El pintor y escultor figurativo Eduardo Arroyo, fallecido ayer en su domicilio de Madrid a los 81 años, rodeado de toda su familia, es uno de los artistas más relevantes del arte español del siglo XX y el gran exponente de la llamada "figuración narrativa".

Eduardo Arroyo nació en Madrid el 26 de febrero de 1937. En 1958 se exilió voluntariamente en París, donde permaneció hasta la llegada de la democracia. En la capital gala además de dedicarse al periodismo, comenzó su actividad como pintor.

Artista autodidacta, pronto conectó con los círculos intelectuales y artísticos de vanguardia y desempeñó un importante papel dentro de los sectores progresistas de la cultura francesa.

En 1965 firmó, junto a Gilles Aillaud y Antonio Recalcati, el "Manifiesto Pictórico", en reacción contra el informalismo de la época. La exposición colectiva presentada ese año en la Galería Greuze de París con el título "Vivir y dejar morir, o el fin trágico de Marcel Duchamp", fue un escándalo y un hito dentro de la figuración europea de los sesenta.

Exposiciones

Como pintor expuso regularmente en los principales centros artísticos de Europa y América. Sin embargo, en España fue prácticamente desconocido durante años.

Su primera exposición, en 1963, fue clausurada por la censura. Años después, al ser nombrado comisario de la Bienal de Valencia, fue detenido en esta ciudad y reclamado por el Tribunal de Orden Público. Gracias a la presión internacional se logró que solo fuese expulsado.

Ya en democracia, en España realizó diversas muestras, como la antológica de 1982 en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Entre sus trabajos de escenografía destacan "Off limits", de Adamov (1969 y 1972); Wozzeck", de Alan Berg (1971); "En la jungla de las ciudades", de Brecht (1973) o "La vida es sueño", de Calderón, por la que recibió el premio de Teatro "El Espectador y la Crítica" a la mejor escenografía en 1981. Premio Nacional de Artes Plásticas 1982, es caballero de las Artes y de las Letras por el Gobierno francés.

Uno de su sueños de Eduardo Arroyo era ilustrar el "Ulises" de James Joyce y lo hizo, aunque no lo podrá ver publicado. Su deseo, según dijo a Efe en una entrevista en 2009, era morir con los pinceles en la mano y que en su epitafio dijera simplemente "Eduardo Arroyo. Pintor".

"Uno de los insignes"

El rey Felipe VI se refirió a Eduardo Arroyo como uno de los insignes de la pintura española y destacó que su obra permanecerá en los museos de todo el mundo para las futuras generaciones. "España pierde hoy [por ayer] a uno de sus insignes de nuestra pintura. Pero la obra de Eduardo Arroyo seguirá presente en los museos de todo el mundo, con nosotros y para nuestras futuras generaciones", señala un tuit de la cuenta oficial de la Casa del Rey.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo; la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; el presidente del PP, Pablo Casado; y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, son algunos de los representantes políticos que expresaron su admiración por la obra del pintor madrileño. Pedro Sánchez se refefirió en un tuit a Arroyo como un "icono del arte español del último siglo", al tiempo que expresó su cariño a su familia y amigos y ha destacado que "los artistas nunca mueren" porque su "obra siempre perdura".