Día de la Madre

Madre sí hay más que una

Siete madres relatan su perspectiva sobre la maternidad, los retos actuales que afrontan en su labor de crianza y su rol en la sociedad

Día de la Madre

Día de la Madre

M. González

M. González

Madres de familia numerosa, madres monoparentales, madres de adopción... Existen múltiples maneras de vivir la maternidad, diversos caminos para llegar hasta ella, pero un pilar fundamental que une todas y cada una de sus realidades: el amor incondicional que sienten por sus hijos.

Son muchos los desafíos que afrontan las madres hoy en día, desde la lucha por la conciliación y la igualdad, la presión constante de una sociedad que les exige la perfección o el juicio constante del entorno a su forma de criar. En el Día de la Madre siete mujeres han contado a FARO cómo viven su maternidad y los retos a los que se enfrentan actualmente en su labor de crianza.

Olga Serrano, en la playa deSamil con su hija Adèle.  | // ALBA VILLAR

Celeste Loureiro, mamá de Iago. / Cedida

“Mi hijo es la mayor ilusión de mi vida”, dice la viguesa Celeste Loureiro, que a sus 51 años es madre monoparental de Iago, de un año. “Es un niño milagro, fruto de la ilusión y de no decaer nunca”, afirma. Celeste, que es hija única, llevaba desde los 40 años intentando quedarse embarazada, y lo hizo sin contarle nada a sus padres “para evitarles las decepciones”.

“Te cambia la vida del blanco al negro, pero merece muchísimo la pena"

Ahora reconoce que “todos los días son una aventura nueva”. “Te cambia la vida del blanco al negro, pero merece muchísimo la pena. Independientemente de cuáles fueran mis circunstancias personales, yo tenía claro que quería ser mamá, por encima de todo. Era mi mayor reto, ilusión y objetivo en esta vida”, subraya Loureiro.

Como madre monoparental son muchos los desafíos que afronta día a día. Aunque tiene un trabajo de horario flexible, ve trabas “en el tema administrativo y de papeleo”, por ejemplo, y para conseguir “el doble permiso de maternidad, el que correspondería al otro progenitor, que mi hijo no tiene” tuvo que ir a juicio. “La gente se cree que son unas vacaciones para la madre, pero es un derecho del niño, ahí nos falta mucho recorrido todavía”.

Paula Fernández,con Elba.  | // CEDIDA

Carla Bartolomé, con sus hijos Álvaro (5 años) Jaime (10), Alfonso (11), Flavia (9), Valeria (12) Pablo Jr (16) y Nicolás (15). / Cedida

Pablo, de 16 años; Nicolás, de 15; Valeria (12), Alfonso (11), Jaime (10), Flavia (9) y Álvaro (5) son los siete hijos de Carla Bartolomé, que es la segunda de siete hermanos, y de Pablo, que también procede de una familia numerosa. Ambos trabajan fuera de casa. “Mi situación familiar y el haber sido madre no me ha impedido cumplir con mi trabajo siempre como la mejor y he sabido asumir mis responsabilidades, en eso creo que tengo experiencia demostrada”, afirma.

"La mujer se merece las mismas oportunidades, los mismos derechos y deberes que un hombre y creo que es importante la capacidad y liderazgo que tienen las mujeres"

“Ha habido momentos de bastante cansancio físico, pero ahora ya son todos autónomos, incluso el más pequeño, pero lo importante de una familia numerosa está en darle a cada uno su responsabilidad dentro de su edad”, afirma. “Es vital la educación en valores, en virtudes y en libertad, pero con responsabilidad”, puntualiza Bartolomé, que se define como una “defensora del papel que tiene la mujer hoy en día, sobre todo como madre”, indica. “Yo creo en la familia, en la que es igual de importante la figura del padre como la de la madre”, añade. “Cada vez vemos más mujeres en roles que antes estaban más masculinizados y no sólo por las cuotas, sino por valía; la mujer se merece las mismas oportunidades, los mismos derechos y deberes que un hombre y creo que es importante la capacidad y liderazgo que tienen las mujeres, que muchas veces ha estado invisibilizado. Queda mucho por hacer, pero estamos en el buen camino”, analiza.

En su caso, afirma que, con el tiempo, se ha vuelto “un poco más flexible”: “Siempre he sido muy exigente con mis hijos y conmigo misma, pero la vida te va poniendo en su sitio. Tienes que adaptarte, reinventarte y seguir adelante, lo importante, aunque te caigas, es saber levantarte y pedir ayuda”.

Carmen Raña, con sus hijos Cuca,Manuel y Carmen.  | // CEDIDDA

Carmen Simón, con sus hijos Candela, Carlos y Lucas. / L. Salinas

Carmen Simón, nacida en Málaga y afincada en Vigo desde 2013, también es madre de familia numerosa. Candela tiene 7 años, Lucas, 6; y Carlos, que nació en plena pandemia, 3. “Te cambia la vida completamente”, dice. “Intento darles siempre los mejores valores a mis hijos para que sean personas buenas”, afirma. Aunque intenta seguir las pautas y el método de crianza que ha aprendido de sus padres, también aporta sus propios valores a la crianza de sus hijos porque “en algunas cosas no tengo la misma opinión, eran tiempos diferentes”.

"Yo estoy orgullosa de ser madre, pero también quiero vivir y alcanzar mis metas personales”

Esa dualidad de trabajo y casa hace que “siempre tengamos que estar al cien por cien”. “Siempre intentamos ser la madre perfecta, pero hay veces que tienes que reconocer que no lo eres, aunque intentas ser la mejor madre para tus hijos, lógicamente”. El gran reto para ella es “ser madre y ser persona también: conseguir tus metas y tus sueños. Yo estoy orgullosa de ser madre, pero también quiero vivir y alcanzar mis metas personales”.

Carla Bartolomé, con sus hijos Álvaro (5 años)Jaime (10), Alfonso (11), Flavia (9), Valeria (12) Pablo Jr (16) y Nicolás (15).  | // CEDIDA

Carmen Raña, con sus hijos Cuca, Manuel y Carmen. / Cedidda

Cuca, que es enfermera, Manuel, abogado y ‘Carmencita’, que el 13 de mayo cumple 24 años, son los tres hijos de Carmen Raña. “Carmen nació con una discapacidad –artrogriposis– y nos cambió la vida absolutamente a todos”, indica. “Yo siempre digo que no es lo que queremos, pero es lo que tenemos y estamos encantados”, proclama.

"Siempre digo que en esta historia tienes que pensar en lo que tienes, no en lo que no tienes”

La llegada de Carmen ha supuesto “un cambio de vida total” para una familia en la que Carmen Raña es el motor. Aunque cuenta con la gran ayuda de su marido Juan y de sus otros dos hijos –“esto sería más difícil si no contáramos con ellos, en eso somos una familia privilegiada”–, reconoce que “a veces te sientes sola, no puedes participar en planes o viajes de amigos, por ejemplo, pero yo siempre digo que en esta historia tienes que pensar en lo que tienes, no en lo que no tienes”: “Como te mira Carmen, no te mira nadie. Yo no concibo la vida sin ella a pesar de todo”.

“Me muero de risa cuando oigo eso de conciliar. Me imagino lo difícil que es para cualquier madre, pero yo, si Carmen no respira, no puedo moverme de su lado. Eso lo entiende muy poca gente”, afirma.

Celeste Loureiro,mamá de Iago.  | // CEDIDA

Sonia Pereiro, con Marc y Martina. / Cedida

Sonia Pereiro es la mamá de Marc, que tiene 10 años, y de Martina, de 6. “Tengo mucha ayuda porque mi marido teletrabaja y ahora mismo es un factor importante porque nos compenetramos bien en cuanto a horarios. Además, tengo a mis padres muy cerquita del cole”, afirma. ”No les dedicamos a nuestros hijos todo el tiempo que nos gustaría”, reflexiona. “Siempre tienes la incertidumbre de si lo estás haciendo bien; intentas dar lo mejor de ti, pero siempre tienes la inseguridad de que nunca es suficiente”. En cuanto a la maternidad, Pereiro cree que “nos ponemos demasiadas metas, intentamos llegar al doscientos por cien y deberíamos conformarnos con menos”.

Aunque nunca se planteó “renunciar a tener una carrera profesional” por la maternidad, sí solicitó durante un tiempo una pequeña reducción de jornada. “Adapté también el horario y con eso fue suficiente para poder llevarlo de otra manera”.

Madre sí hay más que una

Paula Fernández, con Elba. / Cedida

La viguesa Paula Fernández, afincada en Gondomar, es madre de una niña de 13 años, que se llama Elba, de un matrimonio anterior. Su actual marido también es padre de un hijo de 25 años y de una niña de 12 que está con ellos cada 15 días. Además, tienen una niña en acogida. “Siempre quise entrar en el programa de acogimiento familiar y dimos el paso poco después de casarnos. A los pocos meses nos ofrecieron acoger a Ana”, rememora. “Tenía dos meses cuando vino y está a punto de cumplir 4 años”, afirma.

“Mi casa siempre estaba llena de gente y siempre quise tener una familia numerosa”, apunta. “Lo que pasa es que tengo esclerosis múltiple y cuando tuve a Elba asumí que no tendría más hijos”, afirma Paula Fernández, que tiene su enfermedad “controlada” y hace “una vida normal”.

“La veíamos para dormir y no me apetecía eso”

Paula Fernández tiene una reducción de jornada desde que nació Elba. “La veíamos para dormir y no me apetecía eso”, afirma. “Al final, es más valioso el tiempo”, reflexiona. “Vivimos demasiado deprisa y, para ser sincera, gracias a la pandemia pudimos disfrutar mucho de Ana, porque llegó en octubre del año anterior al confinamiento. Vino bien para poder disfrutar de ella y hacer un parón en nuestras vidas”.

“Mi marido me llama ‘mamá pollito’, porque soy muy protectora”, confiesa. “Pero sí que es verdad que con Ana lo hemos hecho diferente, la dejamos que sea más autónoma”, desvela.

Madre sí hay más que una

Olga Serrano, en la playa de Samil con su hija Adèle. / Alba Villar

Por su parte, Olga Serrano, que vive en O Porriño, es la madre de Adèle, nacida en Burundi: “Cuando fuimos a por ella tenía siete años y medio”. Ahora tiene 14. En su caso es madre adoptiva “no por necesidad biológica”, sino por decisión. “Yo, realmente, con 40 años no me veía con un bebé y decidimos adoptar. También nos anotamos en la lista nacional, pero antes de lo que esperábamos llegó la adopción internacional”, afirma. “Nos llamó la Xunta para decirnos que había una niña que estaba con necesidades de salir del orfanato, pero que era mayor de lo que habíamos solicitado, pero aceptamos encantados”, rememora: “Mucha gente piensa que te van a buscar un niño, pero es al contrario, hay un niño al que le buscan unos padres, un ambiente en concreto, un lugar en concreto, y en este caso estábamos ahí esperando”.

"Desde mi infancia siempre me gustó la idea de la adopción, desde pequeña tenía esa intención en la cabeza”

“Fue la elección acertada”, dice. “La forma biológica también la buscamos y si hubiera llegado la hubiéramos aceptado igualmente, pero la verdad es que desde mi infancia siempre me gustó la idea de la adopción, desde pequeña tenía esa intención en la cabeza”, afirma.

Olga todavía recuerda cuándo Adèle la llamó mamá por primera vez. “Fue allí, en Burundi. Luego, recuerdo que fue aquí en España, y tardó meses, cuando me dio un beso por sí sola, sin pedírselo”, dice con la voz entrecortada. Para ella, el reto de la maternidad ha sido “un poco diferente”. “Si es un niño biológico, al ser pequeño, te vas adaptando poco a poco, en este caso no ha sido así”. Serrano tuvo que dejar de trabajar “un año entero”: “Se adaptó muy bien, pero al principio nos necesitaba para todo”. Después, cambió de sector en su trabajo y se hizo autónoma para poder dedicarse más a la niña: “Soy una madre protectora pero, evidentemente, el día de mañana ella tendrá que salir de casa y buscarse sus habichuelas. Yo lo que quiero es que se quiera a sí misma, que esté orgullosa de su raza”.

“El mayor reto es no sucumbir a los mensajes que cuestionan nuestra eficacia como madres”

Paula rodríguez

— Psicóloga

Paula Rodríguez.   | // CEDIDA

Paula Rodríguez. / CEDIDA / M. G.

–¿Cómo ha cambiado la maternidad en una sociedad en el que el papel de la mujer ha pasado de estar en casa al cuidado de los hijos a salir al mercado laboral?

–Ahora la maternidad se vive de una manera más consciente. Más que sucumbir a la presión social se elige serlo, porque por fin empezamos a tener el derecho a desarrollarnos como profesionales en lugar de desempeñar el papel exclusivo de cuidado y crianza que se nos había impuesto a las mujeres a lo largo de la historia. Sin embargo, este cambio necesario ha tenido un coste emocional importante para nosotras.

–¿Habla de esa exigencia de perfección en todos los ámbitos de su vida? ¿Qué consecuencias puede tener esta presión en las mujeres?

–El derecho de ser madre, trabajadora y persona ha venido de la mano de la revisión social constante. Parece que no puedes hacer ambas cosas a la vez porque, entonces, alguna de ellas no estás haciendo bien. Y cuando las haces tienes que escuchar numerosas comentarios y preguntas que ponen en cuestión nuestra eficacia como madres… Una mujer se va a un congreso, o trabaja una larga jornada y siempre tiene a alguien preguntándole: “¿Y la niña con quien la dejas?”. Parece una pregunta inocente, pero realmente trata de despertar la culpabilidad por no cumplir con los estereotipos impuestos. Se espera que seas esa madre de la prehistoria, que está en casita dedicada en absoluto a los niños. Si quieres ser una madre moderna, búscate la vida para ser perfecta.

“Todavía vamos muy atrás en políticas de igualdad y en modelos de trabajo que favorezcan la conciliación”, afirma

–¿Cuáles son los retos más importantes a los que se enfrentan las madres hoy en día?

–Bajo mi punto de vista, el mayor reto de una madre es no sucumbir a la cantidad de mensajes y argumentos que cuestionan su manera de criar. Al latigazo continuo de los millones de expertos a pie de calle que le dan lecciones morales de cómo proceder desde el minuto uno que comunica su embarazo. A la comparativa entre buenas y malas madres que de manera sutil o directa se hace en las redes sociales y en los medios de comunicación. Se nos muestran modelos de madres que siempre tienen la sonrisa en la cara y todo bajo control, que vuelven a estar esbeltas, bellas y delgadas a los pocos días de parir. Se pretende que nos convirtamos en hipermadres o madres intensivas a tiempo completo, porque nadie nos mandó ser madres, trabajadoras y personas. Lo decidimos nosotras. Pero luego no podemos elegir cómo criar y educar. Ni si quiera cómo parir. Trabaja todo cuanto quieras, desarróllate, pero no te olvides de que hay pautas que son requisito sine cua non para que te puedas llamar madre. Ten la casa ordenada, el calendario de meriendas saludables perfecto, sin olvidarte de hacer piña con otras madres en el parque. ¿Dedicarte tiempo como persona? Ni se te ocurra. Cada minuto que te sobre es para tus hijos. Aunque no puedas más. Esto es un error: los niños no van a estar mejor ni a crecer de una manera saludable viendo a su madre día tras día al borde del colapso. Todavía vamos muy atrás en políticas de igualdad y en modelos de trabajo que favorezcan la conciliación y es muy injusto que, en lugar de crear estas medidas, se les cargue a las mujeres la responsabilidad de ser madres y profesionales perfectas sin ayuda.

–¿Es posible permitirse el error, no ser una madre perfecta o no seguir los cánones establecidos de crianza?

–Claro que sí. Pero hay que tener la espalda muy ancha porque las críticas y los comentarios no van a cesar. El problema de todo esto es el impacto que puede tener en las personas. Porque aunque se sea muy fuerte, es tan continuo el acoso y el asedio de comentarios que, tarde o temprano, acaba minando la autoestima. Una se acaba preguntando si realmente es una buena madre o no, cuando no es la dedicación a tiempo completo lo que hace que los niños crezcan sanos y felices. Es el ambiente en el que se crían. Es la paz, la calma, la tranquilidad. Una madre a mil por hora no puede transmitir esa paz. Una madre que se da tiempo y espacio como persona, sí.

–¿Esto a los hombres no les pasa?

–No les llueven las críticas, pero también sufren su parte. Los hombres reciben argumentos que les configuran como fuertes, viriles, profesionales y desapegados del hogar… Y cada vez son más los hombres que viven su paternidad en silencio, porque parece que está mal visto ser un padre comprometido que cambie tantos pañales como su mujer, que cocine y que limpie. La corresponsabilidad o el reparto equilibrado de las tareas domésticas y familiares debería ser un orgullo y no motivo de vergüenza en una sociedad que presume de igualitaria y moderna.

“Hay que volverse sordas ante la crítica social”

–¿Qué pautas podría aportar para vivir una maternidad en plenitud?

–Que nos dediquemos a ejercer la maternidad como nos parezca. Si hiciéramos todo como se ha venido haciendo durante toda la vida, todavía viviríamos en las cavernas. Hay que desterrar la idea que de pasar mucho tiempo con los hijos es lo ideal. No se trata de cantidad, sino de calidad. No podemos estar las 24 horas del día dedicados a una sola cosa porque, más allá de nuestros roles, somos personas individuales y necesitamos tiempo y espacio para poder funcionar. Hay que darse tiempo como persona para no colapsar. Hay que volverse sordas ante la crítica social porque todas las maneras de criar son válidas siempre que tengan como base el cariño y el respeto, no solo a la persona, sino a su desarrollo. Hay que brindarles oportunidades que faciliten su autonomía, y esto es imposible si tenemos nuestros ojos pegados a ellos 24 horas al día. Finalmente, al igual que ningún niño debería tener que recuperarse de su infancia, ninguna madre debería tener que sobrevivir a su maternidad.

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