"Hay que empezar por las emociones básicas y poco a poco ir introduciendo las demás". Las emociones: "es fundamental trabajarlas en el aula". Silvia Álava, psicóloga y autora de "Queremos hijos felices: lo que nunca nos enseñaron", entre otros libros, explicó en su taller del Foro de Educación de FARO: "la inteligencia emocional como aliada del aprendizaje".

Y para explicar las emociones a los demás primero hay que aprender a reconocerlas. "¿Qué cara es esta? De tristeza. ¿Qué pasa con la tristeza? Que baja la energía pero también es un momento de introspección, para saber lo que nos pasa por dentro. Por un momento quitamos el piloto automático y nos permitimos pensar", explicó Álava Sordo a los docentes, padres y madres asistentes a su taller de ayer (hoy repetirá sesión a las 18.45 horas).

"¿Y el enfado? ¿Qué pasa con el enfado? ¿Para qué sirve? Sirve para descargar, para demostrar disconformidad con algo. La energía es alta... Otra cosa es cómo yo utilizo la energía del enfado. Cuando nos enfadamos utilizamos mucho los brazos, pero como aprendemos en sociedad no utilizamos esta energía para pegarnos", describió la experta en inteligencia emocional.

Los docentes asistentes compartieron con Silvia las características de cada emoción. Incluso salieron al escenario para expresar ellos mismos emociones al resto del público y este tenía que adivinarlas. "¿Y la sorpresa? ¿Cómo es la sorpresa? Boca muy abierta... La sorpresa es una emoción neutra. Cejas arqueadas, ojos abiertos, boca abierta... La sorpresa puede derivar después en alegría, si es algo positivo, o en tristeza, si es algo negativo", expresó la psicóloga, coach y profesora. Que añadió: "¿Qué pasaría si no sintiéramos asco? Nos envenenaríamos al abrir la nevera", bromeó.

Tras una exposición de las emociones básicas Álava afirmó. "todo esto podemos hacerlo con los peques". Y concretó: "no nos valen solo los emoticonos, necesitamos integrar la emoción descrita en una cara para asegurarnos que se produce la transferencia".

Para Álava, cuando somos capaces de reconocer lo que estamos sintiendo, tanto nosotros como los demás, y además somos capaces de regularlas, "somos capaces de adquirir el control de nuestra vida. "Añade esta experta que es muy importante saber cómo trabajar la inteligencia emocional, tanto en las clases como en la familia. "Los padres son el principal modelo a seguir del niño por lo que ellos tienen que ser los primeros en trabajar su inteligencia emocional", cuenta esta profesional.

Las personas con este tipo de inteligencia son más empáticas, comprenden mejor los estados emocionales y pueden establecer relaciones interpersonales de mayor calidad, con más habilidades sociales y menos conducta agresiva. Está comprobado también, según esta psicóloga, que se asocia la inteligencia emocional al rendimiento académico.

Álava ha escrito mucho sobre la preparación de los pequeños y pequeñas para la vida. Sin embargo, eso no significa felicidad continua. Siempre explica que debe interpretarse bien la felicidad: "hay que prepararles para la vida, que sean autónomos, que sean seguros, independientes...", expresa.