“A Juan Sebastián Elcano no tener linaje le trajo muchos problemas porque en esa época era más importante ser miembro de una familia con linaje, con influencias en la corte, que la capacidad. Esto era una realidad en el siglo XVI y me atrevería a decir que también en el XXI, aunque en menor medida”. Así se expresó ayer José Calvo Poyato (Cabra, 1951) en el Club FARO, donde presentó su nueva novela, “La travesía final” (HaperCollins), en la que reconstruye la vida Elcano después de realizar la primera circunnavegación a la tierra tras completar la expedición que lideró Magallanes. Esta gesta le valió al marino de Guetaria la concesión de un escudo de armas con el lema “Primus circumdedisci me” y una pensión anual de 500 ducados. “Una pensión que no se le pagó nunca”, matizó el doctor en Historia Moderna y novelista.

Calvo Poyato, especialista en los siglos XVI, XVII y XVIII, rescata en esta novela esta figura histórica, olvidada en los libros de historia una vez que ha dado la vuelta al mundo. “En España, ocurre con frecuencia que grandes hombres que han protagonizado una aventura extraordinaria, verdaderamente épica en algunos casos, termina por desaparecer. Al contrario de lo que sucede en otros países de nuestro entorno”, aseguró en el MARCO de Vigo. Y puso como ejemplo al Reino Unido, que atribuye la primera circunnavegación al mundo al corsario Francis Drake, que, recordó, dio la vuelta al mundo, pero 60 años después de Elcano,

“La travesía final” transcurre entre octubre de 1522 y 1526, aunque el epílogo la prologa hasta 1529, unos años en los que se cimentó el poder de Carlos I y se consolidó la hegemonía de España en Europa. Atrás han quedado las revueltas de los Comuneros en Castilla y de las Germanías en Valencia contra un rey extranjero –el hijo de Juana la Loca, recluida en Tordesillas, fue criado y educado en Flandes–. Sobre la madre del emperador, aseguró: “No estaba tan loca como nos han querido hacer creer”.

Fue un tiempo también en el que el rey de la monarquía hispánica acarició el proyecto de incorporar a su imperio las islas de las Especias o Especiería (istas Molucas), cuya propiedad se disputaban las coronas de España y Portugal, reinos que se habían repartido en mundo en 1518 en el Tratado de Tordesillas. Se llegó a fundar, incluso, la Casa de la Contratación de la Especiería en A Coruña. Pero ¿por qué aquí y no en Sevilla, donde ya estaba la de Indias? “Fue la forma que tuvo Carlos I de compensar a Galicia por mantenerse fiel a la corona y no secundar durante la revuelta comunera”, afirmó. Y por ello también, el 24 de julio de 1525 partió de su puerto la que se conocerá como “Expedición Loaysa”, formada por siete naves y 450 hombres. Elcano, sin embargo, no la comandaría, ya que Jofré García de Loaysa, hermano del confesor del emperador y comendador de la Orden de San Juan, fue nombrado su capitán general y el marino vasco tuvo que conformarse con ser su piloto mayor.

Como dijo la catedrática de Historia Rosa Pascual, que presentó el acto, si Carlos I hubiese conseguido las islas de las Especias para España, la historia de Galicia habría sido completamente distinta, ya que A Coruña se hubiese convertido en uno de los centros más importantes de Europa y es que las especias eran uno de los productos más valiosos de la Europa del siglo XVI. Pero la ciudad coruñesa no es la única relación de Galicia con Elcano. Cuando llegan a las islas de la Especiería se reencuentran con el vigués Gonzalo de Vigo, que desertó de la expedición de Magallanes y que les sirvió de traductor ante los nativos.

La novela se mueve entre la rigurosidad histórica y la ficción de algunas tramas y personajes. “En la novela histórica los hechos no se alteran nunca. Hay quien lo ha hecho, pero el resultado ya no es una novela histórica. Por poco que se sepa de historia ya se sabe cómo va a acabar la novela. ¿Cómo mantenemos la atención del lector? Hay que crear una trama verosímil que se adapte a la época y esta forma ya parte de la creación literaria del autor”, afirmó Calvo Poyato, que recurre a la intriga para mantener al lector en vilo.

La primera circunnavegación: 1519-1522

José Calvo Poyato narró la gran aventura de la primera circunnavegación a la tierra protagonizada por Juan Sebastián Elcano en “La ruta infinita”, su anterior novela. El 10 de agosto de 1519, zarpaba del muelle hispalense de las Mulas una flota compuesta por cinco naves –la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago– dirigida por el experimentado navegante portugués Fernando de Magallanes, que había tenido el empeño y la tenacidad de hacer realidad su proyecto para buscar una ruta comercial con las islas de las especias por occidente, buscando un paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico. La escuadra, después de explorar durante meses el litoral americano al sur de Brasil, logró cruzar el estrecho de Magallanes el 28 de noviembre de 1520. En su travesía por el Pacífico llegó a las islas Filipinas, donde, el 27 de abril de 1521, muere Fernando de Magallanes en la batalla de Mactán. Los expedicionarios continuaron la navegación hasta las islas Molucas, objetivo de su viaje, donde eligieron a Juan Sebastián Elcano para capitanear el viaje de regreso. Navegando hacia el oeste por el océano Índico y dando la vuelta a África, la Victoria, única nave que quedaba de la expedición, alcanzó el puerto de Sevilla el 8 de septiembre de 1522. La primera embarcación de la historia en dar la vuelta al mundo llegó a puerto con el velamen destrozado, su carga de especias y una menguada tripulación de dieciocho hombres, hambrientos y agotados. Habían transcurrido tres años.