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Sociedad
Sonia Villapol Neurocientífica gallega y profesora en Houston

“Los síntomas de COVID persistente en niños pueden desarrollar enfermedades”

“Es probable que los escolares se infecten más este curso porque el nicho del virus va a estar ahora en la gente no vacunada; por eso, recomiendo que cuiden la alimentación”

Sonia Villapol, días atrás en O Obradoiro. Foto cedida por Sonia Villapol.

La gallega Sonia Villapol, de A Pastoriza, Lugo, es una de las científicas más destacadas del mundo en el estudio de los efectos del COVID en el sistema nervioso y el cerebro. Recientemente visitó A Guarda, Baiona, Sanxenxo. “Una maravilla”, señala esta eminencia que sonríe por el teléfono cuando dice estar “encantada con el tiempo” gallego de este bizarro verano. “En Houston, Texas, estamos a 40 grados todo el año”, comenta entre risas. En breve, retornará a Estados Unidos donde es profesora de Neurocirugía en el centro para la Neuroregeneración del Hospital Methodist de Houston.

Desde su retiro gallego, explica que “más de la mitad de los niños que pasan el COVID no tienen síntomas pero pueden acabar teniendo COVID persistente. El 53% tiene al menos un síntoma un mes después de ser infectado”.

Villapol está a punto de ver publicado oficialmente el pionero estudio que descubrió meses atrás los 50 síntomas del COVID persistente que tuvo repercusión mundial. “Fue el primer estudio que se hizo sobre este tema. Ahora estamos trabajando en un estudio de COVID persistente en niños. En ellos, se presenta de forma diferente, la mayor parte de los que lo tienen son asintomáticos. Estamos analizando cuáles serían los síntomas más predominantes y a los que hay que prestar más atención”, detalla.

–¿Nos puede revelar algunos?

–Uno de los principales es la pérdida de memoria, el estar confundidos; tener tos persistente, así como problemas pulmonares al respirar; pero también insomnio, quedándose dormidos en clase; congestión nasal o dolor de cabeza, así como palpitaciones o problemas gastrointestinales. La diarrea es más común en los niños que en los adultos y aparece antes que los síntomas respiratorios. En los pequeños, es posible que no les apareciese durante la fase de infección pero sí lo hacen después.

–A priori, puede parecer un diagnóstico complicado.

–Hay un problema si no se explican bien las cosas, incluso para los médicos porque no hay muchos datos al respecto. Padres y doctores deben asociar la posibilidad de que esos síntomas se deban a haber sufrido el COVID hace meses. Es posible, incluso que no lo sepan porque al no hacerles la prueba desconocen que sus hijos lo han tenido al no tener síntomas.

–Si se tiene la sospecha, ¿qué se debería hacer, entonces?

–Si tienen alguna sospecha de algo raro en sus hijos, necesitan ir al médico y ser tratados asociándolo al COVID persistente. Pero hay falta de información. Normalmente no se les hace la PCR o test de antígenos a los niños asintomáticos. A lo mejor se infectaron y nadie se dio de cuenta. Lo importante es pensar que los problemas que tienen son psicológicos. Cualquiera de estos síntomas del COVID persistente en niños o adultos puede agravarse o desarrollar otras enfermedades si no se trata con los medicamentos adecuados.

–¿Qué dolencias?

–En el estudio que vamos a publicar en breve recogemos que un 1% de personas con COVID persistente puede desarrollar hipertensión. Si no la detectan y la tratan, los problemas que puede acarrear son enormes.

–¿Cómo evitarlo?

–Ahora, estoy enviando propuestas para obtener financiación para trabajar en el desarrollo de unos protocolos clínicos con los biomarcadores que se deben hacer si se pasó el COVID, así como los síntomas y enfermedades adquiridas. Habría que hacer chequeos y medir la capacidad pulmonar, realizar analíticas de sangre, medir la tensión u observar el funcionamiento del corazón.

"No se puede decir que los niños son inmunes al coronavirus. Es una aberración"

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–El curso escolar está a la vuelta de la esquina. ¿Debemos estar tranquilos ante el elevado porcentaje de población ya vacunada aunque los niños no lo estén?

–Es importante mejorar la ventilación en los colegios. Es clave. Los filtros HEPA y abrir las ventanas con sentido después de medir el CO2 podría ahorrar muchos contagios. Luego, es fundamental una buena pedagogía en el uso de las máscaras, con filtro y doble capa. Son medidas eficaces para evitar contagios mientras no existan vacunas para niños. La desinfección no sirve de mucho. Es probable que los escolares se infecten porque el nicho del COVID va a estar ahora en la gente no vacunada. Por eso, recomiendo que cuiden la alimentación. Es como lo que se lleva diciendo toda la vida para la gripe: hay que tomar vitamina C. Con este coronavirus es lo mismo. Pero ni vitaminas ni probióticos se deben administrar sin recomendación del médico. No se puede decir que los niños son inmunes y que da igual que se infecten o no. Es una aberración que se lleva diciendo año y medio.

–Usted también está estudiando la relación entre la microbiota y el SARS-CoV-2.

–Sí. Nos dimos cuenta de que a aquella gente con COVID agudo que ingresaba en el hospital le cambiaban las bacterias en los intestinos, la flora bacteriana. Aún no hemos publicado este estudio pero estamos teniendo datos de bacterias específicas asociadas con la severidad del COVID.

Sonia Villapol, en el centro universitario en Houston donde trabaja. S.V.

–¿Cuál sería el momento idóneo para conocer los posibles cambios en esa flora?

–Por ejemplo, cuando hospitalicen a una persona por COVID, podrían hacer un análisis de la flora bacteriana. Si presentas una bacteria determinada es probable que en las próximas semanas desarrolle una COVID más leve y, por lo tanto, tendrás una recuperación mejor. Por contra, si presenta otras determinadas bacterias, la enfermedad será más grave y precisará más tiempo de hospitalización. Sería una especie de biomarcador.

–¿Puede la microbiota dar pistas sobre el COVID persistente?

–Estamos viendo cómo cambió la flora bacteriana en los pacientes que habían estado en el hospital y que ahora tienen COVID persistente para ver cómo se comportó su flora bacteriana meses después. Es más, con el tratamiento que le dieron a estos pacientes en el hospital, una especie de prebióticos y probióticos que cambian la flora bacteriana, estamos analizando si esto puede ayudar a la gente que tiene COVID persistente. También estamos viendo si pueden actuar como biomarcadores: indicando si van a mejor o peor. Estamos analizando estos datos con un laboratorio en Argentina y otro en Italia.

–Mucha gente con COVID persistente se queja de que no la entiende su médico.

–Hay que atender a esta gente. Creo que en muchos casos no se les está valorando bien. Muchos médicos de familia o en hospitales no lo entienden. La gente sufre estos problemas y no rinde en los trabajos porque no hay datos suficientes sobre esto. Estamos intentando identificar el nombre de cada especie de bacteria para realizar un diseño terapéutico.

"No debemos dar probióticos sin control a los niños; puede ser peor"

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–¿Qué papel pueden jugar los probióticos para afrontar el nuevo coronavirus?

–Cuando la gente desarrolla un COVID peor presenta bacterias que producen más tóxicos, que aceleran el sistema inmune de manera negativa. Y las bacterias que se encuentran en los yogures, probióticos o bífidos activos son las que ayudan a la gente a recuperarse mejor. Por ejemplo, si has pasado el COVID y tienes déficit de una bacteria, deberías tomar unos determinados probióticos, que son como una bacteria buena que ayuda a recuperarte de enfermedades inflamatorias.

–¿Qué podemos hacer?

–Es superimportante comer bien, es decir, frutas, verduras, como prevención para tener una microbiota sana para estar protegidos contra el COVID en caso de resultar infectados. Es muy importante comer bien en tiempo de pandemia porque la flora bacteriana es moduladora del sistema inmune.

–¿Aconseja dar más probióticos y prebióticos a los pequeños?

–Los niños tienen otro tipo de inmunidad innata que les hace estar protegidos mejor frente a determinadas enfermedades, entre ellas el COVID, e incluso logran recuperarse mejor. No obstante, no debemos dar pastillas de probióticos sin control a todos los niños. Puede ser peor porque las bacterias de la microbiota de la barriga viven en simbiosis. Cuando introduces otra que no estaba allí antes, puede colonizar a las buenas y producir un desequilibrio cambiando la flora. Utilizar muchos probióticos puede provocar un desajuste en el intestino, lo que sería peor. Tenemos que evitar que tengan déficit de vitaminas. Deben comer frutas, verduras, yogures con probióticos para reforzar el sistema inmune. Ya se vio que un déficit de vitamina D o de omega 3 está asociado a llevar un COVID peor.

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