Entender cómo se inician los impulsos nerviosos que permiten sentir dolor, un cambio de temperatura o incluso una caricia ha merecido el Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 2021. La Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó ayer el galardón científico más relevante del año al investigador estadounidense David Julius y a su colega armenio Ardem Patapoutian por las décadas de investigación básica que han llevado al descubrimiento de los receptores de temperatura y tacto, un avance que algún día podría dar a luz a una nueva generación de tratamientos contra el dolor.

Patapoutian, disfrazado del monje Gregor Mendel, y su equipo, disfrazados de guisantes, en el Halloween de 2016. |

El veredicto desmontó la gran promesa de un Nobel para las vacunas de ARNm contra el COVID-19. Hace ya meses que la comunidad científica especulaba con un posible premio para estas fórmulas que, desarrolladas en tiempo récord y gracias a un esfuerzo global sin precedentes, han logrado cambiar el rumbo de esta devastadora pandemia. El entusiasmo hacia estos medicamente también se debe a que inauguran una plataforma tecnológica pionera que, en un futuro, podría propiciar el desarrollo de vacunas contra todo tipo de enfermedades. Incluido el cáncer.

Mientras todos esperaban que este año el Nobel fuera para uno de los avances científicos que han permitido al mundo hacer frente a la pandemia, la Academia decidió tirar por otro lado. ¿La razón? “Es complicado responder a esta pregunta sin quebrantar las cláusulas de confidencialidad”, argumentó ayer Thomas Perlmann, secretario de los Nobel, en referencia al secreto de sumario que pesa sobre el informe oficial (que se hará público de aquí 50 años). “Solo puedo decir que nosotros trabajamos en base a las nominaciones que nos llegan y que también somos muy conscientes de cuáles son los descubrimientos científicos del año”, añadió el portavoz de los galardones para intentar zanjar el amago de polémica.

Investigación básica

El Nobel de este año pone todos los focos en dos descubrimientos científicos que nacieron de la investigación básica. Tras décadas de trabajo en sus respectivos laboratorios, Julius y Patapoutian consiguieron identificar dos receptores que permiten activar nuestro sentido nervioso para que interprete los estímulos táctiles y de temperatura. Entender cómo funcionan estos mecanismos, conocidos por el nombre técnico TRPV1 y PIEZ02, es clave para, por ejemplo, comprender cómo se regula la temperatura corporal y qué hay detrás de dolores crónicos. Y esto, claro está, supone un paso adelante para encontrar nuevos medicamentos y tratamientos.

Como ocurre en los grandes relatos, el descubrimiento de estos receptores entraña una curiosa historia. El hallazgo del receptor del calor fue posible porque Julius, como buen científico, estaba profundamente intrigado por la existencia del sabor picante. Fue así como empezó a estudiar la sensación que despierta comer un chile (o guindilla) y acabó dando con el mecanismo que regula la sensación de calor. En honor a este sabroso fruto, y a la intensa sensación que suscita, el laboratorio de Julius sigue utilizando la imagen de un chile rojo como emblema de su investigación.

Patapoutian, por su parte, descubrió las bases moleculares que modulan el sentido del tacto estudiando el mentol. Aunque su hallazgo no viene acompañado de ninguna anécdota, las imágenes de su laboratorio brillan por su peculiaridad. No olvidemos, pues, que el ingrediente clave de la ciencia son las personas. Y las personas que integran el equipo de Patapoutian son grandes científicos que, mira tú por dónde, se disfrazaron de Mendel y sus guisantes para Halloween y colgaron, orgullosos, el vistoso retrato en la página web oficial del laboratorio. Estas son las pequeñas anécdotas que ayudan a desmitificar la seriedad del trabajo científico y a demostrar que la ciencia está al alcance de todos.

Nobel en pijama

El honor del Nobel llega a las vidas de Julius y Patapoutian tras un largo rastro de prestigiosos reconocimientos, como el Premio Fronteras del Conocimiento 2021 y el Kavli 2020. Lo curioso es que, a diferencia de lo que ocurrió con la entrega de otros grandes galardones, los ganadores se enteraron de su Nobel a la vez que todos los demás mortales. Patapoutian, de hecho, compartió una emotiva imagen del momento en la que se ve que el anuncio le pilló recién despertado y al lado de su hijo. Julius, por su parte, celebró el premio con una bonita imagen de su esposa y él tomando el primer café de la mañana.

El descubrimiento de los receptores del tacto y la temperatura entra, ahora sí, en el salón de la fama de los Nobel de Medicina. El año pasado, en 2020, el codiciado galardón premió la investigación que había llevado al descubrimiento del virus de la hepatitis C.

El año anterior, en 2019, se recompensó el trabajo que descifró cómo las células perciben y se adaptan a la disponibilidad de oxígeno. Y un año antes, en 2018, se reconoció el descubrimiento del papel del sistema inmune en la regulación del cáncer.

En todos estos casos, el Nobel llegó como reconocimiento a décadas y décadas de investigación en los laboratorios que, un buen día, lograron cambiar el mundo. O al menos, ayudaron a entenderlo un poco mejor.