Con un ritmo frenético y vertiginoso, "La cámara del oro" (Edhasa) transporta al lector a un robo imposible, el de la cámara del oro del Banco de España, un lugar inaccesible en pleno centro de Madrid. El autor de la novela, Rodrigo Palacios, tardó casi tres años en conseguir la autorización para poder visitar las entrañas de esa cámara acorazada, alrededor de la cual gira una historia para la que ha tratado de meterse en la piel de un grupo de ladrones que acometen un robo que nunca se ha intentado.

"Tuve que parar varios meses porque no conseguía la autorización y tampoco me permitía a mí mismo escribir la novela hasta saber cómo era la cámara, fue muy frustrante", explicó ayer Palacios, que presentó ayer en Club FARO la que es su cuarta novela y desveló los secretos de una cámara legendaria pero real de 2.500 metros cuadrados ubicada a 35 metros bajo el suelo del Banco de España.

Para llegar a ella, una puerta de 16 toneladas a diez metros bajo tierra, dos ascensores que descienden 25 metros más hasta un espacio con un gran foso atravesado por un puente. Cruzada una puerta hermética, sobre la que hay una toma de agua que permitiría inundar la zona en caso de emergencia, la cámara del oro se desvela con un pasillo distribuidor a cuya izquierda se guardan probablemente los secretos de estado en pequeñas cámaras y a la derecha se divide en cinco galerías, en la última de las cuales está el oro. Antes, no obstante, son necesarias dos llaves y dos claves custodiadas por dos departamentos diferentes del banco. "Es impresionante y todo muy extraño, estaba pensada para ser protegida desde el interior y se podía llenar el foso y recoger el puente. Me han dicho que nunca ha llegado a ocurrir", dijo. Además, la cámara está aislada incluso eléctricamente. "Tienen también unos protectores que hay que calzarse por si se caen los lingotes, de doce kilos cada uno, para que no destrocen los pies", añadió Palacios, que relató además que hay vitrinas donde se exponen monedas históricas de todo el mundo. "Si nos olvidamos de que no hay ventanas porque es un sótano parece una sala del Palacio Real", dijo.

"La cámara del oro es uno de esos misterios de la Guerra Civil y me di cuenta de que había una novela aunque durante un tiempo creí que había dos, una sobre la guerra y otra sobre el robo", explicó el autor, también ingeniero. Finalmente, Palacios escribió una única novela dividida en dos tramas paralelas que transcurren en 1936 y en 2008 que convergen en el desenlace. "Tampoco quería contar la Guerra Civil, quería que fuese una novela de personas", aclaró.

Con un coste de 9,5 millones de pesetas, las obras de la cámara del oro comenzaron en 1927 y finalizaron en marzo de 1936, apenas tres meses antes del estadillo de la Guerra Civill, aunque en la propia novela Palacios se hace eco de la teoría que recalca que la contienda comenzó mucho antes del fallido golpe de estado contra el gobierno de la II República del 18 de julio. "He tratado de ser todo lo riguroso que he podido", subraya el escritor, cuya obra arranca en el 14 de abril de 1936, en el tiroteo con víctimas durante un desfile militar en el Paseo de la Castellana de Madrid en conmemoración del quinto aniversario de la República. "Pertenezco a una generación a la que nos han contado muy pocas cosas de la Guerra Civil, solo las batallas y nuestros abuelos nos relataron las historias del hambre", añadió para explicar cómo surgió la novela e incluso su propia vocación. "Si yo soy escritor es en parte porque todo aquello que no me han contado y me fui preguntando lo completaba con imaginación", dijo.

Con el mismo rigor con el que describe en la novela hechos históricos claves de la Guerra Civil, Palacios también quiso narrar la trama del robo a la cámara del oro, a la que finalmente logró acceder dentro de un grupo de personas vinculadas a las universidades. "La noche anterior dormí mal, estaba muy nervioso porque temía que en el último momento no me dejasen entrar por ser escritor. Y una vez allí me sentí como cuando llevé a mis hijas a Eurodisney, quería quedarme con todos los detalles. Salí de allí como un loco para dibujarlo todo y contar lo que vi en una grabadora", confesó.

"El problema que tenía era crear un robo como si fuese verídico, me faltaba mucha información para llegar al oro", aseveró Palacios, que incluso pudo acceder a los planos del alcantarillado de una zona muy protegida ante la amenaza de ataques terroristas. "Una vez allí me di cuenta de que era muy difícil bajar pero más difícil sería salir de allí con las monedas", manifestó el autor, dejando en el aire el desenlace de la novela.