En 1859, una tormenta solar afectó tanto a la Tierra que las comunicaciones de los telégrafos de medio mundo se fueron a pique. En 1989, en Québec (Canadá), por el mismo fenómeno, una planta hidroeléctrica resultó parada. ¿Pero qué acontecería a día de hoy con tanta dependencia de la electricidad? Esta es la premisa de la que parte la serie que Movistar + estrena hoy, “Apagón”. En cinco capítulos –redondos– dirigidos y guionizados por algunas de las figuras del cine español (Sorogoyen y Alberto Rodríguez, entre ellos) nos muestran el devenir de varios ciudadanos ante la catástrofe. El pater de la idea es el productor y guionista vigués Fran Araújo, un auténtico rey Midas del audiovisual que destaca por la visión humana en sus historias (“El rayo”, “Hierro”, “Antidisturbios”, “Rapa”, “La unidad”, “Arde Madrid”, “Fáciles” o “Skam España”, entre otras muchas). En esta entrevista habla de “Apagón” pero también de la presentación en los festivales de Berlín y San Sebastián de “Un año, una noche”, una película sobre el atentado integrista contra la sala Bataclan de París.

Fotograma de la serie "Apagón".

–“Apagón” –de la que es productor y guionista– se ha inspirado en el podcast “El gran apagón”. ¿Fue fácil lograr apoyos para ella?

–En Estados Unidos, ya ha habido precedentes para adaptar podcasts a series. En España, no se había hecho antes. El podcast son diferentes historias sobre un apagón y me parecía un formato interesante para llamar a gente diferente (directores y guionistas) para hacer los capítulos de una misma serie.

–Al principio de la serie, se aportan datos científicos de tormentas solares, de riesgos y efectos, ¿es todo real lo que se dice o inventado?

–Es todo real. Las tormentas solares son un fenómeno que se ha repetido a lo largo de la historia en numerosas ocasiones y es inevitable que vuelva a suceder. En el capítulo del pastor, por ejemplo, tuvimos asesoramiento de un pastor que con el que nos estuvimos documentando durante un mes. Toda la serie está pensada al detalle. Ahora mismo ha salido una tormenta solar y llegará a la Tierra en tres días. Lo que pasa es que no tiene una magnitud enorme. Hay tormentas que sí tuvieron más intensidad pero si ahora volviese a suceder la que tuvo lugar en 1859 nos veríamos en un problema muy gordo, que es lo que cuenta la serie. Si subes un poco la intensidad tienes un marrón internacional enorme.

–¿Querían hacer crítica política?

–En absoluto en nuestro ánimo está el hacer crítica sino reflexión. Lo que queremos es poner a los personajes en situaciones muy difíciles para contar lo difícil que es estar ahí. Es muy difícil tomar decisiones en determinados contextos. Lo interesante es ponerse en el lugar de un asesor, de un científico o una ministra y entender que es complicado adoptar la decisión adecuada.

–¿Buscan que el espectador, una vez visione su trabajo, sea más benévolo con los demás?

–El propósito de la buena ficción, la que es humana, compleja y profunda, de un libro, arte o película es hacerte vivir la posición de otros humanos e intentar entender las razones de otros. Eso en teoría nos hace mejores. El gran poder del arte es mejorar la convivencia con el conocimiento.

–En un capítulo se hace referencia a la adolescencia, ¿nos olvidamos de adultos de cómo era?

–Se vivió en la pandemia con una crítica bestial a los chavales que salían de casa. Eran tratados como animales salvajes. Yo me preguntaba si la gente no se acordaba de lo que era tener 16 años. Hay un ejercicio de falta de empatía. La disociación generacional en nuestra sociedad tiene que ver con la falta de empatía, de ponerte en el lugar de otro.

–Entre los capítulos de mejor factura se encuentra el último. Hay un momento emotivo donde unos emigrantes hablan de su situación. ¿Cómo lo prepararon?

–Son testimonios reales de actores no profesionales que habla de su experiencia personal real. Es una improvisación. Isaki Lacuesta (director de “Entre dos aguas”, Concha de Oro en San Sebastián, 2018) es muy bueno haciendo eso. Es como una especie de experiencia transformadora para el personaje de María Vázquez que viene de un mundo diferente y se encuentra con esa realidad que le ayuda a cambiar.

–En el final, tiene mucha importancia el regreso al campo.

–Lo que me parece interesante de “Apagón” es que subvertiría el orden de los poderes económicos y sociales. Si hubiera un apagón ninguno de los que tenemos trabajos que se consideran socialmente importantes tendríamos la capacidad de desarrollarnos en lo más básico, agricultura y ganadería, porque han perdido importancia en nuestra sociedad cuando comer y beber es lo primero.

–¿Usted es como el personaje de María Vázquez, quien se levanta cuando parece perder casi todo?

–Creo que en todos los personajes hay una parte de nosotros o lo contrario, por eso, nos atrae escribir lo que no tienes. Yo empatizo más con la vulnerabilidad de ella más que con su fortaleza.

–¿Cómo surgió la película “Un año, una noche”?

–Ramón Campos, de Bambú, le hizo el encargo a Isaki Lacuesta para añadirnos a nosotros para hacer una adaptación del libro “Paz, amor y death metal” que cuenta la historia de una pareja real, Ramón y María, que estuvieron en la sala Bataclan de París la noche del tiroteo. Nos pusimos en contacto con ellos y desarrollamos esta historia que cuenta cómo vivieron el evento traumático.

–¿Tuvo claro desde pequeño lo de contar historias?

–Desde pequeño me gustó mucho contar historias. Al cine llegué tarde, casi después de la universidad. Siempre me interesó más la literatura.

–¿Sufre con sus personajes?

–Todos los guionistas que conozco y que lo hacen de verdad sufren muchísimo, aunque también disfrutas mucho.

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–Cuando observa su carrera y todo lo que ha hecho, ¿le sobrecoge?

–En San Sebastián, este año, tenía la sensación al presentar mi trabajo de no tener idea de quién lo había escrito o hecho. Es un misterio recurrente en mi vida no saber cómo he tenido tiempo para todo. Bueno, duermo muy poco.