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Juan José Badiola: "Fue un error no querer alarmar a la gente"

"También fue una equivocación no hacer la prueba de detección a todo el mundo porque hubo muchos casos asintomáticos pero con carga viral para seguir contagiando"

Badiola, en una imagen reciente. // L.O.Z.

Fue la cara visible de la lucha contra el mal de las vacas locas, una de las crisis sanitarias más graves que sufrió España, y que con más virulencia afectó a Galicia. El investigador, catedrático y director del Centro Nacional de Referencia de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EBB) advierte sobre la nueva alerta sanitaria mundial del coronavirus: "Veíamos solo la punta de un iceberg que ha emergido brutalmente". Esta crisis, añade, no solo es sanitaria, sino también social y económica.

-España está en shock por el cariz que ha tomado la crisis del coronavirus?

-Nos ha tocado el bombazo de golpe, esa es la verdad. Este coronavirus se parece mucho en cuanto a la capacidad de propagación al de la gripe A, que se extendió rapidísimamente e infectó a muchísimas personas. La gripe A era realmente una gripe porcina a la que se cambió el nombre porque los productores mundiales de porcino no querían llamar a confusión. Esa vino de Méjico, pero este que también es un virus de origen animal, parece ser, tiene la originalidad de que viene de China, que es la fábrica del mundo. Si este virus hubiera aparecido en el corazón de África hubiera tenido muy poca importancia, pero China es la gran factoría del mundo, muchísima gente va a allí por razones comerciales, de producción de mercancías, de turismo o deportivas y eso genera mucho movimiento. Hay una fuerte relación entre China y Europa y por esa razón el golpe de la epidemia después de China ha sido en Europa.

-Pero parece haberse convertido en un problema italiano y español, sobre todo.

-No es un problema español o italiano, porque Francia está en una situación parecida y Alemania y Reino Unido también, aunque ellos dicen que no. Cuando el virus estaba en China, la gente lo veía como algo lejano y aquí en España hasta hace poco tiempo no se le había dado ninguna importancia, pero cuando apareció en Italia, la cosa cambió de golpe. La gente dijo, cuidado, que este en un virus que se está acercando a mi casa. Ahí es donde se produce el punto de inflexión y la razón por la cual ha tenido un impacto mayor en España. Quizá no tuvimos la debida presteza para evitar algunas actividades proclives al contagio, desde el momento en que se sabe que es un virus que se contagia mucho y por vía respiratoria, si estás cerca y una persona tose o bien estornuda o tocas la superficie que ha tocado otra persona. Con el virus es fácil contagiarse y que se cree una cadena de contagios.

-¿Por qué no se vio venir?

-Yo creo que se minusvaloró un poco la situación al principio, porque ya cuando se extendió a Italia teníamos que haber tomado medidas drásticas, con lo cual hubiéramos minimizado la situación actual. En enero y hasta mediados de febrero había gente que venía de China y podía haber habido casos, pero el refuerzo italiano fue decisivo y el coronavirus se expandió con una facilidad enorme por nuestro país. Los casos más evidentes con sintomatología fueron relativamente fáciles de detectar. El problema es que este virus si lo cogen personas jóvenes o de edad mediana apenas les afecta y lo hace con síntomas leves. Tan leves que mucha gente ni siquiera se dio cuenta de que había pasado la infección. Pasó exactamente igual con la gripe A, mucha gente la pasó sin saberlo, pero tienen suficiente carga viral como para seguir infectando.

-¿Y es lo que ha contribuido a que la epidemia se extienda?

-Es lo que ha salido últimamente y por eso el Gobierno se ha asustado, es una oleada de casos verdaderamente terrible. Por eso se han tomado medidas tan duras, como obligar a los españoles a quedarse en sus casas durante 15 días (ayer el Gobierno anunció una prórroga), pero eso no es fácil. Y que nos cierren los bares o restaurantes, todavía más difícil.

-¿Se confió de más?

-Nos confiamos, dijimos, no sigamos el ejemplo italiano, pero hemos seguido detrás. Eso fue un error de comunicación de las autoridades y los medios de comunicación, bajo la premisa de "no alarmemos a la gente". Y es verdad, no conviene alarmar a la gente, porque reacciona de una manera un poco irracional. Pero de lo que no fue la gente consciente, y las autoridades tampoco, es que hay una fina línea entre no crear alarma y la minimización de los riesgos. Y minimizar los riesgos es lo peor que se puede hacer. La gente se confió, dijo, aquí no pasa nada, bueno puede fallecer alguna persona mayor, pero los demás estamos a salvo... Lo cual no es verdad, porque también hemos visto gente joven afectada

-Lo que pasa que la incidencia entre los mayores, y la gravedad, es mucho mayor.

-Los mayores, por decirlo de alguna manera, tienen una mayor sensibilidad y ofrecen más facilidades al agravamiento por dos razones: suelen tener patologías previas, crónicas, cardiovasculares, hipertensión, diabetes, problemas respiratorios, con lo cual se agrava el problema y su estado inmunitario está debilitado, por la edad. Por eso en las personas mayores crea estragos y de ahí las noticias por ejemplo de esa residencia de Madrid donde han muerto 18 personas, y otras.

-Pero las vidas de los mayores tienen el mismo valor que cualquier otra.

-No me gustó cuando la gente decía, bueno, eso es una cuestión de los mayores, como diciendo, los mayores si se mueren, es que se tenían que morir. Eso es una falta de sensibilidad y una insolidaridad con las personas que han hecho este país que para mí es inadmisible, diría muy poco de nuestra sociedad. Afortunadamente hemos corregido esto cuando se ha visto que la cosa no iba solo con los mayores, que podía afectar también a los jóvenes.

-Y ahora, ha estallado la dureza de la epidemia delante de la cara.

-Van a ser doce o catorce días, que es el periodo de incubación, yo creo que se reducirá la racha verdaderamente enloquecida de contagios que tenemos, lo que mitigará un poco la situación. Pero el problema no está resuelto porque hay muchos infectados.

-Las cifras tampoco son reales porque no se hace la prueba a todo el mundo.

-Eso ha sido para mí también un error. Probablemente se ha debido que la sanidad no tenía suficientes medios. Cuando la gente ya está con síntomas si tenías fiebre, tos, sospechaba que podía estar infectada por el coronavirus, pero al centro de salud le han dicho que no fuera, y a las urgencias del hospital tampoco, llamaba por teléfono, pero las líneas están saturadas, estaba horas y horas y no le contestaba nadie, al final, ¿qué hacía esa persona?, se quedaba en su casa sin saber qué tenía. A lo mejor muchos de ellos no era el coronavirus, era una amigdalitis, o era la gripe, pero es posible que lo fuera. Y eso ha ido engrosando esa franja de personas que estaban infectadas y que son también parte de los que han colaborado en la que la epidemia se extendiera de la manera que no ha hecho. Cuando una persona se mete en su casa para no intentar infectar, ¿toma las debidas precauciones con respecto al resto de habitantes de la casa?

-Bueno, está en aislamiento igual.

-Pero una persona contaminada tiene que seguir hábitos extremos de aislamiento, en habitación aislada, ventilada, no puede compartir nada, hay que lavar todo, desinfectar todo, no pueden ni comunicarse directamente, ni compartir vajilla. Si él no sabe que está infectado, no sé si llevará a cabo esas medidas tan extremas. Ha sido un gran error, pienso yo, no analizar a todas las personas que deberían haber sido analizadas.

-¿Le extraña que los ciudadanos hayan acatado tan rápidamente la medida de confinamiento?

-El Gobierno se ha visto obligado a hacer esto, porque tenía miedo a ver cómo respondía la gente y es una decisión bastante complicada. Vamos a ver si la gente aguanta las dos semanas completas. Y desde luego, como decidan prolongarlo no sé si la gente lo aguantará, por la presión de los niños en las casas, la gente que quiere salir a darse una vuelta, ¿es normal, verdad? A mí me ha impresionado el grado de responsabilidad de la gente, como ha respondido de una manera hasta cierto punto inesperada. No pensé que los ciudadanos fueran a aceptar este confinamiento tan estricto, pero bueno, se ha hecho. No es porque desconfíe de los españoles, pero conozco su forma de ser, que nos gusta el bar, no quedarnos en casa. A un chino o a un finlandés se lo puedes hacer, pero a un español es más difícil. Italia está haciendo lo mismo y Francia también.

-¿Como lo está haciendo Fernando Simón, el Badiola de la crisis del coronavirus?

-El hombre ha hecho lo que ha podido, pero han dejado en él comunicar y gestionar, y eso es muy difícil. Porque yo en aquella crisis llevaba la comunicación, pero hacer las dos cosas es muy complicado. Ahora todo el mundo está concentrado en resolver este tema, como sea, pero en cuanto pasen estas dos semanas empezarán a venir las críticas duras, no digo a Simón, sino en general. Los españoles somos muy dados a criticar a diestro y siniestro, y cuando empiezan a dar mandoblazos en todas las direcciones, no se salva nadie. Por no hablar de la política. El Ministerio de Sanidad ha hecho lo que ha podido.

-¿Hacia dónde se va con esta cifra de contagiados e ingresados en España?

-Mi fuerte es la experiencia, la madre de la ciencia y por crisis anteriores tengo ya la percepción de cómo suelen evolucionar estas epidemias. Los coronavirus los conocemos desde hace tiempo, como cuando estuvo el SARs. Esto de la transmisión es una proyección geométrica, no aritmética, y como controlabas a estas personas que no sabía que tenían el virus, es complicado también hacerlo. Y el fallo de no hacer pruebas ha sido uno de los errores más manifiestos, no sé quién aconsejó esto: la teoría puede decir algo, pero es la práctica la que manda y a veces hay que cambiar la estrategia porque te arrolla. Le pasó un poco a esto. Lo he comparado con un iceberg: ves el hielo, que es la parte más pequeña, la que está sobre la superficie del agua, pero el grueso está debajo. Aquí ha pasado eso. Los casos que se veían eran la punta del iceberg, pero había más casos debajo, que es lo que ha emergido de una forma brutal.

-¿Puede dificultar la solución de la crisis sanitaria las derivadas sociales y económicas de este problema?

-Sin duda. Cualquier crisis sanitaria, alimentaria o no, siempre está rodeada de esos factores. Fíjese las vacas locas las implicaciones económicas que tuvo y sociales, y en todo el mundo de la alimentación. Esta crisis es distinta, pero las consecuencias económicas las vamos a ver a partir de ahora. Fíjese lo que va a significar para muchos empresarios, cerrar quince días, es un drama para cualquier pequeña empresa abierta cara al público. El Gobierno ha hecho una serie de medidas para paliar un poco el problema, que son difíciles de poner en la práctica. En la parte económica esta crisis va a tener un impacto brutal.

-¿Es una ventaja o un inconveniente el hecho de que sea una crisis global?

-Va a ser un problema económico muy grande, un problema social, un problema sanitario, con muchas muertes, aquí vamos a ver cómo salimos de esta. Antes de tomar en cuenta estas dos semanas de confinamiento pensaba que el número de casos de infección sería a mediados de abril, pero ahora ya no lo sé, con estas medidas igual se hace antes. El aislamiento va a tener un efecto positivo, no cabe duda, porque si después de tenernos encerrados no hubiera merecido la pena, vaya fracaso. Confío en que va a haber una reducción del número de casos, porque esto es cortar por lo sano. En esa última quincena de abril vamos a ver la curva cómo evoluciona. En cuando empiece a ver que el día de hoy hay menos casos que el de ayer y así sucesivamente la cosa pintará de otra manera.

-¿A este virus el importa el verano?

-Al virus no mucho, pero a los cuerpos sí. Los organismos están mejor preparados con un ambiente de calor, sin cambios de temperatura. Siempre facilita las condiciones corporales y una mejor respuesta inmunitaria.

-¿Pueden llegar a tiempo las vacunas?

-Se dijo "esto es como una gripe". Como una gripe, los síntomas, pero el resto no, es una enfermedad de un coronavirus nuevo, no un virus gripe, son diferentes. En las gripes hay vacunas, aquí no, hay antivirales, tratamientos específicos a la acción del virus, aquí no los tenemos. Fabricar una vacuna hoy no es difícil, pero nadie va a autorizar un producto que no sea seguro y no hay tiempo para ello. Confío más en que pueda haber rápidamente algún medicamento antiviral para tratar el coronavirus.

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