MAR MATO | VIGO

El Puerto de Vigo ha sido desde la Antigüedad un punto de recepción de modas y cultura. Buceando en la historia, un grupo de investigadores ha encontrado que barcos que atracaban en los muelles olívicos fueron los encargados de descargar algunas de las primeras notas de jazz que se oyeron en la ciudad y Galicia allá por los años 20, al bajar de los trasatlánticos músicos norteamericanos hacia Alemania o de regreso a Estados Unidos que hacían escala en los cafés de la ciudad. Por supuesto, las ondas de la radio también contribuyeron a que arribasen aquellos sonidos que muchos vincularon a la vida nocturna y loca.

"El jazz no era muy bien visto", comenta Aser Fernández Rei, comisario de la exposición Vigo ten swing. Unha aproximación á historia do jazz de Vigo, que se abre a las 20.00 horas de hoy en la Casa das Artes, como preludio de la apertura del Imaxinasons este jueves a las 21.00 horas con Marco Mezquida trío. "Lo que se reflejaba en la prensa de la época era que una parte conservadora veía el jazz como algo libertino, asociado a la noche, como ruido. Añade Fernández Rei que los músicos autóctonos de entonces fueron escuchando y aprendiendo por ellos mismos esa forma de tocar que traían otros más allá del océano. "Más que por formación, tocaban por imitación e insistencia", detalla.

En esos primeros pasos de la comunicación jazzística, jugaron un papel determinante los antiguos cafés ya desaparecidos como el Concert Brasil, Café Moderno, Café Colón o el Lion D´Or, entre otros.

Ya en los años 30 y por curioso que parezca, existía un 'circuito' de locales en la capital española, Barcelona y otras grandes ciudades como Valencia donde las estrellas del jazz ofrecían sus espectáculos. Una búsqueda por la hemeroteca de FARO DE VIGO y Pueblo Gallego demostró al equipo organizador de la exposición que Vigo entraba dentro de esa red de forma privilegiada. "Muchos de los músicos y cantantes que tocaban en Madrid o Barcelona recababan aquí al poco de estar esas ciudades. En esa época, destaca la figura de la mujer, una figura básica para atraer al público, destacando las actuaciones de Salud Ruiz, alias la Yankee, una sevillana que destacaba por su moderna indumentaria más belleza y que triunfó bailando el charlestón y el music-hall. El público vigués pudo disfrutar de su arte al igual que lo hacía en aquellos primeros años 30 el público del Olympia de París o de los principales cafés de la capital española.

También en esos años, destacaba la llegada del jazz a través del cine. Fue en el desaparecido Tamberlick -en Eduardo Iglesias-, donde se proyectó en marzo de 1930 la primera película sonora del cine, El cantor de jazz, que había sido estrenada en Estados Unidos en 1927.

Con la Guerra Civil y hasta los 70, sin embargo, la presencia del jazz fue minoritaria. No obstante, entre 1957 y 1959, se emitió el programa de radio Jazz nocturno, de Emilio del Río, Cholo Comesaña y Enrique Barreras. El primero nutrió su colección de discos de jazz a través de los encargos que hacía a marineros que realizaban rutas entre las Islas Británicas y América del Sur a través del Puerto de Vigo.

El resto de la historia que dio pie al Imaxinasons prosiguió con el fotógrafo Ricard Terré, las Xuventudes Musicais, la escuela de jazz de Alberto Conde, la Baio Ensemble y un festival de jazz que duró hasta los 80, antecesor del Imaxinasons.