“Las ciudades nos enferman. Son nidos de enfermedad: son estrés, contaminación, ajetreo, etcétera. Cuanto más volvemos a nuestra casa, a los entornos naturales, mucho más felices estamos”. Así lo aseguró ayer en el museo MARCO Antonio Valenzuela, fisioterapeuta, máster en psiconeuroinmunología y experto en terapia ortomolecular, autor de “Hijos de la adversidad” (Alienta), un libro basado en la hormesis, un término que hace referencia al proceso por el cual exponemos nuestro cuerpo a los estretores evolutivos –frío, calor, hambre...–en una dosis terapéutica para activar en el organismo vías protectoras.

En este sentido, explicó que nuestros genes se forjaron en la adversidad, generando respuestas protectoras frente a desafíos como el frío, el calor, el hambre y la sed, y que en los últimos cien mil años apenas han evolucionado. Sin embargo, en la actualidad no se tienen que enfrentar a ninguna de estas situaciones, por lo que en la comodidad de la vida moderna se expresan con enfermedad. Para mejorar la salud, propuso salirse de este confort e introducir de forma voluntaria estos estresores evolutivos, en forma de duchas frías, ayuno (al menos 12 horas sin ingerir calorías desde la hora de la cena hasta la primera comida del día siguiente) y baños en la sauna.

El invitado del Club FARO, que estuvo presentado por Carolina Neira, periodista especializada en salud, abogó por retomar los hábitos ancestrales para mejorar nuestra salud y, por tanto, nuestra calidad de vida, y ser felices. Su receta es: comida real, ayunos, actividad física, respirar correctamente, exposición al frío y al calor, conexión social y contacto con la naturaleza. Según Valenzuela, estos hábitos son los que siguen las tribus de cazadores-recolectores que aún quedan en el planeta, donde sus miembros son mucho más felices y no presentan enfermedades crónicas modernas.

“Solemos confundir comodidad con felicidad. Vivimos en una sociedad en la que tenemos de todo y sin embargo, cada vez hay más casos de suicidio, por lo que no somos más felices ahora que antes”, expuso. Y como prueba de ello dio este dato: según cifras del INE, los suicidios en España han pasado de 1.689 en 1980 a 4.001 en 2020.

Según Valenzuela, el problema es que mucha gente se limita a existir, que no es lo mismo que vivir, ya que no llena su vida de contenido. “Muchas veces pasamos mucho tiempo existiendo, pero poco viviendo”, añadió.

También invitó a huir de los placeres efímeros de la comodidad y de buscar un propósito, y advirtió de los peligros de la “dopamina barata”, que es la que otorga una recompensa rápida, algo especialmente atractivo en la sociedad de la inmediatez. “Nuestro cuerpo genera dopamina cuando buscamos algo, es la hormona de la motivación. Esto lo saben muy bien los señores de Silicon Valley, donde nació la máquina perfecta para crear dopamina barata: las redes sociales, perfectamente pensadas para que busques y te den premios inmediatos. Los likes, por ejemplo, son dopamina barata y cuando estamos en ese círculo a veces se nos va el norte”, alertó.

En su opinión, la medicina solo trata los síntomas, pero no las causas. Respecto a esto, Valenzuela defendió que la solución a muchas enfermedades no está en la aplicación de una pastilla, sino en un cambio en el estilo de vida y en mejorar la relación con el entorno, con los demás y con uno mismo.

El cambio de hábitos no se puede hacer, sin embargo, de forma brusca, sino gradual. “Los cambios radicales nunca salen bien”, sostuvo el especialista granadino, quien aboga por marcarse metas que puedan ser asumidas.

Entre el público que asistió ayer a la conferencia de Valenzuela se encontraba Sari Arponen, especialista en Medicina Interna y autora de “¡Es la microbiota, idiota!” y “El sistema inmunitario por fin sale del armario”, que estuvo recientemente en el Club FARO.

Volver a los orígenes para mejorar la salud

Antonio Valenzuela se define en el prólogo de “Hijos de la adversidad” como alguien que camina “en la intersección entre la ciencia y las humanidades, amante a partes iguales de Harari y Steve Jobs”. También como un “curioso empedernido”, lo que le ha motivado a viajar por todo el mundo en búsqueda de personas que valga la pena escuchar.

En su libro da una serie de pautas que pretenden ayudar al lector a mejorar su calidad de vida y que están basadas en la hormesis, con la que entró en contacto en 2016 durante un congreso en Madrid de psiconeuroinmunología al que acudió el holandés Leo Pruimboom, y el estoicismo. Según Valenzuela, la hormesis le reveló que los peligros que en el pasado nos acechaban hoy nos sirven como medicina cuando se aplican en la dosis adecuada, mientras que los textos de Séneca le ayudaron a adoptar una perspectiva más productiva sobre la vida.

Las pautas que propone pasan por un cambio de estilo de vida, por consumir comida real, hacer actividad física, mejorar el sueño y estar más en contacto con la naturaleza. Entre las pequeñas acciones que recomienda este experto se encuentra incorporar a nuestro día a día estímulos para los que nuestros genes están preparados para responder, como el frío, el calor y el hambre. Por ello, entre los consejos que incluye en este libro, se encuentra tomar duchas de agua fría (nos activa y nos pone de buen humor), tomar una sauna de vez en cuando (tiene beneficios cardiovasculares) y aprender a controlarla respiración, que puede ser de gran ayuda para controlar el estrés.