"Un sistema político incapaz de regenerarse y de introducir reformas para adecuarse a la realidad de su tiempo está destinado a pudrirse. Reformar a tiempo es la única opción para evitar la destrucción de un sistema constitucional". Eso dijo ayer el periodista Pedro J. Ramírez en el Club FARO.

La desventura de la libertad: Calatrava y la caída del régimen constitucional español de 1823 fue el título de la charla que le presentó el periodista Rafa Valero y que comenzó lamentando que el siglo XIX sea dejado de lado muchas veces. "Ahora se habla mucho en Cataluña de 1714, año en que pasaron cosas importantes aunque yo las interpreto de modo diferente a los nacionalistas catalanes. También de 1914, porque estamos en el centenario de la I Guerra Mundial. Pero no se hablaría de un siglo y un año que está justo en medio, 1814, si no es por mi libro, a pesar de lo mucho que condicionó la historia de España. Ese mismo año que entró por Cataluña Fernando VII, el Deseado".

Ramírez se refería a su último libro, La desventura de la libertad, (La Esfera de los Libros) que reconstruye los dramáticos cinco meses de 1823 en los que ese último gobierno del Trienio Liberal presidido por Calatrava resiste primero en Sevilla y luego en Cádiz, mientras los generales le traicionan, las arcas públicas se quedan vacías, la diplomacia británica le abandona a su suerte y el monarca conspira para destruir el orden constitucional que ha jurado proteger.

Imposible blanquearlo

"Ya era bien sabido que Fernando VII fue un rey, aunque astuto e inteligente, malvado y traidor pero, por si hubiera alguna duda, estas memorias de Calatrava que hallé fortuitamente hacen imposible blanquear de modo alguno su figura. En las memorias de Calatrava hay un último documento del que a través del tiempo se transmitía oralmente su existencia pero nadie daba cuenta de su paradero. Es aquel que a Fernando VII presentó Calatrava y sus ministros en los últimos momentos del Trienio Liberal, cuyo primer punto sobre la renuncia al absolutismo si hubiera alguna muda de las instituciones políticas se negó a firmar. Firmó el segundo, prometiendo un olvido absoluto de todo lo pasado un 30 de septiembre de 1823. Al día siguiente firmaba un decreto anulándolo y decretando persecuciones y penas de muerte".

Dice Pedro J. que "La desventura de la libertad es un libro de Historia sin la menor concesión al presentismo, pero los lectores están abriendo sus páginas desde el presente y equiparan la putrefacción del sistema de la época con la actual". "Que no pueda decirse que la generación que hizo la transición cayó después en la pereza abandonista que evita el esfuerzo de buscar soluciones; porque si en medio de cuanto es inaceptable hoy, la corrupción, el paro, la mordaza, el saqueo fiscal, la falsificación del principio de representación preferimos dejarnos llevar, si incurrimos en la parálisis y el conformismo estéril, si no exigimos las reformas políticas que nos devuelvan nuestros derechos como ciudadanos, si no presionamos en favor de la reforma constitucional, estaremos empujando a los españoles del futuro hacia una nueva desventura de la libertad".

Ramírez, cuya charla fue casi en su totalidad netamente histórica, hizo una descripción del momento político y social que vivía España en 1814, cuando volvió de Francia a España Fernando VII . "Mientras en Francia -dijo- se produce una restauración razonable de la monarquía, aquí hay una vuelta feroz hasta 1820 al viejo régimen, tras derogar la encomiable y ejemplar Constitución de Cádiz de 1812, un artificio formidable pero con herramientas para regular las relaciones políticas en la España de aquel tiempo que resultaron un desastre".

El ex director de El Mundo habló de los sucesivos gobiernos del Trienio Liberal, entre 1820 y 1823, y de aquella "dinámica típicamente española" de extremismos exacerbados de uno y otro bando .

Y, en medio de esa barahúnda, describió a Calatrava como un patriota ejemplar que a veces vota con la derecha y otras con la izquierda y que recibe el encargo por parte del propio Fernando VII de formar un gobierno capaz de defender la integridad territorial de España. Mientras tanto, los generales lo traicionan, las arcas públicas se quedan vacías, no recibe ayudas exteriores y el monarca conspira para destruir el orden constitucional que ha jurado proteger.