Entrevista | Luis Santamaría Del Río Teólogo y experto en sectas

“Los Testigos de Jehová siguen siendo una secta, mantienen una praxis sectaria clara”

“Lo que diferencia una experiencia religiosa legítima o buena de una secta es la cuestión de la libertad”

El experto en sectas y teólogo Luis Santamaría del Río.

El experto en sectas y teólogo Luis Santamaría del Río. / David Castro / FDV

Rafa López

Rafa López

Considerado el mayor especialista en sectas de España, Luis Santamaría es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, y en 2005 cofundó la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). “Hablo desde la biblioteca de la RIES que tenemos en Zamora, con más de 5.000 volúmenes y un gran archivo que reunimos con lo que nos entregan exadeptos”, señala a FARO en conversación telefónica.

–¿Por qué son peligrosas las sectas gnósticas?

–Es cierto que no hay una gran cantidad de testimonios de exadeptos. La gente que ha salido de una secta es reacia a contar lo que ha vivido, entre otras razones para no rememorar ese trauma, no sentirse señalado como alguien que ha sido engañado, ser considerado ignorante... Los gnósticos atemorizan mucho a las personas con lo relativo a comunicar ese conocimiento secreto que han adquirido. Aunque se desvinculen totalmente del grupo, contarlo podría tener consecuencias negativas para su persona.

“En el centro del planteamiento doctrinal y práctico de Samael Aun Weor está la magia sexual, que es tener relaciones sexuales sin eyacular”

–¿Qué cuentan los exadeptos?

–Al principio reciben una doctrina irracional que acaba obsesionando al miembro, como la magia sexual. En el centro del planteamiento doctrinal y práctico de Samael Aun Weor está la magia sexual, o alquimia sexual, que consiste en tener relaciones sexuales sin eyacular dentro de la pareja. Esto lleva a que se obsesionen mucho y a culpabilizarlos si no llegan a conseguirlo. También a rupturas de pareja frustrarse, porque la promesa es llegar a ser prácticamente seres superiores poniendo esto en práctica, lo que no llega a lograrse. También, el temor a un fin del mundo inminente.

–Distribuyen un libro sobre la destrucción de la vida en la Tierra por el impacto de otro planeta, “Hercólubus o planeta rojo”...

–Sí, ellos dicen que se trata de algo simbólico, pero en el fondo está esa inducción del miedo ante un cataclismo inminente del que solo se van a salvar ellos. Leen la actualidad para decir que todo lo que está pasando demuestra lo que ellos dicen y son los únicos que tienen las claves del conocimiento. Eso significa gnosis en griego, “conocimiento”.

–¿Obtienen beneficio económico? ¿Qué les mueve?

–Sus dirigentes pueden estar convencidos, y hay algunos liberados, los misioneros gnósticos, que lo dejan todo y son sostenidos por el grupo. Muchas veces ponen sus ahorros a disposición de la secta. Lo que despista mucho es que los cursos y conferencias son gratuitos y solo se pide una colaboración voluntaria para pagar el alquiler del local y los gastos comunes.

–La gente puede pensar que sin no van a por su dinero no es una secta...

–Todo eso viene después, cuando uno ya está muy dentro. No entregas ya dinero, sino la vida entera, empezando por tu tiempo y tu trabajo.

–¿Se pueden considerar los Testigos de Jehová una secta?

–Sí. A pesar de su larga historia y de haber crecido hasta ser más de 8 millones en el mundo, la institucionalización y el paso del tiempo no han disminuido sus características sectarias. Los Testigos de Jehová siguen siendo una secta, mantienen una praxis sectaria clara. Están legalizados como confesión religiosa en España, fueron uno de los primeros grupos legalizados, ya en el tardofranquismo, cuando hubo libertad religiosa. Son una secta con contenido religioso, pero sus prácticas de segregación social, de aislamiento del resto de las realidades mundanas, como dicen ellos, y estas cuestiones que están saliendo a la luz en el juicio [en Torrejón de Ardoz, tras la denuncia de los Testigos de Jehová contra la Asociación Española de Víctimas de los Testigos de Jehová], el ostracismo al que someten a las personas que abandonan el grupo o son expulsadas, llegando a romper familias... dan una idea del carácter fanático del adoctrinamiento al que someten a sus miembros. Hablamos de más de 100.000 víctimas directas en España. Cuando vemos a un testigo de Jehová que se acerca a nosotros por la calle y nos ofrece un material publicado con toda su generosidad y buena voluntad, estamos tratando con una víctima de un sistema férreo dirigido desde Estados Unidos por una corporación empresarial.

–¿Hay un lucro claro?

–Sí, hay un lucro claro, porque los adeptos entregan millones de horas cada semana dedicadas al proselitismo callejero, y dando todo el dinero que pueden a una corporación empresarial, la Watch Tower Society, con sede en EE UU. Los salones del reino, sus lugares de reunión, los construyen ellos con sus propias manos, de forma voluntaria. En pocos días son capaces de construir un inmueble que les sirve para celebrar sus reuniones semanales y que automáticamente pasa a ser propiedad de la Watch Tower Society. Es un gran imperio editorial, que es lo que la gente conoce, pero también inmobiliario.

–Usted es católico practicante, exsacerdote [colgó los hábitos en 2019 para casarse] y teólogo. Le dirán que es juez y parte en este asunto.

–Estoy acostumbrado a que, ante mis declaraciones, artículos y declaraciones en medios, la respuesta sea un argumento ad hominem [contra el hombre] y no ad rem [contra la cosa]. Se intenta desacreditar mi persona sin entrar a discutir los argumentos que expongo. Siempre que hablo lo hago sobre la base de una documentación. Mi primera fuente es la documentación de lo que dicen las propias sectas, y en segundo lugar los muchos años de escucha a los exadeptos y a las familias afectadas. Es la realidad de las víctimas, que no podemos obviar. Yo no oculto mi condición de católico practicante, de cristiano convencido, y siempre lo he dicho.

–¿No ha habido grupos y comportamientos sectarios dentro de la Iglesia?

–Hay rasgos sectarios que pueden darse en cualquier grupo humano, y el ámbito religioso es más propenso a ello. Pueden darse dentro de la Iglesia Católica. Lo que diferencia una experiencia religiosa legítima o buena de una secta es la cuestión de la libertad. Por extremas que puedan parecer algunas formas de vivencia de la religión, si son asumidas con consentimiento informado, con plena capacidad de discernimiento y de decisión, sin influencias externas que acaben con la libertad, estamos hablando de algo religioso saludable. Cuando hay engaño, ocultación, un plan de captación y adoctrinamiento para llevar a la persona por donde el grupo quiere, estamos hablando de sectarismo.

–En Galicia tuvimos el caso de los Miguelianos.

–Ahí hubo un caso claro de mimetismo. En otras realidades de la Iglesia muy controvertidas, acusadas de sectarismo, son grupos surgidos dentro de la comunidad católica con una serie de rasgos sectarios. En el caso de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, era un personaje que ya era un gurú, un curandero con una serie de seguidores, que en un determinado momento parasita la Iglesia Católica y consigue introducirse con toda la facilidad del mundo. Nadie en la Iglesia se da cuenta de lo que está acogiendo en su seno, legalizándolo a nivel canónico y dándole todos los parabienes, hasta que tiempo después empiezan a surgir las denuncias y se desencadena todo esto con esa llamada al orden por parte del obispo de Tui-Vigo y la demostración de lo que era. Solo unos pocos siguieron siendo fieles a la Iglesia y acataron la decisión episcopal, y la mayor parte de ellos siguieron con el líder, demostrando que era una secta que había aprovechado unos años para parasitar la Iglesia y sacar partido de todas las facilidades que tuvieron.

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