Profeta en su tierra. Siempre desde una actitud sincera, respetuosa pero a la vez valiente, que ha puesto el entorno y el interés general por delante, la carrera del arquitecto Manuel Gallego Jorreto abarca más de cinco décadas. Ha desarrollado una arquitectura que va desde las viviendas unifamiliares en pequeñas localidades como Corrubedo u Oleiros, a proyectos tan emblemáticos como el Museo de Bellas Artes de A Coruña (Premio Nacional de Arquitectura 1997) o el Museo de las Peregrinaciones, en Santiago. Desde el año 2001, en que el Premio Nacional de Arquitectura reconoce toda una trayectoria, Jorreto es el primer gallego lo obtiene.

-Realmente, es la segunda vez que recibe el Premio Nacional de Arquitectura. En 1997 por el Museo de A Coruña y ahora por toda su trayectoria. ¿Satisfecho?

-Es un regalo... Sería de desagradecidos no alegrarse. Estoy feliz por el premio pero pasado mañana nadie se acordará salvo los profesionales de la arquitectura, que estamos todos conectados. Pienso que estas cosas hay que tomarlas desde una posición muy meditada y equilibrada.

-Puso orden en una carrera de 50 años para la exposición retrospectiva "Manuel Gallego. Arquitectura 1969 - 2015", que llegó a Vigo en 2016. ¿De cuál de sus obras de arquitectura civil está más orgulloso?

-De todas. Con todas las que he podido hacer lo que querido. En todas se ha respetado lo que se pedía y además, creo que se ha añadido algo personal por mi parte.

-El jurado ha destacado el compromiso con su Galicia natal y el "diálogo honesto entre los materiales los oficios y la modernidad". ¿Se siente reflejado?

-Sí, comprometido con mi Galicia natal porque es la forma que tengo de expresar mi compromiso con la humanidad, con todos los seres vivos y con toda la gente. Mi compromiso es con el habitante de la casa, con el usuario de la arquitectura y en Galicia es con el usuario y con el paisaje de aquí, con mi tierra.

-Entonces, ¿varía la labor del arquitecto en función de la zona en la que trabaje?

-La función del arquitecto es la de resolver problemas para que la gente viva mejor.

-¿Sigue trabajando en algún proyecto?

-Estoy dirigiendo las rehabilitaciones de tres viviendas en la Illa de Arousa [es el responsable de la transformación de las viviendas modernistas de Bradomín] cerca del centro cultural, con una biblioteca una sala de exposiciones. Completamos una rehabilitación detrás de la zona del auditorio en A Illa. También estoy finalizando la rehabilitación de un pazo en la zona de Ourense, al lado de Coles.

-Su proyecto del campus de Ourense no llegó a materializarse.

-No, en Ourense hice un centro sociocultural. Para los jardines del campus hice el proyecto, pero no se ejecutó.

-¿Cómo ha cambiado la arquitectura desde sus inicios?

-Cambió mucho, cambió casi radicalmente. No tanto tecnológicamente, pero cambiaron los modos de vida, la composición familiar, la economía, la relación de la sociedad con el país, cambió casi todo. Muy lentamente para que no nos demos cuenta, cuando lo nuevo entra dentro de lo normal.

-¿La sociedad valora realmente la arquitectura?

-No y cada día, menos. La impresión que tengo es que la valoración cultural de la arquitectura como elemento importantísimo en dignificar la vida no se contempla para nada. Se contempla como construcción, como negocio, como decorado, pero nada más.

-Precisamente, su discurso como académico de honor en la Real Academia Galega de Belas Artes se centró en las estrechas relaciones entre la arquitectura y la naturaleza.

-La naturaleza es una ventana. A ver si la gente lo entiende de una vez. A veces se utiliza con una visión de especulación bastante estúpida.

- Ha trabajado con el pontevedrés Alejandro de la Sota en 1963 en Madrid. ¿Qué influencia destacaría a lo largo de su trayectoria artística a quién tienen en la cabeza como referente?

- Sigo teniendo a De la Sota. Tengo toda la arquitectura que me ha gustado y que me gusta. Toda la arquitectura que me interesa, aún sin yo quererlo, pasa ser un referente. Las arquitecturas novedosas, importantes y que plantean temas nuevos y las que tienen significados diferentes, las que coinciden con lo que yo pienso son las que me van llamando. Y automáticamente, las vas incorporando a tu aprendizaje, que es continuo.

-¿Tiene alguna ciudad fetiche?

-No, pero por relación familiar, París ha sido una ciudad importante siempre, una referencia. Allí estudié, mi mujer es de allí...

-El listado de premios que acumula es asombroso (lo leo). ¿Le queda motivación para seguir trabajando?

-(Risas). Sí, a pesar de todo eso. Me quedan ánimos, afortunadamente.