Investigadores chinos han descubierto en murciélagos de Sudáfrica un coronavirus emparentado con el MERS, el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio, surgido en 2012, y que tiene una letalidad observada del 35%. Para infectar a seres humanos, algo que no se ha documentado, este virus necesitaría una sola mutación. El experto en coronavirus Javier Cantón, especializado precisamente en el MERS, afirmó en su cuenta de Twitter que “aún es pronto” para hablar de un “posible MERS-CoV-2 potencial”, pero subrayó que “la labor de vigilancia es muy necesaria en el mundo” desde un enfoque one health (“una salud”), que aborda la sanidad humana y animal como una unidad.

Los investigadores chinos, de la Universidad de Wuhan y de la Academia China de Ciencias, han colgado su estudio, pendiente de revisión por pares, en el repositorio bioRxiv. La investigación, titulada “Close relatives of MERS-CoV in bats use ACE2 as their functional receptors”, analiza dos coronavirus de murciélago emparentados con el MERS-CoV, el NeoCoV y el PDF-2180-CoV, capaces de infectar a través de la proteína ACE2 de murciélago, receptor celular equivalente al que utiliza en humanos el SARS-CoV-2, causante del COVID-19. “Aunque el SARS-CoV-1 [que emergió en 2002] y el SARS-CoV-2 infectan a los humanos debido a la presencia de la proteína ACE2 [enzima convertidora de angiotensina 2] en nuestras células, el coronavirus del MERS utiliza la proteína DPP4 (dipeptidil peptidasa). Al mutar el virus y poder utilizar la ACE2, podría aumentar su transmisibilidad”, explican en el portal sobre ciencia y docencia Educaina, dirigido por el virólogo Javier Cantón, que realizó su tesis doctoral sobre el coronavirus del MERS en la pasada década.

“Este uso inesperado de ACE2 de estos parientes cercanos de MERS-CoV pone de manifiesto un problema latente y riesgo de bioseguridad, considerando la posible combinación de la alta letalidad observada en el MERS-CoV y la alta tasa de transmisión observada en SARS-CoV-2”, señalan en el estudio los científicos chinos, encabezados por Huan Yan, de la Universidad de Wuhan. Advierten que, según sus experimentos en laboratorio, los virus con esa mutación no podrían ser neutralizados de forma cruzada con anticuerpos contra los coronavirus que causan el COVID-19 y del MERS. Dicho de otra forma, las vacunas contra el COVID podrían no ofrecer protección contra ellos.

De esta forma, solo haría falta la mutación de un aminoácido de la proteína “S” (un “ladrillo” de la espícula) del virus NeoCov para que fuera capaz de infectar de manera eficiente células humanas, al menos en el laboratorio. Y, en menor medida –señala el perfil de Twitter de Educaina–, también el virus PDF-2180-CoV. Estas mutaciones se pueden producir en la naturaleza, y el solapamiento entre las poblaciones humanas y de murciélagos eleva el riesgo de zoonosis, la transmisión de virus de animales ahumanos.

Como afirmó en una reciente entrevista con FARO Elisa Pérez Ramírez, viróloga veterinaria en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA), del INIA-CSIC, “los coronavirus son especialmente capaces de saltar entre especies y darnos sustos”. Pero para que se produzca ese salto de especie de murciélago a humano “todavía hay un trecho”, recuerda Educaina.

Los investigadores chinos apuntan que teniendo en cuenta las extensas mutaciones en las regiones RBM [motivo de unión al receptor] de las variantes del SARS-CoV-2, especialmente la ómicron, que acumula un gran número de mutaciones, “estos virus pueden tener un potencial latente para infectar a los humanos a través de una mayor adaptación a través de la deriva antigénica”. “También es muy probable que sus parientes con potencial de emergencia humana estén circulando por algún lugar de la naturaleza”, añaden.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que “será necesario seguir estudiando si el virus detectado representará un riesgo para los humanos”. La OMS “está trabajando en estrecha colaboración con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUM) y otras organizaciones para monitorear y responder a la amenaza de los virus zoonóticos”, agrega el organismo.