Quizá sea un topicazo, pero los funcionarios siempre han tenido fama de trabajar lo justito y necesario. Que si fichar e irse a desayunar, que si la pausa del almuerzo, que si la baja por ansiedad, etc. El caso es que, aunque los casos de ausentismo y holgazanería sean un parte ínfima de los 2,6 millones de funcionarios de este país, siempre habrá alguna historia que servirá para afianzar el cliché en la mente colectiva. Este es el caso de un tal Salvatore Scumace, un empleado del hospital Pugliese Ciccio en la ciudad italiana de Catanzaro, al sur del país.

Según publica Código Nuevo basándose en la información recogida por la agencia de noticias italiana Ansa, este señor estuvo nada menos que 15 años sin aparecer por su lugar de trabajo sin que nadie se pronunciase y sin dejar de cobrar su salario que en todo este tiempo ha ascendido a 538.000 euros. La historia de Salvatore, que ahora tiene 66 años, comenzó en 2005 cuando decidió dejar de asistir a su nuevo lugar de trabajo sin que ninguno de sus superiores tomara medida alguna al respecto. De hecho, parece ser que el individuo sólo acudió el día que firmó el contrato y que había amenazado de muerte a la administrativa del hospital para que no elaborara un informe sobre su total ausentismo. El problema es que esta persona se jubiló y su sucesora en la administración no reparó en el asunto, por lo que su caso de ausentismo quedó en el olvido.

Sin embargo, todo se precipitó cuando el funcionario reclamó su derecho a jubilación y todo el fraude salió a la luz. Ahora ha sido detenido acusado de fraude, extorsión y abuso de poder. Además, la Justicia italiana investiga a los seis responsables del hospital por no actuar desde el principio. Y, aunque pueda parecer una locura, el caso es realmente similar al del funcionario del archivo de la Diputación de Valencia, Carlos Recio, que estuvo 10 años cobrando sin aparecer por allí. Lo más curioso es que ambos casos casi coinciden en las fechas ya que este último accedió al archivo provincial en 2006, sin embargo, fue descubierto y despedido por falta grave.

Insistimos en que ambos casos son raras excepciones y que no deberían influir en el concepto que se tiene de los millones de funcionarios públicos que realizan su labor con total profesionalidad, pero también da que pensar que este tipo de fraudes puedan realizarse con el dinero de todos los contribuyentes y que en algunos casos el castigo no sea ejemplar. En fin, una de personas que con su pésimo ejemplo que alimentan la leyenda pero que no representan nada ni a ninguna profesión.