Cientos de personas acudieron ayer al curro de Mougás, en Oia, el tercero de la temporada, que se celebró bajo un cielo que amenazaba lluvia, pero que, finalmente, no descargó. Los "aloitadores" subieron hasta la sierra da Groba sobre las nueve de la mañana para rastrear los ejemplares que viven en estado salvaje en el monte y atraerlos para trasladarlos después hasta el recinto del curro, donde fueron sometidos al tradicional rito de la rapa, marcado y desparasitación. Según la Asociación de Ganaderos de Caballos del Monte da Groba, colectivo que organiza este curro, el marcaje reunió en torno a los mil ejemplares.

La tradicional rapa tuvo lugar, como es habitual en esta fiesta ancestral, después de la comida campestre. Así, sobre las cinco de la tarde, los "aliotadores" regresaron al curro para preparar a las reses. El trabajo empieza por los potros nacidos durante el invierno, a los que se separa de sus madres para marcarlos a fuego con el sello de la caballería a la que pertenecen y colocarles el microchip. De esta manera, quedan identificados. A continuación, les toca el turno a los ejemplares machos, que opusieron resistencia a los "aloitadores". Finalmente, se repitió la rapa con las yeguas, tras lo cual, todos los ejemplares fueron devueltos al monte, donde continuarán viviendo en libertad.

El público disfrutó del espectáculo que supone ver la "loita" entre el hombre y el caballo, y animó en todo momento a los "aliotadores" en su empeño por hacerse con el animal para sanearlo y que de esta forma pueda sobrevivir mejor en el monte de A Groba, de donde no saldrá hasta el próximo año.