Su belleza arquitectónica y riqueza histórica han hecho de Praga la séptima ciudad más visitada del continente. El 2017 recibió 7,65 millones de turistas. Ante la creciente popularización del turismo de borrachera, la capital bohemia ha enfocado ese problema rechazando atraer a más visitantes e intentando potenciar la llegada de gente interesada en la cultura. Para evitar que los turistas violen las normas de respeto y convivencia, se establece que en las calles debe reinar el silencio a partir de las diez de la noche y que en ellas está prohibido el consumo de alcohol. El ayuntamiento hará una campaña a partir de septiembre para informar mejor.