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Anna Caballé: “El pensamiento de Arenal era imposible de entender en su tiempo”

La filósofa explica que hacía cosas pioneras“ajenas a lo que se esperaba de una mujer de buena posición en la época” como ayudar a los pobres y reivindicar el género neutro

Ceferino de Blas presentó a Anna Caballé. | // J. LORES

Concepción Arenal fue una pionera, poeta, novelista, filósofa, feminista, intelectual y, sobre todo, revolucionaria que en el siglo XIX desafió las leyes de la sociedad española para disfrazarse de hombre y poder asistir a clases en la universidad, lo que le estaba prohibido por ser mujer. Fue este un ejemplo más de la ideología de una gallega de vanguardia sobre la que ayer habló la investigadora y biógrafa Anna Caballé en Club FARO resaltando que “el pensamiento de Concepción Arenal era prácticamente imposible de entender en su época”.

Caballé –Premio Nacional de Historia en 2019 por su biografía de Arenal– fue presentada por el periodista y cronista oficial de Vigo, Ceferino de Blas, quien se refirió a la pensadora como “el personaje más importante del siglo XIX”.

Por su parte, la profesora de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, aprovechó la presencia en Club FARO para presentar su libro “Concepción Arenal. La pasión por el bien”.

Señaló respecto a la intelectual ferrolana que “nos encontramos con un personaje atípico de la época, no el único, pero sí el más radical. Ninguna de las mujeres de las mujeres de su tiempo llegó al extremo de Concepción Arenal”.

Para que el auditorio lo entendiese, explicó que “no quería que nada desde el punto de vista externo le hiciese pensar a la persona interlocutora que era una mujer porque ella consideraba que si percibía su condición de fémina su palabra quedaría desacreditada. Por ello, defendía la persona neutra, ni hombre ni mujer”.

Recordó Caballé que en Potes (Cantabria), cuando estuvo (era el lugar asociado a su infancia), había gente que la calificaba como “la loca que iba por ahí. Veían a una mujer con su traje talar, ayudando a los pobres, con libros, una mujer completamente ajena al contexto esperable de una mujer de buena posición de mediados del siglo XIX”.

Este pensamiento pero también modo de presentarse en la vida era contrapuesto al de otras mujeres, incluso intelectuales de la época, como Emilia Pardo Bazán. Esta última siempre destacó su feminidad “con abanicos, plumas y puntillas, estelas de visión, ostentando una feminidad de la que no debía avergonzarse”.

Frente a este feminidad, Arenal portaba traje talar negro –largo, hasta los talones, parecido a la toga o túnica similar a la indumentaria judicial o eclesiástica– con el fin de que la gente que le hablaba no se fijase en su género sino en su discurso. Para Caballé destacó por su “grandísima modernidad que explica una trayectoria intelectual que quedó oculta”.

Por eso, se ignora su vocación filosófica que no es estudiada a pesar de su calidad e ideas destacadas. “En aquel momento, siglo XIX, para una mujer literata que escribía novelas o poesía ya era difícil ubicarse en la vida pública, no digamos para alguien que hubiera pretendido ubicarse en el mundo de la filosofía”, reflexionó la conferenciante, quien recordó que en aquel siglo la filosofía “solo conocía la dimensión escolástica”.

Recordó también varios puntos claves de la vida de Arenal que permiten entender su filosofía de vida. Por un lado, de niña –aunque de familia bien– adoraba la vida campestre y sencilla y huía de los adornos propios de su edad. Cuando falleció su padre, su madre decidió que se trasladarían del bucólico Potes a Madrid donde la internaron en un colegio de señoritas donde seguramente fue señalada como pueblerina por su forma de hablar y actuar sufriendo bullying, lo que le provocó que se encerrase en sí misma, algo que arrastró a lo largo de su vida, huyendo de los encuentros sociales.

Posteriormente, con la muerte de su marido por tuberculosis y a los siete años de casarse, tuvo que tomar las riendas de la vida familiar tomando el impulso de escribir ensayo filosófico ganando un concurso académico de renombre. Para presentarse, utilizó el nombre de su hijo de diez años. Al hacerse con el galardón, descubrió que era ella quien lo había hecho y tras deliberación los académicos aceptaron concedérselo, lo que supuso un episodio más de su batalla revolucionaria en favor de la mujer.

Vigo, la clave de Caballé en su biografía sobre Arenal, Premio Nacional de Historia

Aseguraba ayer Anna Caballé en Club FARO que “una vida humana no tiene continuidad estable” y que los biógrafos deben ir a la caza de las crisis de las autoras o autores que investigan para perfilar una obra de calidad. Pero ¿y si desde el comienzo hay barreras para bucear en esa vida? Le aconteció a la propia Caballé cuando años atrás se desplazó a Vigo para comenzar la biografía sobre Concepción Arenal. La profesora viajó a la urbe pensando que aquí encontraría múltiples hilos de los que tirar para la biografía. Sin embargo, la desaparición de la casa familiar donde pasó sus últimos años Arenal –Ceferino reveló que solo queda la balaustrada, que ahora adorna el jardín de Castrelos– frustró a Caballé. No había vestigios sobre los que investigar. Ayer relataba en Club FARO que “me dolió mucho. Estaba un poco desolada pensando que la biografía no iba a poder hacerse. Me costaba muchísimo encontrar información sobre ella. En una cena con Ceferino de Blas y Marisa Real –directora entonces del Club FARO– esta última me dijo que no me podía marchar con las manos vacías. Empezó a llamar a sus conocidos y me facilitó el contacto de un descendiente que vive en A Coruña. Hasta allí me fui y me abrió el panorama” que finalmente acabaría en el libro “Concepción Arenal, la caminante y su sombra” que recibió el Premio Nacional de Historia en 2019.

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