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Comienzan a librarse

La generación que se desprendió del sujetador

Reivindican la diversidad corporal y la elección real sobre el uso

Ana y Tania reivindican su libertad para usar (o no) el sujetador y depilarse (o no hacerlo). FERNANDO BUSTAMANTE

¿El sujetador ha pasado a mejor vida? Para muchas de las mujeres a las que pregunta este periódico sí. "Rotundamente, sí" o "Siempre sin sujetador menos cuando voy a trabajar o hago deporte", pero también se escucha el "Ojalá, pero tengo el pecho muy grande y pesado para ello". Son muchas las respuestas que coinciden en que al menos, para parte del sector femenino joven, el divorcio con el sostén las ha liberado de una forma u otra. Puede que por comodidad, puede que por convicción política. Aún así, hay muchos factores que influyen. El entorno y la constitución corporal son dos de los más mencionados.

Hay grupos de amigas que lo comentan en los bares. Es la generación que comienza a liberarse de esas doctrinas sociales. Algunos le llaman el ocaso de la dictadura de la estética. Cada mujer, evidentemente, es libre de decidir si lleva o no, si se depila o no, y lo que para algunas será un acto liberador, para otras abrazarlo es parte de su identidad y su lucha de empoderamiento. Lo ideal: que cada una vaya como quiera con total libertad. Un objetivo del que parece que estamos cada vez más cerca.

Presión social femenina

Con todo, todavía se siente esa "presión social" que hace que a muchas mujeres le incomode ir sin sostén en según qué ambientes. Luna tiene 26 años y es coordinadora en marketing. Asegura que "no utilizo cuando no va a ser visible". "Si estoy con amigas no llevo nada, es solo por tema trabajo". Si no lleva sujetador, dice, es por comodidad y por una cuestión reivindicativa.

Luna opina que los cuerpos normativos tienen más licencia para ser reivindicativos. Que la talla importa y que la gordofobia existe. «Una chica sin sujetador y sin depilarse delgada, es ‘guay’ y una con sobre peso y granos que no lleva sujetador y no se depila, ‘no se cuida’». Ana y Tania, por otra parte, tienen 22 años. Las dos son estudiantes y se encuentran con este periódico en una cafetería de un barrio de València. Dicen que la clave es normalizar que cada una vaya como quiera y en eso influye mucho el entorno.

Una chica sin sujetador y sin depilarse delgada, es ‘guay’ y una con sobre peso y granos que no lleva sujetador y no se depila, ‘no se cuida’

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"Si el ambiente es positivo, ir sin sujetador o sin depilar ni siquiera es revolucionario porque se ha normalizado". De ahí que para Ana, cuando alguien le hace un comentario aunque sea positivo respecto de sus axilas con pelo o su pecho sin sujetador, entiende que todavía queda por hacer. "Le está dando importancia cuando para mí no lo tiene". Sin embargo, ambas admiten que "el entorno lo es todo, tenemos que sentirnos cómodas".

Cómodas en el entorno y con las prendas que llevamos. Porque al final, el sujetador es eso, una prenda. Carlota, profesional de la Comunicación Audiovisual de 28 años, explica que ve una utilidad en los sujetadores deportivos. Sin embargo, se ha desprendido del sostén en el resto de facetas de su vida, menos en el trabajo, donde siente que ha de llevarlo. "No por mí, pero así evito ciertas situaciones que podrían incomodarme".

Para ella, el sujetador es una prenda que refuerza el canon único de belleza. "Estiliza los pechos, los mantiene ‘en el sitio’". "Creo que el sujetador es un parche para no mostrarnos a nosotros, para que todo se vea simétrico, perfecto, dentro del canon cuando a lo mejor tenemos las tetas irregulares o asimétricas o simplemente distintas, pero no menos bellas".

Pero, ¿qué dicen las expertas? Nina Navajas-Pertegás, investigadora y profesora de la Universitat de València (UV), tiene dudas de que desprenderse del sujetador sea una tendencia generalizada. Para la estudiosa, "el sujetador, los corsés o las fajas son las prendas para ‘contener’ la carne, unas ‘tecnologías exteriores’ que han tenido momentos en la historia que han estado más presentes o menos", dice, y aunque el uso sea una "imposición" social, es algo que "escogemos y nos gusta" porque "a todos nos gusta estar dentro de la normalidad". Empoderante para unas y opresora para otras. Que tú te sientas bien no quiere decir que simbólicamente tenga ese cometido. ¿Para qué sirve? ¿Por qué hay que llevarlo? ¿Irías a trabajar a una oficina sin sujetador?

Experiencias anteriores

¿Hay otros momentos en la historia en la que se haya vivido un cambio de vestimenta? La respuesta para Nina Navajas es sí. "Todos los cambios sociales o demandas de emancipación se suelen ver reflejadas en la vestimenta porque forma parte de nuestra identidad y de qué mensaje queremos dar". "A mediados del siglo XIX, a principios del siglo XX, en los movimientos sufragistas... se cuestionó el cambio de vestimenta por motivos de salud". "Veníamos de llevar corsés que provocan daños, fracturas de costillas, problemas para respirar, pero también se ridiculizó y ahí quedó". En resumen, dice Nina Navajas, "cada una negocia con los mensajes del ideal de belleza. La clave está en normalizar que existen otras formas de vivir los cuerpos desde el respeto".

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