El gallego que desafió al presidente de EEUU

El coruñés Tomás Fábregas, enfermo de sida, se convirtió con su pulso a George H. W. Bush en todo un icono en la lucha por los derechos de los seropositivos

El gallego que desafió al presidente de EEUU

El gallego que desafió al presidente de EEUU

M. González

M. González

“Mi nombre es Tomás Fábregas, soy un ciudadano español con sida. Desde 1979 resido en los Estados Unidos (...) Este sábado, 25 de julio, regresaré a California. Desafío a George Bush a que me impida volver a mi hogar”. Esta frase es parte del discurso que el coruñés Tomás Fábregas pronunció el 19 de julio de 1992 en la Conferencia Internacional sobre el sida en Ámsterdam. Una frase que, acompañada del lema “No Borders” (sin fronteras) que lucía en su camiseta, lanzaba un desafío al mismísimo presidente estadounidense para denunciar la discriminación que sufrían los seropositivos en el país con leyes “hipócritas y peligrosas” como la que impedía entrar en EEUU a los ciudadanos de otros países que sufrían el síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

Ese desafío fue recogido por los medios de comunicación de todo el mundo y su difusión alcanzó mayor relevancia cuando la actriz y presidenta de la AmfAR –Fundación para la Investigación sobre el Sida– Elisabeth Taylor, muy sensibilizada con la enfermedad que se había cobrado la vida de su gran amigo Rock Hudson en 1985, le mostró su apoyo en público. Los ecos de su comparecencia permitieron a Fábregas, fallecido en 1994, regresar a su residencia en Oakland, pero lo que realmente hizo en Ámsterdam fue sembrar la semilla del activismo y lucha contra la discriminación de los seropositivos. Un legado que todavía hoy pervive.

Desde la izquierda, Ana Hervada, amiga de Fábregas que vive en Nueva York, Docampo y Brooks, durante el acto de entrega de un quilt de homenaje en el Damien Center de Albany.   | // CEDIDA

Desde la izquierda, Ana Hervada, amiga de Fábregas que vive en Nueva York, Docampo y Brooks, durante el acto de entrega de un quilt de homenaje en el Damien Center de Albany. | // CEDIDA / M. González

La dimensión de lo que logró es tal que hasta el alcalde demócrata Frank M. Jordan proclamó el 25 de julio del año 1992 como el día de Tomás Fábregas en la ciudad californiana, mientras que la UNESCO lo calificó como un “cruzado” para que los seropositivos fuesen tratados dignamente. La asociación San Francisco AIDS Candlelight Vigil creó el premio anual “Tomás Fábregas Award” para reconocer a figuras destacadas en la lucha contra el sida y son nombrados en su honor a activistas de la Bay Area de San Francisco, mientras que A Coruña le ha dedicado una calle de Labañou.

Un documental dirigido y producido por Domingo Díaz Docampo, titulado “Fighting Barriers” (Social Docs) y que se encuentra en fase de postproducción, recoge la historia de Fábregas con la intención de continuar con su legado. “Un amigo me habló de él, porque había sido compañero suyo de instituto. Empezamos a investigar y enseguida me di cuenta de que había una historia muy potente”. Tras viajar a San Francisco, en una primera fase, y a Nueva York, Díaz Docampo pudo recopilar importantes datos sobre la vida del activista coruñés, que fue miembro directivo de la San Francisco AIDS Foundation, organización que luchaba contra la enfermedad a nivel municipal, y parte del Grupo de Trabajo sobre Inmigración de la ACT UP, un grupo de acción directa fundado en 1987 para llamar la atención sobre la pandemia de sida y la gente que la padecía.

"El perfil de Tomás es el de un luchador, con unos claros ideales y muy realista"

En una de las primeras entrevistas que realizó para su documental contactó con Felipe Trillo, amigo de Fábregas: “Me dijo que Tomás no era un jarrón chino, pero que tampoco era un espectáculo, y que a ver qué documental hacía”, le espetó. Eso le llevó a reflexionar sobre cómo debía enfocar su trabajo. “Me pregunté qué le gustaría a él y creo que lo que le hubiera gustado es la continuación de su labor en defensa de los derechos de las personas, de los inmigrantes y de la gente con VIH, que es una labor que todavía tiene que ser mantenida”, asegura. “Yo creo que el perfil de Tomás es el de un luchador, de una persona incansable, con unos claros ideales, pero también muy realista, porque sabía qué tecla había que pulsar para conseguir objetivos. Y el objetivo del documental es un poco ese, no solamente contar su vida, sino continuar con su labor”, asegura.

Jeffrey Brooks (izqda.), pareja de Fábregas, el día del discurso.   | // CEDIDA

Jeffrey Brooks (izqda.), pareja de Fábregas, el día del discurso. | // CEDIDA / M. González

Con los activistas con los que llegó a contactar Díaz Docampo en Nueva York, asegura que situaban a Fábegras “a la altura de Larry Kramer”, un escritor, productor de cine y activista gay estadounidense. “Hay testimonios que cuentan que iban a una reunión y había alguien en una esquina en el que no te fijabas hasta que empezaba a hablar, y ese era Tomás”, afirma: “Si se hablaba de temas legales, se había leído toda la legislación, pero si iba a una reunión con farmacéuticas, se informaba sobre bioquímica”.

Su intervención en Ámsterdam tampoco fue improvisada. “Llevaban años preparándola”, dice el cineasta, al que la pareja de Fábregas, Jeffrey Brooks, que estaba allí con él, le confirmó que preparó “años antes ese viaje y esa intervención”. “Iban a hacer el desafío, pero no tenían la garantía de que les dejaran hablar en la asamblea, por lo que una vez allí lo primero que hacen es presionar para que les dejen”. “Brooks cuenta que llevaban un discurso muy elaborado, muy preparado, pero solo les querían dar diez minutos. Vieron, además, que el director del congreso había conseguido una copia del discurso, así que no tenían la seguridad absoluta de que les dejaran intervenir”, añade. Tras conseguirlo, la atención se acrecentó con su presencia junto a Elisabeth Taylor. “Era un estratega. Lo tenía todo muy preparado”: “La visibilización y apoyo que personas como ella, Rod Hudson o Magic Johnson le dieron al colectivo fue fundamental porque los medios de comunicación se hicieron eco. Que vaya un español a Ámsterdam a un tema de sida y que Elisabeth Taylor le de un beso en público y le muestre su apoyo fue muy importante. En aquel momento no había medios digitales, pero si los hubiera habido esa foto se llevaría todos los likes”.

Fábregas, junto a Liz Taylor, en Ámsterdam.   | // CEDIDA

Fábregas, junto a Liz Taylor, en Ámsterdam. | // CEDIDA / M. González

"La foto del beso con Liz Taylos se hubiese llevado todos los likes"

El activismo de Fábregas (A Coruña, 1958) no se había desarrollado de la noche a la mañana: “Lo que dice todo el mundo es que Tomás era un tipo que si iba por la calle y veía una injusticia se indignaba. Yo creo que ese activismo, sus valores y su visión de lo que es un mundo justo le venían de fábrica”. “Es curioso cómo alguien aparentemente no llamado a hacer grandes cosas puede pasar a la posteridad y lo que es capaz de lograr, porque lo importante es lo que realmente logró, la transformación que con él se inició”, reflexiona el director.

Fábregas mantuvo siempre en vínculo con sus amistades gallegas y con su familia. En una época en la que la enfermedad estaba marcada por un marcado estigma social, le costó contárselo a sus padres. “Les contó el mismo día que era homosexual y que tenía sida. Fue duro”, dice Díaz Docampo. “En Estados Unidos era muy frecuente que cuando alguien tenía sida su familia le rechazara por completo y no quisiera volver a verle. Sentir el desamparo familiar, de tu grupo de amigos y de las instituciones era algo que él veía día a día y eso, desde luego, lo tenía presente”. Su familia, sin embargo, tras ese primer golpe “del dolor de saber que tienes un hijo que se va a morir”, lo arropó incondicionalmente. “Su madre se desmayó, literalmente, cuando se lo dijo, pero después fue todo apoyo. Sus padres viajaban a San Francisco a verle y, de hecho, su padre murió allí en una de esas visitas”, cuenta Díaz Docampo. “Hay una foto del columbario donde están las cenizas de Tomás, en la Catedral San Juan el Divino de Nueva York, y está el beso de su madre allí en la lápida. Su familia y sus amigos estuvieron con él hasta el último momento y digamos que fue una persona muy acompañada, muy querida”.

El contexto en el que Fábregas llevó a cabo su lucha es “difícil de entender hoy en día”. “Había muchísimas asociaciones y se reunían semanalmente. Nombraban tres presidentes pero a la semana siguiente igual habían fallecido los tres. Es difícil entender lo que era luchar en aquel momento, pero Tomás jugó ahí un papel importante porque puso, además, el foco en las personas inmigrantes”.

Tomás Fábregas luce la camiseta con el lema "No Borders" a los pies del Capitolio

Tomás Fábregas luce la camiseta con el lema "No Borders" a los pies del Capitolio / Cedida

"¿Es usted Tomás Fábregas?"

En el vuelo del 25 de julio con destino a San Francisco, Brooks cuenta que ambos estaban “muy nerviosos”. “Si nos deportan, nos vamos para España”, se decían. Cuando el avión aterrizó en San Francisco les estaban esperando unos oficiales de inmigración:

–¿Es usted Tomás Fábregas?, le preguntaron.

–Sí, respondió él.

–Acompáñenos.

“Ellos pensaban que les meterían en otro avión con destino a España, pero lo que hicieron fue acompañarles para pasar la aduana con más facilidad”, relata Docampo. “Cuando salieron había un montón de gente esperándoles, aplaudiéndoles y mostrándoles su apoyo, pero lo pasaron realmente mal”, insiste. Finalmente habían ganado un pulso que tardaría tiempo en materializarse formalmente. Aunque la norma se dejó de aplicar durante el mandato de George W. Bush, no fue hasta 2009 cuando Barack Obama derogó la ley que impedía la entrada de seropositivos en EEUU. Fábregas había ganado el desafío.

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