Los cuerpos donados a la Facultad de Medicina han de someterse a diferentes técnicas encaminadas todas ellas a detener los procesos naturales que ocurren después del fallecimiento para que puedan ser útiles para el aprendizaje de los alumnos.

Son de diferentes tipos y pueden durar varios meses, de manera que la elección de uno u otro depende de las necesidades que impone el objetivo del estudio a realizar. La conservación se puede realizar por medios físicos como la congelación, o por la aplicación de distintos compuestos químicos administrados por vía vascular.

Una vez tratados, los cuerpos están listos para el aprendizaje de todo el personal sanitario, tanto de los estudiantes como de los más experimentados. Por un lado, sirven a los jóvenes cirujanos para aprender las técnicas antes de aplicar el bisturí sobre personas vivas o para poner en práctica intervenciones experimentales. También son esenciales para mejorar, entre otros, el trabajo de los anestesistas, farmacéuticos, odontólogos e incluso para los enfermeros que tienen que practicar técnicas complicadas como la inyección de fármacos en el hueso cuando es imposible encontrar una vena.

"En la formación de un futuro médico se utilizan todos los recursos existentes, desde maquetas a vídeos, programas tutoriales, simuladores... siguiendo una programación debidamente ordenada y con una progresión lógica para la adquisición de habilidades y de competencias. Pero, finalmente, el conocimiento del cuerpo humano de forma directa es básico y fundamental para la formación, por ello es tan necesario seguir contando con la generosidad de los donantes", asegura María Teresa Castaño, directora del departamento de Ciencias Morfolóxicas.