado por la psicóloga estadounidense Lenore E. Walker para explicar la complejidad de la violencia en el contexto de las relaciones interpersonales.

La violencia tiene una evolución en espiral. Cuando hay maltrato físico, cuando una mujer es asesinada es porque, previamente, ha habido un maltrato psicológico y emocional. Éste es muy sutil y no deja rastro visible y, por tanto, es muy difícil de detectar desde fuera e incluso por la propia víctima, que muchas veces no lo identifica como tal, sobre todo al principio”, asegura Victoria Canosa, psicóloga acreditada en los programas de intervención en violencia machista del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG).

Según las estimaciones publicadas por la Organización Mundial de l Salud (OMS), alrededor de una de cada tres mujeres (30%) en el mundo han sufrido violencia física y sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Este organismo mundial reconoce que la violencia contra la mujer, especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual, constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres. En todo el mundo, casi un tercio (27%) de las mujeres de 15 a 49 años que han estado en una relación informan haber sufrido algún tipo de violencia física o sexual por su pareja.

"La violencia va mermando a la mujer sin que se dé cuenta hasta anularla como persona"

Victoria Canosa - Psicóloga especialista en violencia de género

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La violencia de género es difícil de aceptar porque es ejercida por la persona que se supone que nos quiere. Por esto, es muy común que la víctima busque explicación a la actitud del agresor e incluso se culpe a sí misma de la situación que sufre. “Si la persona con la que tenemos un proyecto en común nos hace daño, lo justificaremos de mil maneras y hasta pensaremos que es culpa nuestra”, explica la psicóloga gallega, miembro de la sección de Psicología Jurídica del COP.

Por ello, no es extraño que los casos de violencia de género salgan a la luz en la consulta del psicólogo de una forma casual. “Por suerte, hoy la gente cada vez se preocupa más de su salud mental y emocional y pide ayuda de forma más abierta. Muchas veces, una paciente acude a consulta porque no puede con el trabajo y con los hijos y se siente desbordada, y en cuanto indagas un poco descubres que detrás de todo esto hay un maltrato psicológico, emocional o económico, que es una forma de violencia muy solapada”, afirma.

La violencia de género no distingue edad, lugar de procedencia de procedencia, religión o condición social. “La violencia va mermando a la mujer sin que se dé cuenta hasta anularla como persona y no importa lo independiente y fuerte que sea y ni lo capacitada que esté. Al final, dudará de todo lo que hace. Una relación abusiva intensa puede hacer un daño brutal, aunque sólo haya durado un año”, afirma.

La víctima de violencia de género experimenta una sensación de parálisis y anestesia emocional, lo que explica que no reaccione ante lo que está pasando. Ante condiciones abusivas, amenazas de violencia o incluso de muerte frente a las que se ve impotente, la mujer se rinde. Es lo que el filósofo estadounidense Noam Chomsky denominó síndrome de la rana hervida: la rana es metida en una olla de agua fría que se va calentando poco a poso. El animal percibe el calor, pero no como una amenaza y sigue nadando. Cuando ya está hirviendo le resulta desagradable pero está tan cansada que no puede huir y termina, literalmente, hervida.

Un ciclo viciado

Salir del ciclo de violencia de género es difícil, recuperarse de su impacto, también. Sin embargo, es posible. Canosa recomienda romper el silencio y buscar apoyo. “Es importante buscar a alguien con quien hablar, un amigo, un familiar, incluso un profesional de confianza como el médico de cabecera, quien sea. No quedarse con el runrún”, explica.

Sin embargo, muchas callan y muchas más no denuncian a sus agresores. De hecho, muchas víctimas mortales no tenían denuncias previas. Para Canosa, esto responde a varios factores. El primero es que el agresor es la persona con quien comparte la vida y, en muchos casos, el padre de sus hijos. Otro, el bloqueo emocional que sufren las víctimas. “Cuando estás infravalorada y anulada como persona es mucho más difícil tomar decisiones y más si son de ese calado”, afirma.

Otro factor disuasorio es la desconfianza en el sistema. “Es muy triste que aún haya víctimas que te digan que si lo llegan a saber no denuncian por no pasar por todos los trámites judiciales y lo que tardan los procesos. La víctima sólo quiere pasar ese trance cuando antes y continuar con su vida”, comenta.

Canosa alerta también del incremento de relaciones entre jóvenes basadas en el control de uno y la sumisión de otra. “Algo tenemos que estar haciendo mal como sociedad para que los chicos y las chicas normalicen una manera de relacionarse que nada tiene que ver con el compromiso personal ni con el respeto hacia la otra persona”, se lamenta esta especialista, que aboga por fomentar una educación que les ayude a construir relaciones sanas e igualitarias.

En cuanto al papel que desempeñan los psicólogos en los casos de violencia de género, explica que su labor es acompañar y tratar a la víctima para que pueda reconstruirse como persona lejos del infierno de la violencia machista, así como dotarle de herramientas para que vuelva a ser una persona autónoma. La recuperación de la autoestima es uno de los aspectos que más hay que trabajar. Canosa reconoce que a veces el camino de recuperación es largo y arduo, pero que hay salida.

Intervención con hombres

El Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG) tiene dos programas de atención psicológica específicos para casos de violencia de género. El primero (teléfono: 629 777 595) está dirigido a las víctimas y tiene como finalidad que recuperen y adquieran habilidades y capacidades que les permita ser autónomas e integrarse en la vida social.

El segundo es “Abramos o círculo” (630 170 140), dirigido a hombres que quieren aprender a resolver conflictos sin violencia, relacionarse con respeto e igualdad y asumir hábitos positivos de convivencia. El objetivo es prevenir la violencia de género y ofrecer información y terapia psicológica a hombres con actitudes violentas. La red asistencial de terapeutas acreditados de "Abramos o círculo" cuenta con cerca de 53 profesionales en toda Galicia, casi una treintena en la provincia de Pontevedra.

Ambos programas cuentan con el apoyo de la Xunta de Galicia, son gratuitos y su acceso es anónimo.

“Al igual que a la mujer le cuesta asumir que está en una situación de violencia, también a los hombres les cuesta reconoce que tal vez su forma de relacionarse con las mujeres no es la que crea mejores vínculos”, explica la psicóloga Victoria Canosa.

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