Entrevista | María Teresa Pereiro Escritora viguesa, ganadora del XXV Premio Tiflos de Novela

“Hay algo de mí en mis personajes, incluso en los que tienen más sombras que luces”

Su libro, “El tiempo de la sal”, recrea un encuentro ficticio entre una trabajadora de la salazón y Julio Verne, durante su primera visita a Vigo en 1878

María Teresa Pereiro, con el premio Tiflos de Novela.

María Teresa Pereiro, con el premio Tiflos de Novela. / Carmen Sayago

“Ahí viene la sobrina de Verne”, decían los funcionarios municipales cada vez que la veían llegar. Durante meses, la viguesa María Teresa Pereiro (1983) estuvo buceando en los archivos municipales y en la hemeroteca del diario decano para documentar “El tiempo de la sal” (Galaxia Gutenberg), una historia que relata el supuesto encuentro entre una trabajadora de la salazón y el escritor Julio Verne durante la primera escala que hizo el autor de “20.000 leguas de viaje submarino” a Vigo. Se trata de su primera novela, con la que ha obtenido el prestigioso internacional Premio Tiflos de Novela de la ONCE en su vigesimoquinta edición. Pereiro es autora de varios relatos, algunos de los cuales han sido merecedores de reconocimientos como el Premio Provincial de Pontevedra.

–¿Qué historia cuenta “El tiempo de la sal”?

–Luis Mateo Díez (escritor, académico de la RAE), miembro del jurado, ha dicho que es una historia intimista, un adjetivo que creo que la define muy bien. A partir de un hecho histórico: la primera visita de Julio Verne a Vigo, en 1878, construyo una historia de ficción con personajes reales como Sanjurjo Badía, que se entremezclan con otros ficticios, y que en algún momento retrocede hasta la batalla de Rande. La historia comienza con el encuentro de Verne con Sabela, una trabajadora de la salazón.

–¿Por qué esta visita de Verne?

–En un taller de guion para cortometrajes, el profesor nos propuso escribir una historia de amor en Vigo. Yo hacía poco que había conocido las visitas de Verne a Vigo porque hace unos años esto era relativamente desconocido, incluso para los vigueses. Empecé a tirar de ese hilo y descubrí que había todo un mundo por conocer y por contar. Siempre había esperado dar con una historia con el suficiente peso como para escribir una novela. Antes había escrito sólo relatos cortos.

–¿Podría haberse dado ese encuentro que relata?

–¡Quién sabe! Por lo que descubrí sobre Verne, encajaría con su personalidad porque era bastante reservado. Su matrimonio duró hasta su muerte, pero no le hacía feliz, entre otras cosas, porque él tenía ese espíritu viajero, aunque se crea, erróneamente, que no viajó. Y hubiese viajado más si un accidente no le hubiese dejado cojo. Incluso se cree que tuvo un amor crepuscular en la vida real.

–¿Era lectora de Julio Verne?

–No sé si de niña había leído algo. Empecé a leerlo cuando me documentaba porque él decía que quien quisiera conocerlo que leyera sus libros. Y la verdad es que en casi todos hay un personaje que es él o que guarda muchas similitudes con él: Nemo en “20.000 leguas de viaje submarino”, Phileas Fogg en “La vuelta al mundo en 80 días”...

–¿En su caso también?

–Hay algo de mí en todos. Creo que es inevitable dejar algo de mí misma , como escritora, en los personajes, incluso en los que tienen más sombras que luces.

–¿Sabela tiene más luces o más sombras?

–Sabela es luz. Al principio está hundida en las sombras y lucha, a veces contra sí misma, por sacar la luz que tiene dentro.

–¿Cómo era el Vigo de 1878?

–Era un pueblo con mucho encanto. Yo me enamoré de ese Vigo buceando en los archivos y en la hemeroteca de FARO, de la que saqué un montón de pequeños detalles para la novela, como un perro de perdices extraviado, y algún personaje.

–Aunque escrita en castellano, la novela tiene muchas frases en gallego...

–Me apetecía mantener esa esencia. En su día se lo pasé a gente no gallegohablante para ver si lo entendían por el contexto y me dijeron que sí. También hay expresiones en francés, porque todo esto es el reflejo del Vigo de la época, una ciudad en la que recalaba gente de muchas partes del mundo, visitantes pero sobre todo comerciantes que quisieron invertir en la ciudad. La novela es también un homenaje a ese Vigo y a todas estas personas.

–¿En qué trabaja ahora?

–Estoy dándole vueltas a varias historias. No puedo estarme quieta, al menos, intelectualmente. Pero no puedo adelantar nada porque aún son cosas muy incipientes, aunque sí que estoy trabajando en la adaptación de un relato al teatro para un grupo de amigos actores.

–¿Cuándo descubrió su vocación por la literatura?

–Desde muy pequeña. Sin embargo, me licencié en Economía, lo que me distanció de la escritura creativa, a la que, al final, regresé, ya que trabajo de redactora de contenidos en una agencia de marketing, en Sada.

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