José Ángel Outeda trabajó en una empresa de construcción y en una inmobiliaria antes de decidirse a dar el paso hacia Dios, con 50 años. "Tenía amigos, una familia que me quería... pero no era feliz", recuerda. Outeda sintió la llamada a raíz de la muerte de Juan Pablo II e ingresó en el Seminario de Vigo. "Todos eran más jóvenes y me costó coger el hábito de estudio, pero me acostumbré", recuerda. Actualmente lleva varias parroquias de la zona de Redondela y asegura haber hallado por fin la felicidad. "En ningún momento me he arrepentido de esta decisión".