carlos rosón | Director de la ONG Igaxes

“Los chicos del sistema de protección se buscan la vida a los 17 años sin apoyo familiar”

“La media de emancipación está en los 30,3 años; a estos jóvenes se les obliga a tener su vida autónoma con diez años antes”

Carlos Rosón, director de la ONG Igaxes.   | // FDV

Carlos Rosón, director de la ONG Igaxes. | // FDV / ágatha de santos

Obligados a madurar mucho antes que el resto de los jóvenes, los chavales procedentes del sistema de protección de menores se enfrentan a la vida sin el sostén que supone el apoyo y el afecto de una familia y, además, tienen que lidiar con el estigma social, que muchas veces les señala como culpables y no como víctimas. El programa Mentor les da cobertura hasta los 21 años, pero aun así, estos jóvenes salen al mundo sin red. Por ello, Carlos Rosón, director de la Igaxes, no duda en calificarlos de excepcionales.

–¿Uno de los grandes retos es acabar con el estigma social?

–Sin duda. A pesar de que constantemente estamos diciendo que están dentro del sistema de protección no por algo que hayan hecho ellos, sino para protegerlos de algo que han sufrido, persiste el estigma de que, si están en un centro, es porque han hecho algo malo. Hay una confusión entre lo que es el sistema de protección y el sistema de reforma.

–¿Qué lo alimenta?

–Yo creo que el desconocimiento, porque conocer a estos chavales es darse cuenta que son chavales, te iba a decir que normales, pero yo creo no lo son. Son chavales que se salen de la norma porque con 17, 18, 19 años están buscándose la vida, están saliendo adelante sin el apoyo de sus familias. La media de emancipación en España es de 30,3 años. Estos chicos se ven obligados a madurar antes porque tienen que tener una vida autónoma e independiente con 17,18,19 años. Pero cuando se habla de centros de menores, enseguida el imaginario nos lleva a orfanatos dickensianos. Ese imaginario sigue siendo muy potente. Y en realidad son chavales que tienen el mismo nivel de conflictividad que cualquier otro joven a su edad, sólo que agravado en este caso por esa situación de trauma.

–¿Cómo romper con el estigma?

–Nosotros estamos articulando mecanismos para romper esa estigmatización, para que ellos mismos cuenten su historia y se muestren. La herramienta más potente que tenemos ahora mismo en marcha para que se cambie la mirada sobre estos chicos y chicas es “Sueños”, una obra de teatro que cuenta experiencias reales.

–¿Qué otros retos se plantean?

–Otro reto es reducir el fracaso escolar. Debido a todo el trauma que acarrean, estos chicos tienen niveles educativos y formativos muy bajos, lo que también condiciona sus posibilidades de acceso al mercado laboral. Por eso, nosotros insistimos en que hagan una buena formación. Y otro, sin duda, es el de la salud mental, aunque no es un problema que les afecta sólo a ellos, sino que está afectando a la juventud en general. ¿Qué ocurre? Que cuando hay un problema, éste siempre es más intenso en los son más débiles. El acceso a la vivienda, por ejemplo, es otro de los grandes retos que tenemos por delante. Ahí se encuentran con las mismas dificultades que cualquier otro joven que sale a buscar vivienda, pero al ser mucho más jóvenes, aumenta la suspicacia a la hora de alquilarles un piso. Y otro reto fundamental es generar red social de apoyo, es decir, generar comunidad alrededor de estos chavales. En la medida en que se cambie esa mirada, será mucho más fácil generar esa red social de apoyo. Ahora la tienen en la organización, a la que siempre puede acudir porque siempre puede haber un revés, pero nos gustaría que fuese más amplia.

–¿Hay historias de éxito?

–Habría que matizar qué entendemos por éxito, porque lo que para mí pueda significar éxito para mis hijos, por ejemplo, puede que no lo sea. Pero sí, la mayor parte de ellos tienen la vida encarrilada, por decirlo de alguna manera, son autónomos y siguen teniendo dificultades porque, efectivamente, cualquier persona en momentos, además de crisis, las tiene. Lo que es importante es, por un lado, que ellos sepan superar esas dificultades y tienen una capacidad de residencia muy demostrada por toda su trayectoria vital. Hicimos un estudio estatal sobre personas sin techo que hayan pasado por el sistema de protección y Galicia da los niveles más bajos de todo el Estado. Aquí, donde hay programa de transición a la vida adulta de estos jóvenes, los niveles de gente del sistema de protección que están sin hogar son mínimos.

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