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Sondheim siempre salva la función

Reparto y música sostienen una dirección plana

Meryl Streep.

En el documental "Six by Sondheim" de la HBO (2013) se puede apreciar la grandeza del compositor Stephen Sondheim (1930), y su contribución al musical norteamericano durante buena parte del siglo XX y, aún hoy en activo, del XXI. No es tarea fácil la de su responsable, James Lapine (también autor de "Into the woods"), nada menos que recorrer la obra de Sondheim a través de seis canciones escogidas de entre multitud de libretos geniales, algunos de una importancia vital para entender el género y otros necesarios para la articulación de las sucesivas mutaciones que éste iba sufriendo. En el segundo grupo, de un valor incalculable pero de un reconocimiento mucho menor, se encuentra "Into the woods", estrenada en 1987 y que ahora Rob Marshall adapta al cine.

Aunque el cruce a la gran pantalla del texto de Sondheim no sea inolvidable, ya que se siguen echando de menos esos planos secuencia y esa falta de efectos digitales que engrandecían al musical clásico, la esencia de "Into the woods" permanece. Esta sensación tiene muchísimo que ver con que Marshall respeta el puzle posmoderno donde confluyen los textos de los hermanos Grimm hasta mezclarse totalmente entre ellos con la voz conductora de esa pareja que necesita de todos los cuentos para tener un hijo. Y también hay que tener en cuenta a un libreto del que salen algunas de las mejores canciones del compositor. Hagamos un experimento: entre el "Stay with me" de Meryl Streep, con sus recovecos sentimentales intactos, y el dueto humorístico entre los dos príncipes en "Agony", aquí interpretada por Chris Pine y Billy Magnussen, se encuentra un rango increíble de músicas que se acoplan al guión y le dan un sentido total.

Decir que estamos ante la mejor película de Marshall, conociendo los antecedentes, tampoco es decir demasiado... pero sí es cierto que "Into the woods" se sobrepone a las planicies de su director gracias a sus múltiples caras y a un reparto acertado. De la Streep ya uno se niega a hablar porque conviene dar su espacio a intérpretes tan sobresalientes y no tan conocidos como Emily Blunt, James Corden, Tracey Ullman o Joanna Riding. Sólo falta imaginarse que Marshall hubiese sido más valiente y, en lugar de facturar en automático como hace siempre, se hubiese dejado llevar por alguna coreografía más elaborada. Al final, la dirección de arte o los efectos importan en un musical, pero el centro son siempre los actores y, en empresas tan serias como ésta, deberían saber cantar y, sobre todo, bailar.

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