"Cuando uno compra una prenda de ropa está emitiendo un voto sobre cómo quiere que sea el sistema". A Francisco Soto le gusta esta frase porque define su manera de entender el trabajo y la vida. Es la mitad de la marca viguesa La Canalla; la otra, su hermana Patricia. Forman parte del circuito independiente de la moda en Vigo, firmas que ofrecen una alternativa a las grandes productoras de prendas. En la ciudad se encuentran firmas que apuestan por un producto elaborado a fuego lento, una forma de consumo sostenible y hecha en casa.

VÍDEO | La Canalla, ropa con conciencia. // A. Nogueira, P. Pedrido

Los hermanos Soto llevan detrás de La Canalla casi 20 años. Desde su asentamiento en la calle Joaquín Loriga paren sus ideas, creativas y solidarias. "Nuestra ropa no es de consumo fagocitador", bromea Patricia. Pero en la frase se encierra la esencia de su marca: los tejidos que utilizan o bien son reciclados, excedentes de telares, o bien cuentan con certificados que garantizan que el material es ecológico y que las personas que han intervenido en el proceso de fabricación han sido tratadas siguiendo principios éticos en cuanto a sus condiciones de trabajo. "Incluso aseguran la igualdad de género en los salarios", aclara Francisco. Su última apuesta: una edición limitada de sábanas hechas en algodón orgánico bajo el nombre de Soños.

Silvia Sánchez es otro de los nombres de la pasarela viguesa. Estudió Bellas Artes y la moda le pareció "una manera más económica de comercializar arte", así que se lanzó con su propia marca: Le Chanelas. Busca la inspiración para sus diseños en la naturaleza y, como defensora del medio ambiente, reivindica la ecología desde el inicio del proceso -"desde los materiales a las costureras que utilizo, que están en Redondela y no en Bangladesh"-. Realiza ella misma los estampados de las telas y acude también a artistas locales en busca de colaboraciones. "Me gusta valorar su trabajo", subraya.

VÍDEO | Le Chanelas, arte y moda con alma ecologista. // A. Nogueira, P. Pedrido

Como los hermanos Soto, ser una industria pequeña es una opción. "Nosotros montamos la Canalla porque ya teníamos la experiencia de la empresa y no queríamos trabajar así", señala Patricia. "Tampoco podría asumir más producción, pero es la mejor manera de controlarla", explica Sánchez.

En el caso de La Canalla, las piezas que no cosen ellos mismos lo hace un taller de Sárdoma que dirige Clara Guisande. La modista vive del hilo y la aguja desde que tiene 14 años y a sus 52 concluye que el sector textil gallego está simple y llanamente "mal". El obrador llegó a tener 15 trabajadores, pero la crisis y su nuevo contexto laboral acabó con los puestos de trabajo. "Muchos talleres desaparecieron, comenzaron a primar las prisas, el hacerlo cada vez más barato y era imposible cumplir con lo que pedían, te ves obligada a decir que no a muchos trabajos porque no te da ni para cubrir la seguridad social? el trabajo se ha empobrecido", lamenta.

El tejido gallego se ha deteriorado frente a los grandes números de los imperios textiles. Guisande cuenta que ahora es complicado encontrar talleres de costura en Vigo cuando antes abundaban y, sobre todo, "gente con oficio". Los que se resisten a ceder ante los gigantes luchan por imprimir en sus prendas una cultura de consumo en valores. Guisande recuerda que "antes cuando ibas a comprar ropa se apreciaba el tejido, se veía cómo quedaba". Y añade: "Ahora da vergüenza ver los acabados de algunas firmas conocidas, las prendas se usan como clínex".

La Canalla, la transparencia de una marca

  • Francisco y Patricia Soto, hermanos y creadores de la firma La Canalla, plasman a su trabajo el mismo carácter dinámico y respetuoso que ellos desprenden. Ofrecer a sus clientes una total transparencia del origen y proceso que sufren sus prendas, un factor primordial para ellos. Por este motivo cuentan con diferentes certificados internacionales que los acreditan como creadores éticamente responsables.

Imprimiendo esencia en cada prenda

  • "Una camiseta puede costarte cinco euros y durarte tres meses o 25 y que varias temporadas después siga igual", explica Silvia Sánchez. La ropa fabricada en Vigo puede tener un precio superior al de las cadenas de ropa, pero sus creadores defienden que la calidad también es mayor. Hacer caso omiso a las modas e imprimir en cada prenda la esencia de la marca es uno de los pluses que añade la moda local.