Una sombra de futuro sobre Cans

El festival de cine piensa ya en un cambio en la dirección | Pese al éxito, le preocupa el envejecimiento de la población en la aldea y el relevo generacional en la organización

Alumnos junto al Can de Pedra convertido en cartero. Gal_2: Rueda: "Siempre digo que es mucho más complicado el partido que la Xunta"

Alumnos junto al Can de Pedra convertido en cartero. Gal_2: Rueda: "Siempre digo que es mucho más complicado el partido que la Xunta" / Marta G. Brea

Mar Mato

Mar Mato

El Festival de Cans es un éxito año tras año. En esta última edición la pasada semana volvió a demostrarlo. Pero, ¿está garantizado el futuro? Desde la organización, trabajan para que pueda durar, mínimo, 20 años más. Sin embargo, al propio director del evento, Alfonso Pato, le preocupa el envejecimiento de la población en la aldea y el relevo generacional en la organización. Asegura que no se ve en ella dentro de cinco años, mientras destaca la incorporación de gente joven. Ainhoa, Yago y Carlos han crecido con el festival desde niños y ahora superan la mayoría de edad. Ellos alumbran la esperanza.

“Me conmociona cuando muere una persona mayor de la aldea porque está ligada al festival. Me preocupa que hay mucha población mayor; muchos nos fueron dejando y eran emblemas del festival. Eso va conectado al relevo generacional de la organización que también me preocupa. Desde luego, no me veo aquí dentro de 20 años, ni de quince ni de diez, ni seguramente de cinco”. Alfonso Pato, director del Festival de Cans, se sincera así sobre su futuro. No sabemos si habla de esta manera por cansancio de la vorágine de la edición número 20 o por una decisión meditada.

Sea una u otra razón o ambas, lo cierto es que desde hace años la organización lleva preparando el camino para el cambio en el volante. “Incorporamos a muchos chicos nuevos, que empezaron como guías en los caminos. Este año hubo siete u ocho con 18 años que se incorporaron a tareas del festival. A ver si fructifica este trabajo invisible. A lo mejor somos la mitad de los que estábamos hace 20 años pero hay una parte importante de regeneración”, resalta Pato.

Escolares de visita en la aldea en la última edición del Festival.   | // MARTA G. BREA

Escolares de visita en la aldea en la última edición del Festival. | // MARTA G. BREA / mar mato

El director del Festival de Cans deja claro que “no me gustaría que muriese porque se ha convertido en un icono de la cultura, en una tradición, con la gran preocupación de su supervivencia. Cans es un festival muy emocional, orgánico. Cada vez que muere alguien en la aldea nos toca fondo a todos”.

Pero también hay esquejes nuevos. Ainhoa Cabaleiro es de la quinta del Festival: el próximo julio cumple dos décadas. Desde que llegó a la aldea con sus padres con ocho años para vivir ha participado siempre en el certamen. Este año fue el primero que faltó debido a los exámenes de la carrera de Enfermería que cursa en Compostela. “Si te digo que estuve toda la semana dándole vueltas a la idea de coger un tren solo para ir un ratito hasta allí, ya te haces una idea de lo que supone para mí”, subraya una joven que el pasado año formó parte del equipo médico del evento. “Como aprendiz, claro”, matiza.

Recuerda que lo primero que hizo en el Festival cuando tenía ocho años fue ser guía de los caminos. En aquellos años, rememora, “era una motivación ser guía: hablar con la gente, estar con otros niños, la noche de los vecinos...”.

No olvida cuando tenía 11 años y como un día en la merienda con otros guías empezaron a contar y ver historias de miedo. De noche, y al lado del cementerio, hicieron todo lo posible por no quedarse solos. “Cuando se apagaron las luces del camposanto, del susto, corrimos como locos a un chimpín y no nos bajamos (con el miedo) hasta llegar a la estatua del Can de Pedra”, recuerda.

ALFONSO PATO, DIRECTOR DEL FESTIVAL.

ALFONSO PATO, DIRECTOR DEL FESTIVAL. / MARTA G. BREA

Después de ser guía, pasó a estar en las salas de proyección o coordinando las actividades infantiles. La rotación de tareas incluyó también formar parte del Grupo Cans303 que se encarga de realizar un corto entre los vecinos. En esa edición, tocó centrarlo en Doña Sara, la profesora que impartía clase a las niñas en Cans el pasado siglo. “Filmamos a muchas antiguas alumnas, una era mi abuela. Fue la Noite dos Veciños en la que mejor me lo pasé”, celebra.

Ainhoa está segura de que el Festival “va a seguir llevándose a cabo muchos años más”.

Otro joven –oriundo de la aldea aunque ya no vive en ella– que ha ido creciendo con el certamen es Carlos Rodríguez que comenzó con 13 años de edad como guía dos camiños para ir cada año mudando de función hasta este 2023 que echó una mano como ayudante en sala y siendo el responsable del Invernadoiro el sábado.

Para él, “echar una mano significa pasarlo bien con la gente que es profesional en un sector y aprender”.

En cuanto a si la celebración del Festival de Cans puede ayudar a atraer nueva población a la aldea porriñesa, su respuesta es clara: “Por mucho festival que se monte, la gente no va a venir a vivir al rural ya que vivir en él exige un esfuerzo que en otro sitio no es preciso”.

No obstante, ve puntos fuertes en el evento para que dure muchas ediciones más. “A la gente de Cans, por lo general, le gusta la fiesta por lo que mientras los vecinos quieran festival, festival van a atener. No se me ocurre ningún problema” para que continúe, reflexiona de manera optimista.

Yago Dacosta, de 18 años, colaborador de Cans.   | // MARTA G. BREA

Yago Dacosta, de 18 años, colaborador de Cans. | // MARTA G. BREA / mar mato

Yago Dacosta, colaborador: “Hay muy poca gente joven”

Yago Dacosta ha cumplido los 18 años de edad y desde los seis lleva echando un cable en el Festival de Cans. Es uno de los colaboradores que mantienen la vela de la esperanza ante el futuro. Su visión positiva solo muestra una sombra: “Al principio, cuando empecé éramos un grupillo de amigos. Ahora solo quedo yo. Los demás o se mudaron o ya no están aquí. En la aldea, queda muy poca gente joven”. Este estudiante de un ciclo de Administración de Empresas, que sueña no obstante con trabajar como montador de orquestas para ganarse un dinerito este verano, destaca que lo que le gusta del Festival de Cans es que le ofrece “experiencias nuevas. Como estas, hay pocas aquí. En estos días, hay mucha diversión. Conoces a personas de cualquier parte del mundo, incluso a gente de Alemania, de todas partes....”. Desde que empezó hasta ahora ha sido guía, jurado de los vecinos, ha entregado folletos, ha sido de la parte de seguridad.

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