El viento del norte que en las últimas horas ha entrado en las Rías Baixas ha barrido cualquier resquicio de verano que pudiese quedar. Eso era lo previsto, sí, pero lo cierto es que las temperaturas están siendo aún más bajas de lo que indicaban las predicciones meteorológicas.

Vigo, que se contaba que alcanzase una máxima de 16 grados Celsius, a duras penas ha pasado de los 13 hasta el mediodía. Dado que cada vez el cielo está más cubierto y que esa será la tendencia -lloverá en las últimas horas del día-, no parece probable que se remonte hasta los valores anunciados. Y esos datos son de la estación situada en el centro de la ciudad; en el campus de la Universidade de Vigo el termómetro se ha quedado en 9,5 grados.

Esa es la tónica en las Rías Baixas, aunque Pontevedra marcaba alrededor de la 1 alrededor de 15 grados, la más elevada. En la montaña de Ourense, el invierno ya es una realidad sin paliativos, con temperaturas de dos y tres grados bajo cero. Las lluvias, hasta al mediodía, solo han afectado, y de manera débil, al norte de Galicia, aunque según avance la jornada se extenderán por el resto de la comunidad.

De esta forma termina en Galicia una situación que en Meteogalicia apuntan como habitual y que se denomina "pantano barométrico", que se produce al reinar altas presiones de manera regular. Consiste en la "ausencia de gradientes de presión" en las masas de aire y da pie a un tiempo estable y con temperaturas poco comunes en esta época, ya entrado el otoño.

La llegada de las lluvias terminará así con un "período muy elevado de sequía" y pondrá fin al conocido popularmente como "veroño" gallego, que permitía disfrutar de temperaturas muy superiores a las esperadas e incluso aprovechar para hacer planes al aire libre, insólitos, hasta ahora, en esta temporada.