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'Desintoxicación' de lujo: así son los centros de vacaciones exclusivos para famosos

En las villas ‘The Balance’, perdidas por algún terreno de Llucmajor, se rehabilitan empresarios, miembros de la realeza y estrellas | La estancia cuesta casi 150.000 euros y su mayor atractivo es la garantía de su anonimato

Jil Moore, monitora de yoga en ‘The Balance’, en una de sus clases. / NELE BENDGENS

La villa no parece exactamente una clínica de adicciones. Se asemeja más bien a un exclusivo centro de vacaciones. El edificio del centro de rehabilitación ‘The Balance’ se alza solitario en una gran parcela en el municipio de Llucmajor. A lo largo y ancho no se ven otros edificios, solo campo. Con un chef privado, sala de fitness y clases de yoga, la oferta suena a lujo. Los clientes de Abdullah Boulad, quien dirige ‘The Balance’, son jefes de grandes compañías y supuestamente también miembros de la realeza y superestrellas. Solo este tipo de colectivos pueden permitirse esa cura. A modo de ejemplo, cuatro semanas en ‘The Balance’ cuestan casi 150.000 euros.

Para adaptarse a la clientela, todo tiene que ser exclusivo y, sobre todo, anónimo. Boulad no entra en detalles sobre los nombres de sus huéspedes. Ni siquiera en la ubicación exacta de la villa. Con hablar del término municipal de Llucmajor es suficiente, dice. En concreto, ‘The Balance’ explota tres villas en Mallorca, además de alquilar algunas adicionales. A la pregunta de cuántos clientes albergan anualmente, el director general prefiere no revelarlo.

El director ejecutivo de ‘The Balance’, Abdullah Boulad. / NELE BENDGENS

Boulad, que fundó ‘The Balance’ en Suiza hace cuatro años, se trasladó a la isla hace un año. Según defiende, Mallorca es el lugar perfecto "para ofrecer a sus clientes la curación". Y lo argumenta haciendo hincapié en la espléndida gastronomía, la hermosa naturaleza y el buen tiempo. Además, confiesa que puede ofrecer su centro de rehabilitación mucho más barato que en Suiza. Allí, para que se hagan una idea, cuatro semanas cuestan alrededor de 400.000 euros. Boulad remarca que Mallorca también proporciona algo único: anonimato. En el aeropuerto de Son Sant Joan -asevera Boulad- un avión privado no llama la atención, de modo que los que no quieren hablar sobre su rehabilitación en casa pueden fingir que estaban de vacaciones en la isla. "Pueden decir que estaban en la playa, en un barco, y pueden mostrar fotografías de ello", sostiene Boulad.

El jefe visita a sus clientes una o dos veces por semana. Se pasa más tiempo con los huéspedes que con los respectivos formadores y terapeutas. Uno de ellos es Jil Moore, monitora de yoga, además de ser responsable de los clientes. Algunos -afirma- no tienen ganas de hacer yoga al principio. "Especialmente los hombres aunque mis clases son diferentes", defiende. Y es que sus sesiones se adaptan a la formación del cliente. Así, mientras algunos son "muy atletas" y quieren hacer mucho ejercicio, hay otros perfiles, como personas de 70 años cuyo alcoholismo ha destruido sus cuerpos. "Si alguien no puede moverse bien adapto la clase de yoga a ejercicios en sillas, por ejemplo", indica, al tiempo que añade que el fin último es proporcionar a los clientes una sensación de calma.

Los huéspedes de Boulad pueden ser ricos, pero eso no los hace envidiables. Las personas de 60 años con adicción al alcohol reciben el mismo tratamiento que las de 20 años. Y hay de todo: trastornos alimenticios, adicción a las drogas, insomnio, depresión, agotamiento… Según Boulad, la adicción suele enmascarar el verdadero problema.

Se me ocurre una pregunta: ¿demasiado dinero te hace enfermar? "Absolutamente", responde Boulad, al tiempo que añade: "Si no se canaliza correctamente". Un cliente le dijo que deseaba no haber vendido su empresa. A pesar de que le había hecho ganar mucho dinero, su vida cambió radicalmente. "Después de eso, le faltaba sentido a su vida y cayó en un agujero", apunta Boulad. Para otros, el éxito se convierte en un problema: "Especialmente entre los jóvenes, que a menudo no pueden hacer frente a la presión de los aficionados y los medios de comunicación".

Los chefs privados están disponibles para los clientes durante todo el día. NELE BENDGENS

Moore señala que hay otro gran grupo de clientes: los que han crecido con demasiada riqueza. "Estos no conocen fronteras", añade. En la misma línea se pronuncia Boulad, que comenta que hay jóvenes que solo han recibido recompensas a lo largo de sus vidas, repercutiendo ahora en un problema mayor: "Están diseñados para placeres a corto plazo. No pueden concentrarse. Son incapaces de leer un libro". Y es que en palabras de Boulad, este colectivo solo ha recibido alabanzas y recompensas, lo que ha desembocado en "intoxicaciones".

La exclusividad encarnada en ‘The Balance’ siempre tiene un regusto pálido. Es una ayuda para las personas que pueden permitírselo. Pero Boulad no ve ningún dilema. "Son personas normales", dice. Personas que necesitan ir a terapia para despojarse de sus adicciones o problemas. Especialmente en el caso de personas famosas, que a menudo terminan en intentos de suicidio. "En algún lugar estos clientes necesitan que les enseñes la salida", sostiene.

Una estancia de lujo

Un recorrido por la villa muestra lo que les ofrecen a los clientes. Por un lado, hay un gran dormitorio con vistas al campo y la piscina que parece sacado de una habitación de hotel, con su moderno y neutro mobiliario. Aquí es donde los clientes se quedan durante toda la estancia, que dura al menos cuatro semanas. Durante este tiempo, deben estar solos, y solo se les permite la compañía de las mascotas. Pero nada de socios ni familiares. Es el gestor, así se llama a esta figura, el que asigna la habitación a cada cliente en función de sus necesidades. Suele tener una edad similar a la del huésped y se encarga de acompañarlo y cuidarlo durante toda su estancia, ayudándole a enfrentarse a la vida cotidiana a través de diferentes terapias.

Un dato curioso es que el chef privado duerme en una habitación cercana al cliente durante toda su estancia. Un hecho, según se desgrana desde la compañía, importante para mantener el lujo al que están acostumbrados estos huéspedes, además del alto nivel que la rehabilitación clínica encarna. Y Boulad apunta otro dato relevante: la comida juega un papel muy importante durante su recuperación. El centro sigue el llamado enfoque holístico, lo que significa que el ser humano debe ser curado como un todo… y que todo está interrelacionado. "Por ejemplo, ahora sabemos que las bacterias intestinales influyen en el estado de ánimo", destaca Boulad. De este modo, los chefs elaboran sus platos de tal manera que ayuden al paciente.

Georg Heindl, que forma parte del equipo de chefs que trabajan para ‘The Balance’, explica su método: "El aguacate, por ejemplo, no es bueno para el estómago en caso de gastritis, aunque en general es muy beneficioso para el hígado". Así que en función del diagnóstico de cada huésped se le adapta una dieta u otra. Este chef ya había trabajado antes en otras cocinas de renombre, aunque confiesa que no tiene ninguna formación en cuanto a terapias. Pero disfruta -dice- de la sensación de marcar la diferencia con su comida ayudando a sus clientes.

Las discusiones tienen lugar en la sala de terapia. NELE BENDGENS

Otras habitaciones de la villa son el gimnasio, donde un entrenador personal trabaja con los clientes, así como la sala de masajes y la de estar. Esta última es la más discreta y donde pasan la mayor parte del tiempo. Se compone de dos sillones amarillos con mantas. Una decoración oriental que invita a relajarse. También hay un mono tapándose las orejas y otro tapándose los ojos. Falta el que se cubre la boca, aunque aquí lo importante es hablar. Por ello no está.

Durante la primera semana de su estancia, cuenta Boulad, se trabaja la parte física, es decir, comienzan con la desintoxicación. Y según el estado de salud del cliente puede requerir la hospitalización en una clínica por un tiempo. Durante la segunda y tercera semana, continúa el dirigente de ‘The Balance’, el objetivo principal es la terapia. En esta fase, cada cliente es atendido por al menos dos psicoterapeutas que trabajan diferentes aspectos como la infancia, traumas vividos o las propias adicciones. Y en la última semana se procede a preparar al paciente para su vida cotidiana (habiendo un antes y un después tras su terapia), y volviendo a retomar el contacto con sus familiares.

Boulad admite que su trabajo también tiene una vertiente desagradable. Algunos clientes mienten al llegar, ocultando sus adicciones, por ejemplo, y algunos de ellos no logran superar el síndrome de abstinencia y abandonan el tratamiento. "A veces me gustaría mostrar a estas personas lo que podrían llegar a ser sin su adicción", afirma Boulad. Aunque la mayoría lo supera: "Y es muy agradable ver su evolución. Recordar cómo llegaron el primer día y cómo están el último". Porque al final, a pesar del lujo, el chef privado, la piscina y la ostentación, los clientes salen satisfechos de que regresan a casa de nuevo, con sus familias, y curados.

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