Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) escribe desde los 14 años y es la autora de la Trilogía del Baztán, el fenómeno literario en castellano más importante de los últimos años. La escritora, ganadora del premio Planeta, presenta La cara norte del corazón, el libro que completa las tres entregas anteriores que han sido traducidas a 30 idiomas y han llegado a cientos de miles de lectores de todo el mundo.

- Ha suscrito usted alguna vez eso de que "para que algo ocurra hay que soñarlo antes". ¿Lo piensa de verdad?

-Si cambia "soñar" por "imaginar", o por proyectar o visualizar, quizá le suene menos raro. Tesla imaginó ciudades iluminadas mucho antes de conseguirlo y Lindbergh se imaginó aterrizando en París después de sobrevolar el Atlántico por primera vez y sin paracaídas. Si hubieran sido incapaces de verlo, no lo habrían logrado. La seguridad de ser capaz de concebir algo ya hace que sea real de algún modo o, al menos, plausible.

- ¿La literatura invita a soñar o, por el contrario, nos pega más a la realidad?

-Tiene la maravillosa propiedad de conseguir ambas cosas.

- Escribe desde pequeña, ha triunfado, con mayúsculas, ¿es la misma ahora que antes, cuando las editoriales no le hacían caso?

-Exactamente la misma.

- Algo la habrá cambiado el éxito...

-Creo que el gran éxito de mi vida es saber cuidar de lo que importa y mantenerlo a salvo. Eso ya lo practicaba antes del éxito literario.

- No se prodiga demasiado en los medios ni en las redes, ¿ese misterio es necesario?

-(Risas) No trato de ser misteriosa, créame, es que estoy muy ocupada. Han pasado siete años desde que me di a conocer con la novela El guardián invisible, desde entonces he publicado cinco libros más, traducidos a 36 lenguas. He viajado por todo el mundo presentándolos. Tengo jet lag mientras hago esta entrevista. Créame, no es misterio, es intensidad.

- Conoce bien las tradiciones vascas, las expresiones y las usa; a la vez sus libros desprenden cosmopolitismo. ¿Cómo logra conjugar lo local y lo universal?

-En Todo esto te daré, con la que gané el Planeta, era la Galicia profunda, y en La cara norte del corazón es Nueva Orleans, en Estados Unidos, tras el paso del huracán Katrina, que casi destruyó la ciudad. Si hay alguna clase de habilidad cosmopolita bebe de mis inquietudes. Me gusta el mundo y la gente y sé que no somos tan distintos aunque procedamos del otro lado del planeta.

- En un mundo en el que hay tanto ruido, cada vez parece más difícil encerrarse a leer un libro una tarde entera. ¿Cómo convencería a alguien de que lo haga?

-Ahí está el quid. No hay que intentar convencer. Creo que cerrar la puerta, quedarse a solas, tomarse un tiempo es algo a lo que se llega cuando se está preparado, o cuando se está saturado. Debe ser un descubrimiento personal, y cuando ocurre descubres un mundo nuevo.

- ¿Existe una literatura femenina o hay temas universales que cada uno afronta a su manera?

-Solo hay una literatura, la que te llega, te hace sentir, te revuelve, o te transporta, te acerca a realidades que desconocías, o te descubre aspectos de tu intimidad que ignorabas. Cuando se consigue esto, da igual si quien firma es un hombre o una mujer.

- ¿Por qué gustan tanto las historias de misterio, muertes y tragedias inexplicables?

-Resolver misterios, cuestiones y problemas grandes y pequeños es al fin y al cabo la vida misma. En cuanto a que al lector le gusten las muertes y tragedias, no estoy de acuerdo. La muerte y las tragedias están en nuestra realidad cotidiana, pero a través de la literatura las podemos resolver, llegar a conclusiones, capturar al malo, y administrar justicia, algo que a menudo nos deja insatisfechos en la vida real.

- ¿Sus protagonistas son felices?

-Tengo muchos protagonistas, Manuel, el escritor de Todo esto te daré, es un hombre. Todos tienen algo de mí, pero no soy ninguno de ellos.

- ¿Qué es la felicidad para usted?

-La felicidad es tener claras las prioridades en la vida.

- ¿Qué autores suele leer?

-¡No caben aquí! Leo todo el tiempo. Actuales y clásicos, hombres y mujeres, españoles y extranjeros, de los que ganan el Nobel, y alguno que lo ganará, y los números uno del "New York Times".

- ¿Le interesa la política?

-Me interesa todo. Ya le he dicho que me gusta el mundo y la gente que lo puebla.

- Ha ganado el premio Planeta. ¿Qué significa para usted ese reconocimiento?

-Lo recuerdo con mucho cariño, tuve la suerte de que fueran los Reyes los encargados de entregármelo, fue muy emocionante. Los lectores me siguieron masivamente en esta novela en la que cambiaba de escenario y de protagonista, pero lo mejor fue sin duda conocer al finalista, Marcos Chicot, al que ahora me une una gran amistad.

- Se dice que es muy celosa de su vida privada. ¿Es cierto?

-Vuelvo a decirle que lo que ocurre es que estoy muy ocupada con la vida, pero pueden mandarme una legión de paparazzi a acampar delante de mi casa, en un pueblo de Navarra, con cierzo e invierno. En las temporadas en que escribo salgo a la calle una vez a la semana, y en las que estoy de gira, doy cumplida información en las redes sociales de donde estoy cada día, de hotel en hotel y corriendo por los aeropuertos para llegar a la siguiente presentación y ver a mis lectores.

- Ha pasado por situaciones familiares muy dolorosas. ¿Eso llega a superarse alguna vez?

-Bueno, situaciones como la muerte de los que amas no son extraordinarias, todo el mundo tarde o temprano tiene que vivirlo.

- ¿Sus hijos se sienten orgullosos de tener una madre escritora?

-Tendría que preguntárselo. Si logras que alguien se sienta orgulloso de ti no debería ser por tu oficio, sino por el modo en que te conduces en la vida.