El grafitero Antonio Barbará remataba ayer con el portalón casi dos meses de trabajo. // José Lores

La evolución de la pesca y la construcción naval han ido siempre de la mano. Nada tiene que ver un barco pesquero de los años veinte, tallado en madera y hierro, a los grandes arrastreros de acero o cargueros de esloras imposibles. La industria transformadora pasó de la salazón y la conserva como único modo de conservación al congelado, con buques de gran almacenaje capaces de llenar un cuaderno de bitácora en una sola marea. Y, en esta metamorfosis, el astillero Cardama siempre estuvo ahí. Fundado en Vigo en 1916, ha celebrado su centenario con un mural de grafiti de más de cien metros de largo que recrea, a golpe de aerosol, "la línea de vida" de la compañía. Su creador, Antonio Barbará, terminó ayer la obra con la ilustración de un soldador estampado en el hierro del portalón de acceso al astillero, en la avenida de Beiramar.

El sol no era clemente ayer para el artista y tampoco lo fue la lluvia de abril, que retrasó su trabajo. Hoy tenía que estar listo para que Cardama, con siete buques en cartera, siga escribiendo su historia. La idea de la línea de vida fue de Barbará. "Se prestaba porque es todo muy horizontal y alargado", con la intención de "plasmar la evolución de la empresa desde la madera hasta el metal". El portal era la postal que faltaba ayer. Esa franja del muro del astillero "está en la zona de los ochenta y queríamos usar algo representativo". Y surgió la idea del soldador en plena faena. "Es una imagen en el que están todos identificados con el trabajo, por eso me pareció adecuado".

El director del astillero, Mario Cardama, facilitó a Barbará imágenes de su archivo para enseñar a la ciudad lo que habitualmente se oculta tras sus muros a menos que aflore sobre ellos la cubierta de algún buque. "Me marcaron un poco la pauta porque querían reflejar las fotos que habían seleccionado". El comité de empresa, que sí conoce lo que Cardama ha hecho a lo largo de su vida, sugirió a la dirección la posibilidad de escribir este diario con aerosoles. "En cuanto lo comentaron mi respuesta fue un sí rotundo. Toda la ciudad podrá contemplar cómo hemos trabajado durante estos años. Esa es nuestra idea principal, acercar el astillero a la gente de Vigo", explicó Mario Cardama a este periódico.

Como quiera que el astillero quiere con este gesto iniciar un camino para abrazar a la masa social de la ciudad, su tradición familiar va a ser un gran aliado para alcanzar este objetivo. Fundado por Francisco Cardama Godoy, la familia retiene el control del accionariado pese a haber introducido a socios en los últimos años con la intención, si se presta el destino, de volver a tatuarse más décadas algún día. Mientras tanto, Barbará se ofrece a más empresas. "Que llamen".