El hallazgo de las memorias de José María Calatrava ha sido el principal aliento para la escritura de la obra. Para llegar a este documento, de 84 páginas manuscritas, además de algunas "notas reservadas", hizo falta un cúmulo de "casualidades": el autor estaba enfrascado en la preparación del pregón para el Salón del Libro Antiguo de hace tres años y el librero Miguel Miranda le ofreció la carta de suicidio del general Sánchez Salvador, riojano como el propio periodista. Fue al adquirir ese documento cuando se produjo el descubrimiento del manuscrito de Calatrava.

No era la intención del político que estas memorias vieran la luz pública, sino que fueron escritas para su uso personal, y en ellas pedía, ha dicho Ramírez, que si en el futuro caían en manos de su familia u otra persona, no perjudicase "a nadie el contenido. "He sentido que me hablaba directamente a mí", afirma Pedro J. Ramírez, que ha manifestado que si bien se ha mostrado respetuoso con la voluntad de Calatrava, también ha querido compartir "un descubrimiento documental de gran importancia".

Entre los muchos datos históricos que hizo desfilar Ramírez sobre esos años incluyó un "triángulo gallego, formado por el general Wilson, un liberal romántico que arribó a Vigo en 1823 con un pequeño grupo como avanzadilla de una "legión" que debería apoyar la Constitución y nunca llegó. El general Quiroga, como segundo vértice del triángulo, con cuyas fuerzas constitucionalistas se alió; y el general Morillo, en la capitanía General de Galicia, que desertó del bando liberal y aliado con los franceses (en 1823 entraron en España los los Cien mil hijos de San Luis), peleó contra ellos y les derrotó en la batalla de A Coruña.