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Melisa Rodríguez vive dos evacuaciones en tres días

La exportavoz de Ciudadanos tuvo que desalojar su casa en El Paso y, horas después, la de los familiares que la acogieron, en Todoque

Melisa Rodríguez Hernández.

«Cogí un poco de ropa, el ordenador para poder trabajar, algunas fotos y cuatro libros de mi etapa universitaria, que tienen valor sentimental». Entre los miles de vecinos anónimos afectados por la erupción y que han tenido que ser evacuados de sus hogares de manera repentina, se encuentra la que fuera portavoz adjunta de la Ejecutiva de Ciudadanos y diputada por Santa Cruz, Melisa Rodríguez. Quien subraya que «no hubo opción a nada más», porque desde que se produjo la erupción, la Guardia Civil fue puerta por puerta alertando a la población para que evacuara sus viviendas. El domingo «esperé a que terminara la rueda de prensa en la que informaron de que la isla seguía en alerta amarilla para ir a darme un baño, pero cuando llegué a la playa empecé a escuchar que la gente hablaba de que ya había explotado el volcán y volví corriendo a casa», rememora Rodríguez, que vive desde hace tres años en El Remo, en la costa del municipio de Los Llanos de Aridane. Apresuradamente y casi sin pensar en lo que dejaba atrás, preparó una maleta con los enseres básicos para trasladarse a la vivienda de unos familiares en el barrio de Todoque. Pocas horas después tuvo que abandonar este enclave, situado a menos de diez kilómetros de su casa, ya que el avance de las lenguas volcánicas lo habían sitiado.

Además de los destrozos de las casas, el transcurso del magma hacia el mar va dejando daños que afectan indirectamente a la totalidad de la población de esta zona de la isla, tales como la afectación de las carreteras. Por lo que, aunque, su vivienda no resulte engullida por la colada, Melisa Rodríguez teme que su casa, reformada recientemente, quede aislada durante un largo periodo. «No solo es que se quede incomunicada, sino que tengo la incertidumbre de si se puede abrir otra grieta o producirse derrumbes en la zona», afirma y confiesa que la noche antes de la erupción se sorprendió a si misma reflexionado sobre lo que supondría perder el que ha sido su hogar y lugar de desconexión. Rodríguez anunció en abril su retirada de la política y abandonó su cargo en la directiva de Ciudadanos. Una decisión que achacó a «motivos personales» y con la que se convirtió en afiliada de base. La exdiputada por Santa Cruz explicó en ese momento que, a su modo de ver, la política «no es una profesión, sino una dedicación para un tiempo», que en su caso fueron casi seis años.

Al cerrar la puerta de la casa familiar «no pudimos contener las lágrimas», lamenta Rodríguez

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Junto a sus familiares de Todoque, Rodríguez se trasladó al piso de su madre, en el centro de Los Llanos de Aridane, donde ahora viven cuatro personas, dos perros y un gato. «Me apena pensar que probablemente perdamos la casa de Todoque, donde he pasado momentos muy importantes para mi, como las últimas celebraciones con mi padre antes morir», lamenta la exdirigente de Ciudadanos. Ayer, sobre las 6.45 horas de la mañana, Rodríguez y sus familiares pudieron acceder al interior de la vivienda durante 15 minutos para tratar de recoger los enseres que querían salvar de la lava. «La noche anterior hicimos una lista, con todo el dolor del alma, para tratar de ser eficientes. Además, contamos con la ayuda de un retén de Medioambiente, que se portó genial con nosotros y nos hecho una mano con la evacuación», relata. El momento más duro, recuerda, fue el cerrar la puerta. «Estábamos destrozados y no pudimos contener las lágrimas, porque sales y no sabes si volverás algún día», reconoce.

Los propietarios de esta casa son una pareja de jubilados holandeses que llegaron a La Palma para disfrutar de esta etapa de sus vidas. «Para mi son como mis padres y todo su trabajo está en esa vivienda. Están destrozados, pero saben que no se puede hacer nada, porque la naturaleza es así, y tenemos que guardar la energía para lo que venga», explica Rodríguez. Quien asegura que, pese a la catástrofe que supone la erupción del volcán, esta experiencia «me ha enseñado a darme cuenta de las cosas que son verdaderamente importantes, porque hemos tenido que meter toda una vida en una furgoneta».

En medio del caos, Rodríguez ya busca casa de alquiler para pasar el tiempo que dure la crisis volcánica en La Palma. Si bien reconoce que no es tarea fácil, ya que hay más de 5.000 personas desalojadas en la isla y muchas de ellas también necesitan instalarse en una nueva vivienda. En este panorama de destrucción, incertidumbre y nervios, conciliar el sueño resulta especialmente difícil a quienes tienen sus pertenencias en el recorrido de la lava. Además, Rodríguez relata que los golpes del volcán son tan fuertes que no ayudan a mantener la calma y dormir, por lo que «pasamos las horas tratando de tranquilizar a nuestras mascotas». La exportavoz de la formación naranja valora las numerosas muestras de solidaridad y cariño que se suceden desde todas las islas y desde la Península con el pueblo palmero. «Me han llegado muchos mensajes de amigos ofreciéndonos sus casas y apartamentos, para que podamos salir de aquí y despejarnos, pero todos queremos quedarnos aquí», concluye.

Noches sin dormir

El volcán de la isla de La Palma ha arrasado ya 320 viviendas, ubicadas en las 154 hectáreas por las que ha discurre la lava desde que entró en erupción. Un episodio de tipo estromboliano que los expertos todavía no pueden predecir hasta cuándo se prolongará, ni la cantidad de material magmático que emanará de las profundidades de la isla en dirección al océano. A las 15.11 horas del domingo un fuerte estruendo en la zona conocida como Cumbre Vieja cumplió las previsiones de los vulcanólogos con un mínimo margen de error, tras analizar durante la semana previa los movimientos sísmicos intensificados en las entrañas de La Palma. Esta explosión y la columna de humo que la prosiguió ubicó el punto exacto en el que la tierra cedió a la presión del magma con dos fisuras separadas apenas 300 metros y la irrupción de hasta nueve bocas por las que, en cuestión de minutos, explosionarían grandes destellos de incandescentes piroclastos. Ese primer crujir de la tierra puso en vilo a los vecinos de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte, advertidos días antes por los equipos de emergencia del Gobierno de Canarias ante la inminente erupción tras la progresiva cercanía a la superficie de los miles de tremores registrados.

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