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Director de programas del Centro Penitenciario Monterroso

Víctor Fraga: "Es posible cambiar la conducta de los maltratadores, no su personalidad"

"Hay un antes y un después en los hombres que participan en estos programas y el índice de reincidencia es muy bajo"

El psicólogo Víctor Fraga. // FdV

Reflexionar sobre el tratamiento de los que cometen delitos de violencia de género y ofrecer nuevas estrategias a los psicólogos que trabajan con ellos es el objetivo de un taller organizado por el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia que imparte hoy en Santiago Víctor Fraga, psicólogo y director de programas del Centro Penitenciario de Monterroso.

-Lo primero que le viene a uno a la cabeza es precisamente el título del taller: ¿Es posible el éxito en la reeducación social?

-Es un proceso muy largo y costoso. Podemos asegurar después de años de experiencia que hay un antes y un después en las personas que participan en estos programas pero nada garantiza que no vuelvan a cometer errores cuando estén en libertad total. Aunque parezca extraño, encontramos mayor mejoría cuanto mayor es el riesgo de recaída ya que los hombres con menores déficit tienden a corregirse menos.

-¿Cuál es el índice de reincidencia?

-En los sujetos que pasaron por el programa, los datos arrojan valores muy bajos. En el año posterior a la participación en el programa solo el 4,6% de los penados había vuelto a delinquir... No es un porcentaje alto pero es igualmente preocupante porque hablamos de vidas humanas. En nuestros años de experiencia no tenemos constancia de ninguna persona que haya vuelto a cometer un acto violento. No tenemos constancia, insisto, que no significa que no haya habido ningún caso.

-¿En qué consisten estos tratamientos?

-Se trata de intervenciones que persiguen un cambio de la conducta y las creencias de la persona. No se trata de cambiar su personalidad, que eso es imposible, sino de lograr que interioricen una serie de conceptos como el respeto, la responsabilidad, la igualdad y la empatía y que provoquen una modificación de la conducta violenta.

-¿Son sesiones individuales o colectivas?

-Las primeras sesiones son individuales, ya que en ellas tenemos que ver cómo orientar la intervención en cada persona; buscar sus potencialidades y hacerles entender que somos psicólogos y que queremos ayudarles a que logren un beneficio terapéutico. Llegan a nosotros obligados, ya que el tratamiento a estas personas es obligatorio por ley, tras haber pasado por un litigio, juzgado... y no son las mejores condiciones para intervenir ya que no están nada motivados. A partir de ahí, las sesiones son colectivas.

-¿Cuánto tiempo se precisa para esa rehabilitación?

-El programa son 32 sesiones, semanales; está todo muy estructurado y tienen tareas para casa. Es muy complejo ya que se trata de desmontar ideas y creencias que tienen muy ancladas y les hablamos de una nueva filosofía.

- ¿Qué tipo de ejercicios les ayudan?

-Por ejemplo, trabajamos mucho la empatía, esa capacidad de ponerse en el lugar del otro aunque no estemos de acuerdo, y les pedimos que escriban una carta como si fueran ellos las víctimas: cómo creen que se sintieron ellas cuando las maltrataron. Ese ejercicio revoluciona sus emociones y a muchos les ha ayudado mucho.

-En concreto, ¿qué tipo de comportamientos se pueden modificar?

-Tratamos de que aprendan a controlar la ira y cambiar comportamientos de violencia de todo tipo: física, emocional, sexual, económica... Hay que trabajar en sus pensamientos y en sus sentimientos y conseguir que reflexionen en situaciones determinadas. Lo esencial es que comprendan que jamás el comportamiento del otro justifica su conducta, que cada uno es siempre responsable de lo que hace, sin "peros"; es un esfuerzo intelectual muy grande para ellos y para nosotros.

-¿Cómo son tratados los maltratadores en los centros penitenciarios por sus compañeros?

-Tan solo cuando se sabe que la persona está allí por un delito sexual cometido a un menor el rechazo es claro, aunque en la mayoría de los casos lo ocultan. El resto de casos de violencia de género no tienen un trato diferente.

-Desde que trabajan en estos programas, el año 2003, ¿ha variado el perfil del agresor?

-Más que de perfil yo hablaría de variables comunes que están detrás de estos comportamientos: déficit de autoestima, creencias que se apoyan en la violencia, dependencias emocionales, déficit de empatía, de la gestión emocional propia, de resolución de conflictos...

-¿En todos los casos hay un antecedente cercano de violencia machista?

-No es condición sine qua non; algunos no han tenido referentes de violencia en su infancia, aunque sí de otros problemas como la falta de control de impulsos o la creencia de que la violencia es necesaria para defender sus cosas.

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