La contaminación puede incrementar el riesgo de ictus también a corto plazo

Una revisión científica sobre 110 trabajos y 18 millones de casos asocia la exposición a contaminantes durante solo cinco días a una mayor probabilidad de sufrir accidentes cerebrovasculares

Tubo de escape de un  vehículo viejo. |   // A. RUESCHE

Tubo de escape de un vehículo viejo. | // A. RUESCHE / Rafa López

Rafa López

Rafa López

Se había constatado que la exposición a largo plazo a diversos agentes contaminantes en el aire incrementaba el riesgo de padecer ictus. Ahora, una amplia revisión científica que incluye 110 trabajos y más de 18 millones de casos de ictus muestra que la exposición reciente –en los cinco días previos al accidente cerebrovascular– también aumenta la probabilidad de sufrir este tipo de accidentes cerebrovasculares.

Los resultados de este trabajo (Toubasi et al.: Short-term Exposure to Air Pollution and Ischemic Stroke: A Systematic Review and Meta-analysis), que se acaban de publicar en la revista “Neurology”, han sido considerados como muy relevantes por diversos expertos en neurología y en salud ambiental, que inciden en la necesidad de políticas que reduzcan la exposición aguda a contaminantes, los llamados “picos” de contaminación que se producen sobre todo en grandes ciudades.

El ictus isquémico es el tipo más frecuente de ictus, ya que supone entre el 80% y el 85% del total. Lo provoca una falta de flujo sanguíneo cerebral causado por una oclusión o trombosis de una arteria cerebral.

Partículas ambientales

Este metaanálisis demuestra que diferentes partículas ambientales como el monóxido de carbono (CO), el dióxido de azufre (SO2), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono (O3), así como partículas de diferentes tamaños, incrementan el riesgo de sufrir un ictus isquémico y la posibilidad de morir por el ictus, incluso en una exposición a corto plazo a esta contaminación (menos de 5 días). Tanto el monóxido de carbono como el dióxido de azufre y el dióxido de nitrógeno forman parte de las emisiones de los vehículos impulsados por motores de combustión, mientras que los niveles de ozono se disparan durante las olas de calor.

“El artículo de ‘Neurology’ es de gran interés y viene a reforzar los resultados publicados previamente sobre la asociación entre la contaminación ambiental y el ictus incidente”, declara a Science Media Center (SMC) España la neuróloga Elena López-Cancio, para quien los resultados “son muy relevantes para conseguir establecer políticas que vayan encaminadas a disminuir la contaminación ambiental”. López-Cancio, miembro del departamento de Neurología, Unidad de Ictus del Hospital Universitario Central de Asturias y profesora asociada de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo, fue coautora de un apartado específico sobre polución ambiental en la última actualización (2021) de las guías de prevención del ictus de la Sociedad Española de Neurología. En ese epígrafe se recomineda, a partir de la evidencia existente, aplicar políticas de salud pública que permitan disminuir la contaminación atmosférica por su potencial efecto en la prevención del ictus.

Coincide con López-Cancio el también neurólogo Francisco Moniche, jefe de sección de la Unidad de Ictus en el Servicio de Neurología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. “Los datos obtenidos son robustos, ya que evalúan datos de diferentes estudios con un gran número de pacientes con ictus (18 millones) en múltiples países de Asia, Europa y América”, apunta a SMC. Este especialista destaca que la novedad de este “estudio de estudios” estriba en que “hasta el momento no había datos concluyentes acerca de una exposición a corto plazo y la relación con el riesgo de ictus”.

Para Víctor Briz, investigador Ramón y Cajal en el Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III, la trascendencia de este estudio, además de analizar el efecto a corto plazo entre la exposición y la aparición de los problemas neurológicos, radica en “el enorme tamaño de la muestra poblacional analizada y en los estudios incluidos”, y en que “analiza el efecto de componentes químicos individuales”, resume a SMC.

Limitaciones

Tanto Briz como Moniche mencionan ciertas limitaciones metodológicas del estudio. El primero señala la inclusión de población mayoritariamente procedente de países desarrollados, por lo que “se echan faltan datos de países en vías de desarrollo, como los africanos”. El segundo recuerda que el trabajo se basa en estudios observacionales, por lo que “podrían coexistir otras causas para estos hallazgos como es el nivel socioeconómico, acceso al sistema sanitario, dieta, ejercicio, etc”. Pese a ello subraya que este metaanálisis “debe ser tenido muy en cuenta a la hora de establecer medidas para frenar la contaminación, especialmente en la ciudades y zonas industriales”.

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