El volcán de La Palma se ha cebado esta semana con el barrio de La Laguna. Después de que durante 48 horas se llevara por delante hasta 128 viviendas, la colada norte parece dar una tregua al quedarse prácticamente paralizada frente a las puertas de la iglesia de San Isidro. El encargado de definir el devenir de las últimas casas que aún se mantienen en pie es un flujo de lava detectado por las cámaras térmicas, que camina por detrás y presenta una “!fuerte presión”. El avance de estos restos volcánicos determinará si se regenera el flanco norte para acabar sepultando las viviendas y la empaquetadora de la Cooperativa Volcán de San Juan o si la erupción, al fin, se apiada con los vecinos desalojados siguiendo su curso hacia el mar.

El material magmático solidificado se encuentra desde la tarde del pasado miércoles en las proximidades del Bar Central, que hasta hace unos diez días servía de punto de encuentro de vecinos y periodistas, después de engullir la práctica totalidad del barrio. Entre los edificios derruidos o rodeados por la lava se encuentran la farmacia, la gasolinera, la sucursal bancaria, el colegio, varias tiendas, la sociedad y una nave que servía para almacenar plátanos. En La Laguna apenas se mantienen las viviendas situadas al norte de la carretera que conecta este casco urbano con Tazacorte.

El director técnico del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Morcuende, explicó ayer que si bien la colada norte está prácticamente paralizada, “detrás” avanza más material detectado por las cámaras térmicas que están generando “una fuerte presión” que podría volver a reactivarla. En esa hipótesis, faltaría saber por dónde discurrirá el frente: si lo hace, como se espera, hacia la colada 7 para unirse y alimentarla en su camino hacia el mar, o si, por contra, camina en dirección norte para engullir los últimos edificios. Este segundo escenario generaría aún más daño ya que rodearía la montaña de La Laguna y se llevaría por delante decenas de fincas de plataneras situadas en la zona de La Costa.

Los datos de dióxido de azufre y la alta sismicidad no auguran aún el final de la erupción de este volcán que mantiene en vilo a la isla de La Palma.