Una educación realmente bilingüe, que permita a los niños sordos tener las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros, es uno de los grandes retos en materia de inclusión. Y para ello es crucial que la Lengua Española de Signos (LES) sea incluida como lengua vehicular y de comunicación en el sistema educativo desde la etapa de infantil, con profesorado competente en esta lengua, así como facilitar todos los soportes técnicos que el niño sordo requiera en función de sus necesidades específicas. Lo contrario da lugar a desigualdades que no deberían darse, según el presidente de la Federación de Asociacións de Persoas Xordas de Galicia, Íker Sertucha.

–¿Cuáles son los retos para la integración de las personas sordas?

–Aunque en los últimos años hemos avanzado mucho en materia de inclusión, los retos son muchos y prácticamente en todos los ámbitos de la vida diaria. Quizás los que más preocupan son la accesibilidad comunicativa en el ámbito sanitario y la inclusión real en educación, ya que son temas vitales, aunque hay muchos más.

–Hay leyes que reconocen el derecho de los niños sordos a recibir una educación en igualdad. ¿Se aplican como debieran?

–El derecho a recibir una educación en igualdad de condiciones está recogido en la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU. En España tenemos, además, la Ley 27/2007 que obliga a las administraciones educativas a facilitar a las personas usuarias de la lengua de signos española (LSE) su utilización como lengua vehicular, y a promover la prestación de servicios de intérpretes. El problema es que esta ley no se está cumpliendo. Aparte, cada persona sorda tiene sus propias necesidades, las hay que utilizan ayudas técnicas como implantes o audífonos y también deben ofrecérseles los recursos necesarios para que puedan seguir las clases. Al final, nos encontramos con desigualdades que no deberían de producirse.

–¿Qué nivel de fracaso escolar hay entre el alumnado sordo?

–No nos constan investigaciones o estudios sobre este tema como para señalar un porcentaje, pero sabemos que es alto. El reflejo lo encontramos después en el mercado laboral, donde las personas sordas aún ocupan en su mayoría empleos de baja cualificación. Por suerte, cada vez más chicos sordos que cursan estudios superiores, pero siempre es a costa de un sobreesfuerzo personal, una lucha por conseguir sus objetivos a pesar de las barreras. Esto no debería ser así si los recursos fuesen los necesarios. La educación es el primer eslabón de una cadena que condicionará la integración sociolaboral de una persona sorda.

–Denuncian que el primer paso sean los implantes y esperar a que funcionen, en vez de que el niño aprenda la lengua de signos desde sus primeros años. ¿Qué proponen ustedes?

–Sabemos que los primeros años de vida son críticos para la adquisición del lenguaje, y que la LSE siempre suma. Hay muchos estudios que así lo demuestran, y por eso, lo ideal es que el niño sordo esté expuesto a ella desde su nacimiento. El implante coclear es una ayuda técnica más, que en muchos casos puede funcionar muy bien y ayudar a la persona sorda a sacar el máximo partido a su audición. Pero no siempre funciona al 100%, y pensar que solo con este la persona sorda tiene garantizada una comunicación completa es un error. Cuantas más herramientas y recursos tengamos, mejor, y lo que nunca se les debe plantear a las familias es la disyuntiva de tener que elegir entre el implante y la lengua oral por una parte, y la LSE por la otra, cuando son perfectamente complementarias.

–Hay niños que no comienzan a hablar la LSE hasta los 8 años. ¿Esto es la excepción o la regla?

–La comunicación es una necesidad vital para las personas y cualquier niño encontrará algún modo de comunicarse mínimamente con su entorno, sea de la forma que sea. Pero si no se le dan recursos adaptados a sus capacidades, lo más probable es que no consiga una habilidad completa y eso repercutirá en su desarrollarlo e incluso en su autoestima. Es lo que llamamos privación lingüística: el niño no puede adquirir un lenguaje completo, y por tanto su desarrollo se ve lastrado en todos los ámbitos, incluido el escolar. Debemos tener en cuenta además que, en la mayoría de los casos, estos niños nacen en el seno de familias oyentes, de ahí que la adquisición de la LSE sea tardía. Por este motivo, siempre recomendamos a los padres que también la aprendan para implantar una lengua funcional y eficaz en el ámbito familiar.