Recorrer cinco repúblicas soviéticas en siete días y asistir a uno de los principales acontecimientos históricos del siglo XX: el desmembramiento de la antigua Unión Soviética. Esto es lo que le ocurrió a la asturiana Sara Gutiérrez en el verano de 1991 cuando se encontraba en la URSS formándose como oftalmóloga con una beca. Justo 30 años después, en Club FARO en Vigo, explicaba que tanto entonces como ahora “Gorbachov no existe para los rusos. En aquel momento lo consideraban nefasto. Ahora, piensan que no supo hacer la transición hacia lo que muchos” querían.

Sara Gutiérrez: “Gorbachov no existe para los rusos, no supo hacer la transición”

Gutiérrez realizó estas declaraciones durante la presentación de su libro “El último verano de la URSS. Del mar Báltico al mar Negro en tren”, editado por Reino de Cordelia. La doctora y periodista detalló que el problema con Mijáil Gorbachov, al principio, residió en que lo veían “culpable de lo que veían”. Lo que les desveló fue la verdadera situación de una unión de repúblicas donde la población notaba la caída del estado de los soviets.

Presentada por el periodista Rubén Rey, reconoció que cuando optó por acudir a Rusia a realizar la especialidad de oftalmología iba “fascinada por la perestroika de Gorbachov”. Años después, se adentraría en el mundo periodístico y el líder soviético sería la primera persona a la que entrevistaría.

En su libro –que presenta ilustraciones de Pedro Arjona, diseñador gráfico y pintor–, reconoce que asistir a los últimos años de la URSS (comenzó a estudiar allí en 1989) fue “como asistir a la caída del Imperio Romano, como pasearme por un enorme escenario en el que se está rodando la superproducción más delirante de la historia sin que nadie repare en mi presencia”.

Haciendo memoria, recordó que en aquel momento “era evidente que iba a haber un cambio”. Sin embargo, Gutiérrez imaginaba que el Gobierno endurecería más el régimen. “Ni se me pasaba por la cabeza que aquel verano de 1991 en el que hice el viaje –de Járkov (actual Ucrania) a Odessa pasando por Leningrado, Tallin, Riga, Vilna, Luov, Kiev y Odessa– sería el último de la URSS”, señaló.

Reconoció que desde principios de aquel año había habido revueltas en las ahora repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia. También en determinados lugares, se observaba un mayor deseo de mostrar y profesar las creencias religiosas (antes vetadas); además de un descontrol en el aprovisionamiento de comida o artículos de primera necesidad.

“La gente no hablaba de comprar, sino de conseguir. Ibas por la calle como con más de 20 antenas atenta a las colas para comprar cosas que aunque no necesitabas pensabas que después podrías por cambiar por algo que sí precisarías”, explicó ayer en Club FARO. “Había continuos trueques y trapicheos”, añadió, ya que cambiar dinero era ilegal.

En esta situación, le concedieron dos meses de vacaciones para que volviese a España. El visado le autorizaba salir del país varios días después de comenzar el descanso por lo que pensó en hacer un corto viaje en los trenes. Finalmente, lo realizó acompañada por una compañera uzbeka de la residencia universitaria, una joven que vio con Sara por primera vez el mar.

Con ella, Gutiérrez aprendió una lección que arraigó en su forma de ser: no prejuiciar, ya que en un primer momento no quería para nada viajar con la chica pero al final se dio cuenta que ella fue el alma del viaje. “Yo tenía muchísimos prejuicios, que nos hacen perder muchas cosas, te hacen vivir en un círculo pequeño”, criticaba ayer ante el público del Auditorio del MARCO.

En cuanto si ahora viven mejor los rusos que antes, reconoció que era una cuestión de “difícil respuesta”. Antes tenían aseguradas por parte del estado una educación de elevada calidad, atención sanitaria, vivienda y trabajo. Ahora, con el neoliberalismo, “es un sálvese quien pueda. Se está mejor ahora pero no hay igualdad de oportunidades. Hay gente millonaria y otra que quedó anclada en un sistema de pobreza”. “Tampoco veo mejor nuestra sociedad”, concluyó.

Una oftalmóloga que tuvo la aventura de su vida en la antigua Unión Soviética

Sara Gutiérrez es una de esas personas que apabulla con su currículo. Doctora (estudió Medicina en Oviedo y se especializó en Oftalmología en Rusia), traductora de ruso, periodista y escritora. Recientemente ha publicado “El último verano de la URSS” (Reino de Cordelia). El trabajo de Gutiérrez es tan reconocido que la empresa editora de la revista “Marie Claire” la fichó para lanzar su edición rusa en los años 90. Gracias a ella, se pueden leer en e spañol obras como “La pulga de acero” de Nicolái Leskov; o “Los vagabundos” de Maksím Gorki sin olvidar “Relatos de Yásnaia Poliana” de Lev Tolstói. Sara Gutiérrez destaca también por sus ponencias y artículos científicos que giran sobre su especialidad: la oftalmología. En su último libro, nos lleva al verano de 1991 cuando era médico en la República Socialista de Ucrania y cuando hizo un viaje escoltada por una compañera –una chica uzbeca– que nunca había visto el mar. Ambas pusieron rumbo al Mar Negro. En ese periplo, vivieron un hito histórico: la desintegración de la URSS. Gutiérrez ha contado en entrevistas que lo difícil entonces era conseguir comida y mantener una dieta básica. Estaba becada en la Unión Soviética.