"Era el más inocente de los hermanos y quizás el que menos cumplía las expectativas, así que ejercí la paternidad sin absentismo, quizás con presión hacia Ignacio cuando creía que no cumplía", reconoció Joaquín Echeverría ante una de las preguntas biográficas del periodista que condujo la charla. "Tenía una tendencia a no admitir lo que consideraba injusto y daba la cara", aseguró el padre.

De hecho, en episodios de sinceridad extrema, el relato de Echevarría reconoce la alta exigencia que impuso a su hijo. Desfilaron por la pantalla fotos de la época de vacaciones familiares en Comillas, de los veranos con primos y sobrinos, y llegó el recuerdo sobre aquel primer monopatín. "En Reyes, cuando tenía 12 años le llegó un primer monopatín de plástico, con el que se deslizó por pistas de baja calidad en las que creció su afición y donde se rompió un brazo", recordó el progenitor. Luego la familia contribuiría en lo sucesivo a mantener aquella querencia de Ignacio.

Echeverría habló también del día a día de la familia tras la pérdida y de la infancia, la juventud, la rebeldía, los valores y las convicciones que llevaron a su hijo a obrar con tanto valor y generosidad: "Homenajean la actitud de un minuto, pero detrás está el fruto de toda una vida". También les tranquilizó la carta del amigo Alexis, publicada en un diario, en el que relataba que había visto a Ignacio justo un día antes -aunque hacía años que no se veían- y lo había encontrado feliz.

También valiente es el testimonio -y actitud- de la hermana de Ignacio, Isabel, que continúa viviendo en Londres a pesar de todo lo sucedido. "Ha sido difícil seguir aquí, pero si abandonase el país sería como si los terroristas nos hubieran echado", le aseguró a su familia.