La sociedad ha cambiado tanto a raíz de la pandemia que 2019 nos parece muy lejano. A penas han trascurrido un par de años, pero para nosotros "aquello" ya está a años luz. Además, algunos objetos, medidas y hasta personajes que entraron en nuestras vidas en 2020 para hacer frente al coronavirus se nos antojan totalmente obsoletos por su más que dudosa utilidad. Dos años han bastado para meterlas en el baúl de los recuerdos. Estas son solo algunas:

Controles perimetrales

Fueron una de las primeras medidas en ponerse en marcha. Una semana antes del decreto del primer estado de alarma, del que mañana, 14 de marzo, se cumplen dos años, fue la localidad riojana de Haro la que se cerró por el coronavirus. La policía tomó las calles para vigilar que no se quebrantaba el aislamiento de los positivos. Posteriormente, el 12 de marzo, Cataluña confinó a 70.000 personas en cuatro municipios: Igualada, Vilanova del Camí, Santa Margarida de Montbui y Òdena. Al decaer el segundo estado de alarma, el 9 de mayo de 2021, dejó de recurrirse a esta medida.

Desinfección de superficies hasta en la calle

La desinfección de superficies, incluso en el exterior, fue una de las medidas que mayor impresión dejaron al comienzo de la pandemia, y también de las más inútiles: operarios embutidos en trajes EPI y con cañones de fumigación en ristre; camiones comprados ad hoc para esparcir desinfectante en el pavimento; parques infantiles desinfectados... Increíblemente, aún se ven en algún municipio vestigios de este teatro pandémico que no sirve más que para aparentar.

Cosas viejísimas... de 2020

Control de temperatura a la entrada

Los termómetros de infrarrojos tuvieron su momento en los inicios de la pandemia. Los había manuales, como los que se pueden ver en la foto, pero también muchos bares y restaurantes instalaron complejos sistemas de medición corporal a la entrada de los establecimientos. Poco a poco se fueron abandonando y entraron en juego medidas más efectivas, como los test de antígenos o la exigencia del pasaporte covid que todavía arrastramos hasta el día de hoy.

Cosas viejísimas... de 2020

Aplicación “Radar COVID”

Paradójicamente, uno de los elementos más avanzados tecnológicamente ha caído en la obsolescencia. Puede considerarse una aplicación zombi: sigue activa pero en la práctica no funciona. ¿Por qué? Los contagiados deben notificar su positivo introduciendo en la app un código específico que pocas veces facilita el laboratorio y, cuando eso ocurre, pocos usuarios lo registran, por lo que Radar COVID es prácticamente inútil. Costó 5 millones de euros, según una respuesta del Gobierno a una pregunta parlamentaria del diputado de Cs Pablo Cambronero.

Cosas viejísimas... de 2020

Pantallas faciales

Otro elemento característico del principio de la pandemia. Ahora se ven muy pocas, y casi exclusivamente en el ámbito sanitario, combinadas con mascarillas y gafas protectoras. Sin mascarilla no sirven para evitar el contagio por aerosoles, la principal vía de transmisión del SARS-CoV-2, como se aprecia en la imagen, de un experimento.

Cosas viejísimas... de 2020

Fernando Simón

Ha pasado de estar continuamente en televisión a hacer mutis, y solo de vez en cuando se aventura a realizar alguno de sus ya célebres pronósticos sobre la pandemia. Tras 10 años al frente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias, Simón es un personaje tan desgastado como la vieja chaqueta gris de sus ruedas de prensa.

Cosas viejísimas... de 2020