"De todas las emociones, el odio es la peor de todas, la más corrosiva porque va a destrozar la salud física y mental, y el bienestar de quien lo siente". Así de rotundo se mostró ayer Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología y director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, que presentó en el Club FARO su último libro, "Emociones corrosivas. Cómo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad, la vergüenza, el odio y la vanidad" (Ariel), un repaso a algunos de los "siete pecados capitales" desde el punto de vista de la neurociencia.

El conferenciante inició su intervención saludando en gallego y expresando su solidaridad con los afectados por los incendios. "Ahora que estamos viviendo momentos difíciles en Cataluña, la única cosa que distrajo la atención de los catalanes de todo lo que estaba pasando allí fueron los problemas que hubo en Galicia con los incendios, lo que demuetra la solidaridad que tenemos todos los españoles y que una emoción más fuerte siempre se impone a una menos fuerte", manifestó.

Presentado por Avelino Muleiro, catedrático de Filosofía, y ante un Auditorio Municipal do Areal abarrotado de público, el conferenciante recordó que el odio se manifiesta "de forma terrorífica" y puso como ejemplo la guerra de Ruanda, en 1994, un conflicto al que, aseguró, la comunidad internacional no le prestó la atención que se merecía, y que fue ocasionado por un odio predicado desde distintos púlpitos. Morgado reconoció que el odio es difícil de definir por quien lo siente, pero que todos coinciden en un sentimiento de asco y rechazo hacia la persona o cosa odiada. "Y a la gente no le gusta odiar sola. Cuando odias a alguien buscas a quien odie contigo porque si no, te sientes inseguro", agregó.

Según el neurocientífico, la homofobia, el racismo y el machismo son fuentes del odio. También el miedo y los prejuicios. "Para odiar no se necesita una afrenta previa. Puedes odiar por lo que sabes de una persona o de un país, por tu educación, por tus prejuicios históricos. El odio causa guerras, destroza familias y corroe a quien lo padece", advirtió.

Las ideologías también pueden inducir al odio. "Una ideología es un sistema de creencias sobre una sociedad ideal, sobre un mundo mejor para todos los habitantes o para los miembros de un grupo. Pero muchas veces, las ideologías incitan el odio hacia quien no comparte esas creencias. Y esto lo estamos viendo en los ataques ideológicos, por ejemplo, de los musulmanes que practican la violencia, porque no todos la practican", manifestó.

Pero la peor fuente de odio, la más peligrosa es el fanatismo. "El fanatismo en el colegio es lo peor de todo. A los niños en las escuelas deberíamos educarlos en valores universales y un valor universal es el que lo es en todas partes: la solidaridad, la tolerancia, el respeto. Pero, por ejemplo, el nacionaismo no es un valor universal. Solo vale allí y educar a los niños en el nacionalistmo puede ser una fuente de odio tremenda hacia quien no comparte esa ideología", aseveró Morgado, quien alertó también del peligro de internet como vehículo de exacerbación y propagación del odio.

Otra fuente de odio es la humillación. "Sobre todo pública. A mí no me gustan las elecciones primarias en los partidos porque cuando se enfrentan dos políticos uno va a perder socialmente y esto duele mucho", explicó Morgado, que añadió que este dolor es igual que el que se siente cuando uno se golpea. "La neurociencia ha descubierto que la derrota pública y la exclusión social, al igual que la envidia, otro sentimiento corrosivo, activan las mismas áreas del cerebro que se activan cuando sentimos dolor físico", explicó.

Morgado habló también de la envidia y negó que los españoles seamos especialmente envidiosos. "La envidia es un sentimiento corrosivo que no tiene nada que ver ni con las épocas ni con los países", aseguró. Según el ponente, la envidia no es desear lo que el otro tiene, sino desear que no lo tenga y poner el foco en devaluarle ante los demás. "La envidia suele destrozar a quien la sufre y no al envidiado, que generalmente ni se entera", dijo.

Otro sentimiento que corroe es la codicia. "Ese afán de tener más y más aunque ya no nos haga falta y que puede volvernos corruptos", advirtió. El científico recordó que durante mucho tiempo se atribuyó la causa de este sentimiento a una herencia genética. "Sin embargo,ahora sabemos que tiene más que ver con la educación que con los genes. Y ser un poco codicioso puede ser bueno, te puede ayudar a emprender cosas nuevas, pero también puede tener consecuencias terroríficas. La codicia ha provocado guerras", dijo.