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Violencia filioparental, la pieza negra del puzzle de los afectos

El asfixiante yugo de los hijos tiranos

Los 88 menores de Vigo y resto de provincia que acabaron en 2014 en la vía judicial por agredir a sus padres son solo la punta del iceberg -Muchas otras familias siguen ocultando el problema

Todavía niños... pero con un comportamiento tiránico. Los casos de menores de edad que agreden física o psicológicamente a sus padres convirtiendo la convivencia familiar en una pesadilla constituyen un fenómeno que ya no se mueve en el terreno de la excepcionalidad. Los casi 90 adolescentes de Vigo y del resto de la provincia pontevedresa que durante el pasado año acabaron ante un juez y un fiscal por ejercer la violencia contra sus propios progenitores son sólo la punta del iceberg de esta grave problemática. Porque si hay una decisión difícil, ésta es la de denunciar a un hijo. Los expertos no dudan de que hay casos que no se visibilizan. Casos que las familias, asoladas y desbordadas por la humillación, la vergüenza, la culpa..., no se atreven a sacar fuera de la intimidad del hogar. Una cifra imposible de cuantificar. Pero al mismo tiempo, el aumento de denuncias evidencia que cada vez hay más progenitores que dan el paso y acuden a la vía penal. Eso sí, generalmente tras haber soportado múltiples episodios violentos. Tras un largo y dramático recorrido, recalcan los especialistas, durante el cual "han aguantado demasiado".

Este fenómeno preocupa, y "mucho", a la Fiscalía. En 2013 en la provincia de Pontevedra se abrieron diligencias contra 92 menores por delitos de violencia doméstica: representaron el 42% de los 223 asuntos de este índole que se tramitaron en toda Galicia. Y en 2014, en el territorio pontevedrés, la cifra fue muy similar, al cerrarse el año con 88 expedientes de esta materia. Un escenario que evidencia, al menos en el momento actual, una estabilización. O lo que es lo mismo, y esto es algo en lo que incide Encarnación Bullón, fiscal coordinadora de Menores en Pontevedra, que la problemática "no se reduce".

¿Hay un perfil? Un aspecto en el que coinciden expertos del ámbito judicial y de la psicología es en que éste no es un fenómeno de chicos de ambientes marginales o desestructurados. "Es más bien todo lo contrario; se da especialmente en familias de clase media, con nivel académico bueno", describe Ricardo Fandiño, presidente de la Asociación para a Saude Emocional na Infancia e na Adolescencia (Aseia). Este psicólogo concreta que estos adolescentes no suelen delinquir en otras áreas. "Pueden ejercer una violencia hacia su familia o personas de su entorno, un abuso de poder en el marco de sus relaciones más cercanas; pero es un perfil que está alejado del joven delincuente común, el que roba o comete otro tipo de agresiones", explica.

Unas consideraciones que comparte Encarnación Bullón. A la hora de concretar el patrón, la fiscal ahonda en que son ellos, los varones, los que suelen desarrollar estos comportamientos agresivos. Y aunque hay supuestos en los que el despotismo se dirige hacia padre y madre sin distinción, en la mayoría de ocasiones son las mujeres las que son víctimas de la violencia de sus vástagos. Algo que tiene parte de explicación en que una importante parte de estos casos se dan en hogares monoparentales, donde el matrimonio se divorcia y el menor queda al cuidado de su madre.

Edades

La mayoría de adolescentes cuyos casos engrosan las estadísticas de la Fiscalía tienen de 15 a 17 años. Pero también se detectan de chicos que aún no cumplieron los 14 años. De 12, 13... Ahí no existe responsabilidad penal, y ni juez ni Ministerio Público pueden intervenir. "Cuando tenemos conocimiento de menores de esas edades que empiezan con conductas violentas en el hogar los derivamos a los servicios de protección para que sea la Administración la que tome medidas", afirman.

Y tras denunciar, ¿qué ocurre? La Fiscalía -que apela a la prevención, la educación y a inculcar "principios y valores" para intentar poner freno a este fenómeno- reconoce que el de los hijos maltratadores es un problema "de difícil solución". Y que la reincidencia "es altísima". "La respuesta de la jurisdicción de Menores demuestra que las medidas no suelen lograr la reeducación del joven, que en este caso supone lograr una convivencia familiar pacífica", se apunta en la última memoria de este organismo en Pontevedra. Internamientos en régimen cerrado, en régimen semiabierto, medidas de libertad vigilada con tratamiento... Son algunas soluciones que brinda la esfera judicial. Pero muchas veces, demasiadas, cuando el chaval regresa a casa, con él vuelve el problema. "Hay chicos que reinciden una y otra vez, y a los que cuando cumplen la mayoría de edad les perdemos la pista", reconoce la fiscal, que hace hincapié en un recurso que no tiene aplicación práctica en Galicia, al carecerse de él: el de la convivencia de estos jóvenes con otras familias o grupos educativos.

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